14. 𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒊𝒓𝒆 𝒔𝒊𝒏 𝒆𝒍𝒍𝒂.
Mientras tanto...
Minho se queda quieto y en silencio, solo por un par de segundo por que luego golpea la pared que acaba de cerrarse, dejando a Maia del otro lado. Se estaba haciendo daño en sus manos pero eso no podría importarle menos. Seguía dando golpes mientras grita.
—¡No, no, no!
El chico siente impotencia y tristeza. Maia no podía quedarse allí, no podía terminar todo así para ella, no cuando ella fue la que encontró lo más cercano a una salida en estos tres años. Minho se siente culpable por permitir que la chica volviera a entrar al laberinto, se siente culpable por no protegerla. Para Minho, Maia debía estar de este lado y él en su lugar.
Una lágrima solitaria cae por la mejilla del pelinegro, sus golpes se vuelven cada vez menos y más lentos. Thomas se acerca a él y lo separa de la pared que tiene algo de sangre de las manos de su amigo.
—Minho, debemos irnos, pronto anochecerá —susurra Thomas, sintiéndose muy mal por lo que pasó con Maia.
—No, no me iré sin ella
—Minho, yo más que nadie quiero ser positivo, pero tu mismo viste lo que pasó, no me hagas perderte a ti también, todos en el área te necesitan, no lo olvides... eso es lo que hubiera querido ella, que sigas con vida
Minho mira a su amigo, se seca la lágrima de su mejilla y asiente. Ambos vuelven corriendo hacia el claro y llegan sólo media hora después.
Los Clarianos esperan a los corredores en la entrada del laberinto, todos curiosos, asustados he incluso confundidos por los terribles y fuertes sonidos que provienen del interior del laberinto.
—¿Qué está pasando ahí fuera? —Pregunta Newt cuando los chicos salen. —, esperen, ¿y Maia? —Mira hacia todos lados he incluso dentro del laberinto. —, ¡¿dónde está Maia?! —Newt grita con desesperación y toma de los hombros a Minho, moviéndolo para que le conteste.
—No... —susurra Minho y se le quiebra la voz. —no pude hacer nada
—Una pared se estaba cerrando —Dice Thomas, a todos los presentes. —, Maia cayó y eso hizo que fuera imposible que llegara a salir de esa sección, antes de que se cerrara, nos lanzó esto —El pelinegro levanta el cilindro.
—No, no... ya basta, digan que es una broma —Dice Newt, cubriéndose el rostro con sus manos, intentando no llorar y tragarse el nudo que tiene en la garganta.
—Ella nos dio esto por qué descubrimos algo muy importante —Dice Thomas. —encontramos algo, un nuevo pasaje, podría ser una salida
—¿Eso tampoco es una broma? —Pregunta Sartén, mirando el suelo, ya sin ánimos de nada después de lo de Maia.
—Abrimos una puerta, algo que jamás había visto —Dice Minho, caminando lejos del laberinto y los demás lo siguen. —, creo que es a donde van los Penitentes en el día, no me importa lo que ustedes crean, pero saldré allí otra vez y encontraré la salida aunque sea lo último que yo haga en esta vida, lo haré por Maia y por aquellas personas que hemos perdido
—¿Están diciendo que quieren entrar a la guarida de los Penitentes? —Pregunta Sartén.
—Su entrada podría ser nuestra salida —Contesta Thomas.
—Si, o podría haber una docena de Penitentes del otro lado —Dice Gally, con enojo. —, la verdad es que Thomas no sabe lo que hace como es su costumbre y por su culpa ahora también perdimos a Maia
—¡¿Crees que yo la obligué a entrar al laberinto?!... ¡¿crees que Maia murió por mi culpa?! —Le contesta Thomas, girándose hacia él.
—¿Maia murió? —Se escucha una voz, débil, casi en un susurro. Todos se dan la vuelta y ven a Chuck.
Nadie contesta entonces Chuck entiende la situación, el niño empieza a llorar y se va corriendo hacia su hamaca.
—¿Ves? —Pregunta Gally en medio del silencio. —, esto es lo único que logras, hacer las cosas mal es lo único que...
—¡Al menos yo ya descubrí algo, Gally! —Le escupe Thomas, con rabia, caminando hasta estar justo frente a él. —, dime, ¿que has hecho tú?, ¡sólo te ocultas en estos muros todo el tiempo!
—Déjame decirte algo, novato, tú llevas aquí tres días, ¿okey?, ¡yo llevo aquí tres años!
—¡Si, llevas aquí tres años y sigues aquí, Gally!... ¡¿eso qué te dice?!, ¡tal vez deberías hacer las cosas de forma diferente!
—Oigan —Dice Teresa, al llegar a ellos.
—¡Deberías estar a cargo, Thomas!, tal vez deberías estar a cargo —Dice Gally.
—¡Oigan! —Esta vez Teresa grita. —, ¡es Alby!, despertó
Mientras tanto...
Abro los ojos y veo oscuridad. Se huele polvo en el ambiente. Siento el suelo en mi espalda, parece que estoy acostada en el suelo. Intento sentarme y noto que me duele todo, empezando por el tobillo, siguiendo por las piernas y los brazos y por último, la cabeza.
Llevo la mano a mi frente y me toco, una punzada de dolor me hace apartar la mano en menos de un segundo y ahogar un grito de dolor. Mi mano se siente mojada, quizá es sangre.
Suspiro he intento recordar que fue lo que pasó. Recuerdo que caí y luego les lancé el objeto, luego todo es borroso y oscuro, quizá algo me golpeó la cabeza y me desmayé.
En mi espalda siento que aún está la mochila, entonces recuerdo el enorme cuchillo que tenía. Me arrodillo en el lugar y busco con las manos, tocando el suelo. Siento tierra y escombros, grandes y pequeños. Me muevo un poco más hacia la tenue y casi inexistente luz y mi mano se encuentra con algo frío y de metal. El cuchillo.
Me termino de acercar a la luz y salgo de debajo de lo que sea que hay sobre mi. Me levanto del suelo y observo detrás de mi. Parece que la enorme pared que estaba cayendo sobre mi, fue detenida por la pared que se estaba cerrando. Aún así, quizá algún escombro me alcanzó y me golpeó en la cabeza.
Afuera ya es de noche, el laberinto parece más calmado, aún así, no estaba para nada a salvo. Aprieto el cuchillo y empiezo a caminar, con las piernas muy cansadas y con un tobillo ardiendo de dolor.
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El Hilo Rojo: Maze Runner |Minho|
FanficFanfic de la trilogía 'El corredor del laberinto'.