PRÓLOGO

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Una tarde serena con una vista encantadora del campo, sentados en una banca bajo un árbol majestuoso, contemplaban el paisaje; árboles por doquier y el aroma de flores silvestres los envolvía.

—Te amo, Jungkook.—confesó el azabache a su compañero a su lado—No sabía lo que sentía, tenía miedo de amar de nuevo, pero cuando te conocí, ese temor desapareció.

Ambas miradas estaban conectadas, queriendo expresarse mutuamente. Taehyung tomó la mejilla del hombre y se acercó peligrosamente a él. Su mirada bajó hasta sus labios, esos labios rosados tan apetitosos. Cerró los ojos con la intención de darle un beso, cuando de repente Jungkook entró en pánico, indeciso sobre qué hacer, aunque también deseaba besarlo.

Su mirada se apartó del chico y se posó en una parte de la banca de madera en la que estaban sentados. Después de un efímero momento, se apartó rápidamente de Taehyung, sin querer mirarlo a los ojos. Su cuerpo temblaba, ansiaba salir corriendo, pero algo dentro de él se lo impedía.

—Tranquilo, no es necesario que te pongas así. Si no sientes lo mismo por mí, solo dímelo y lo entenderé. —Taehyung también se sentía desconcertado, ¿acaso lo estaba rechazando?.

Se produjo un silencio inmenso, sin respuesta. Hace unos días todo iba bien entre ellos, ¿por qué ahora se comportaba de manera tan extraña? El incómodo silencio fue interrumpido cuando Nastya hizo acto de presencia.

—¡Papá!, tengo hambre... —se detuvo al percatarse de que interrumpía— Creo que mejor me iré y comeré una manzana, ustedes sigan con lo suyo.

Estaba a punto de irse cuando volvió a mirar a su padre, que estaba atónito. Se acercó más a él y se dio cuenta de la situación.

—Papá, no te muevas...

¿Más?

Habló mientras tomaba una varita del suelo, se acercó a la banca y con la punta de la varita intentó alejar una araña de su padre y colocarla en otro lugar.

—Mi papá es aracnofóbico, profe Tae— informó la pequeña mientras se alejaba con la araña.
El azabache intentó tranquilizar al hombre, ayudándolo a mejorar su respiración. Una vez que Jungkook se calmó, volvieron a hablar.

—Lo siento, no sabía de tu fobia.
—No, no fue tu culpa, no he podido controlar este miedo.
—¿Estás más tranquilo ahora? —preguntó, obteniendo un sí como respuesta—¿Qué tal si volvemos adentro? Prepararé algo para comer.

Dicho esto, se levantó de la banca con la intención de retirarse.

—Te amo, Taehyung.

Confesó de repente, haciendo que el azabache volteara a verlo. Jungkook se acercó a él y volvió a hablar.

—Eres el poema que mi corazón siempre quiso escribir, desde el momento en que nuestros ojos se cruzaron, fui cautivado por la magia de tu belleza.

Ante estas palabras, Taehyung se sonrojó, y sus palpitaciones se aceleraron cada vez que el hombre se acercaba más a él.

Bajo la luz tenue del sol, sus miradas se encontraron como dos destinos convergentes. En el susurro del viento, se acercaron lentamente, sus corazones latiendo al unísono. Cada paso, un acercamiento a la magia que estaba a punto de desatarse.

Sus labios, como imanes, se atrajeron con una delicadeza que solo el amor verdadero puede dictar. Fue un beso que trascendió lo físico, explorando las profundidades de sus almas entrelazadas. Cerraron los ojos, sumergiéndose en la conexión única que solo ellos compartían.

En ese momento, el tiempo se detuvo, y solo existían ellos dos, envueltos en la ternura de un beso que hablaba de promesas y susurros silenciosos. Sus manos se encontraron, buscándose con la misma urgencia que sus labios, sellando un pacto silencioso de amor eterno.

Emocionalmente, el beso fue un viaje a través de recuerdos compartidos, risas y desafíos superados juntos. Cada contacto labial era una declaración de confianza, de entrega total. Y mientras se separaban, aún unidos por la proximidad, sabían que ese beso había marcado un capítulo más profundo en la historia de su amor.

Papá Soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora