⊱12⊰

6.9K 505 23
                                    

12

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

12. 𝑷𝒍𝒂𝒄𝒂𝒔.

Guardo algo de pan en mi mochila, un sándwich y una fruta, además de la botella de agua. Tomo mi desayuno y me voy hacia una mesa, justo cuando veo llegar a Minho y a Thomas. Ambos toman una mochila y se van hacia Sartén. Unos segundos después llega Newt y va en busca de su desayuno, cuando lo tiene, camina hacia la mesa en la que estoy comiendo yo y se sienta frente a mi. Después aparece Minho, quien se sienta al lado del rubio y Thomas que se sienta junto a mi.

—¿Cómo han dormido? —Pregunta Newt mientras comemos.

—Sin comentarios —susurra el pelinegro.

—Terriblemente, así he dormido, me duele mucho el cuello y la espalda, me siento una anciana —Les digo yo.

—Déjame ayudarte —Dice Thomas y sus manos van a parar en mis hombros, cerca de mi cuello.

—¡Oye, cuidado en donde pones tus manos! —Todos volteamos hacia Minho al oír su grito. —, podrías lastimarla aún más... me refería a eso

Thomas quita las manos y seguimos comiendo, esta vez en silencio. Cuando terminamos nuestro desayuno, nos despedimos de Newt y caminamos hacia la entrada del laberinto.

Minho suspira y hecha a correr, detrás de él voy yo y detrás de mi va Thomas, vamos a la derecha, luego a la izquierda. Nos encontramos con un pasillo muy largo pero sólo vamos hasta la mitad y doblamos otra vez. Pasan al rededor de una hora y media, corriendo, sin detenernos. Aún mantenemos la posición inicial por lo que Minho grita desde delante de mi, mientras dobla la esquina.

—¡Por aquí, no falta mucho para la sección central, corran!

Mis piernas arden y se cansan, al igual que mis pulmones. Sentía que me estaba empezando a quedar sin aire, igualmente me felicitaba por haber corrido tanto sin una gota de sudor, al menos hasta ahora.

Los pasillos se abren y veo que llegamos a la sección exterior, lejos de las pasarelas de piedra alta y enredaderas. Frente a mi veo paredes grises, casi de metal, formando secciones y pasillos casi como salas, casi como el área de grande, es muy amplio.

—¡Vamos, por aquí! —Minho nos señala una dirección y después dobla por allí.

Intento recordar cada entrada, cada pasillo, cada pared he incluso cada piedra que hay en el suelo. Después de una hora más, recorriendo la zona exterior y amplia, a nuestra derecha aparece un enorme número cinco, habíamos llegado a esa sección ya.

—Bien, descansemos y comamos algo, seguiremos en diez minutos —Dice Minho y nos sentamos en el suelo.

Por alguna razón, no tenía tanta hambre, así que sólo me comí la fruta y bebí un poco de agua.

A los diez minutos exactos, nos levantamos y seguimos corriendo una hora más, entonces llegamos a la sección seis.

A partir de eso, Minho apresura el paso, ya estábamos llegando a la siete, la casa del Penitente, de donde salió la última vez que estuvimos aquí, o al menos eso es lo que nosotros creíamos, que él salió de la siete.

Cuando el número que buscábamos aparece frente a nosotros, bajamos el ritmo de nuestros pasos, hasta que dejamos de correr y sólo caminamos.

—Que raro —Dice Minho mientras avanza.

—¿Qué pasa? —Le pregunto, agitada.

—Se supone que la siete se abría en una semana —Me contesta.

Después de entrar en la sección siete, frente a mi se abre una estancia enorme, incluso el doble o el triple que las anteriores. Veo unas delgadas y cortas paredes de metal, pero muy largas hacia arriba, hay cientos y cientos de ellas, incluso diría que miles.

—¿Y este lugar qué es? —Pregunta Thomas.

—Lo llamamos, placas —Contesta el pelinegro.

Caminamos lentamente entre ellas. parecen puertas, acomodadas en filas, una al lado de la otra y una detrás de la otra.

—Miren, ¿qué es eso? —Señalo algo en el suelo, más adelante.

Cuando nos acercamos, veo una camiseta y una mochila. Llenas de sangre. Ambos muchachos se agachan y Minho levanta la camiseta con una mano.

—Ben la traía, ¿no es así? —Pregunta Thomas.

—Si, un Penitente debió traerlo aquí —Minho se levanta y Thomas lo imita.

Un sonido o un pitido casi eléctrico se oye en la mochila de Minho, yo que estoy detrás de ellos, abro el cierre y veo el cilindro del Penitente. Lo saco con curiosidad y lo observo. El objeto suena entre mis manos, me doy la vuelta hacia atrás y el sonido se detiene, entonces me vuelvo hacia los chicos y el sonido reaparece. Doy unos pasos hacia delante y el sonido se incrementa, tanto en volumen como en velocidad.

—Creo que esto nos indica el camino —susurro.

Los chicos asienten entonces sigo avanzando por ese pasillo entre las placas. Llega un punto en que el sonido se detiene, entonces pruebo a la derecha y a la izquierda y doblo para donde el cilindro me indique.

Llegamos a un pasillo oscuro, donde el sonido es muy fuerte y rápido, doblo hacia ese lugar y camino entre la oscuridad, escuchando, además del pitido, mis propios pasos y los de los chicos que van justo detrás de mi.

El pasillo delgado se abre un poco más, dejando una pasarela con dos huecos, uno a cada lado. Me acerco un poco para mirar hacia abajo, parece que es una caída larga por que no se ve el final. Se me revuelve el estomago por la altura y sigo caminando por el centro, intentando no ver hacia los lados.

—Minho, ¿ya habías visto este lugar? —Pregunta Thomas.

—No —Contesta el chico, observando hacia todos lados. Llegamos al final y el suspira al ver solo una pared. —, otro callejón sin salida

El cilindro deja de emitir cualquier sonido y la luz roja que tenía, se convierte en verde. La pared que hay frente a nosotros, al final de la pasarela de piedra, hace un sonido parecido al de la entrada al laberinto. Entonces observo que se empieza a abrir hacia arriba, detrás de esa hay otra pared que también se abre y luego otra más. Cuando las tres suben, me dejan ver un pasillo, más pequeño que en el que estamos, también más oscuro y tenebroso.

El Hilo Rojo: Maze Runner |Minho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora