Mientras avanzaban por las abarrotadas calles de Seúl en la moto de Jungkook, Taehyung se aferraba con fuerza a la cintura de su novio, utilizando el pretexto de tener miedo para abrazarse más a él.
La brisa fresca de la tarde jugaba con sus cabellos mientras zigzagueaban entre el tráfico, y Tae apretaba los ojos con fuerza cada vez que sentía que la moto se inclinaba en una curva.
A pesar de sus temores, Taehyung comenzó a relajarse gradualmente a medida que se acostumbraba al vaivén de la moto. Se permitió disfrutar del rugido del motor y la sensación de velocidad, aunque todavía mantenía un agarre firme en el pelinegro.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Jungkook condujo una moto, y el zumbido del motor bajo él y la brisa fresca lo hacían sentir vivo de nuevo.
Sentir el poder del motor bajo él, el control absoluto sobre la máquina, despertaba en él una sensación de libertad y euforia que había echado de menos. Aunque estaba concentrado en la carretera, no pudo evitar robar miradas furtivas a Taehyung, quien se aferraba a él.
Después de estacionar la moto frente a la pastelería, se miraron con complicidad antes de lanzarse a una aparente misión de sigilo. Aunque intentaban ser discretos, era evidente que sus intentos de ocultarse detrás de la ventana de cristal eran más cómicos que efectivos.
-¿Crees que nos están viendo?- susurró Jungkook.
-Estoy casi seguro de que sí- respondió Tae, con una risita reprimida.- Pero vamos a fingir eso.
Ambos se agacharon detrás de la ventana, tratando de ocultarse de la vista de los transeúntes, pero era difícil pasar desapercibidos con sus risas contenidas y sus movimientos torpes. Pasaron unos momentos divertidos intentando espiar hacia el interior de la pastelería sin ser descubiertos.
De repente, una voz los sorprendió desde atrás.
-¿Se puede saber qué están haciendo ustedes dos?
Jungkook y Taehyung se giraron para encontrarse con la mirada seria del dueño de la pastelería, un hombre mayor con una sonrisa cálida en el rostro. Ambos se ruborizaron ligeramente, dándose cuenta de lo ridículo que debían parecer.
-¡Oh, hola! Estábamos... eh... admirando los pasteles- respondió Jeon, tratando de sonar lo más convincente posible.
El dueño de la pastelería, con una expresión juguetona en el rostro, se acercó a ellos, quienes intentaban hacer una retirada estratégica hacia la calle.
-¡¿A dónde creen que van?!, No pueden irse sin probar nuestros deliciosos pasteles- exclamó el dueño con entusiasmo, agarrando a Jungkook del brazo y arrastrándolo de vuelta hacia la puerta de entrada.
Jungkook miró a Tae con una mezcla de incredulidad y diversión, mientras Tae trataba de contener una risa nerviosa.
-Parece que no hay escape- murmuró Tae con resignación.
El dueño los arrastró hacia el interior de la pastelería con una energía contagiosa, ignorando cualquier intento de protesta por parte de los jóvenes.
-¡No se preocupen, chicos! Les aseguro que no se arrepentirán. Tenemos los pasteles más deliciosos de la ciudad.
Una vez dentro, la pareja trataba de ocultar sus rostros y buscar de reojo a Hoseok, sin obtener resultados, se encontraron rodeados de una variedad tentadora de pasteles y postres, con el delicioso aroma de la repostería flotando en el aire. A pesar de su resistencia inicial, no pudieron evitar sentirse tentados por las delicias que se exhibían frente a ellos.
El dueño les ofreció una muestra de sus mejores pasteles, sirviéndoles generosas porciones en platos pequeños.
-Les garantizo que les encantará- les animó, con una sonrisa amplia y radiante.
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Papá Soltero
AdventureSumérgete en la cautivadora historia de Jungkook, un apasionado padre, exitoso empresario y destacado modelo en la bulliciosa Corea. Cuando las circunstancias laborales lo llevan al apacible campo con su hija, descubre un mundo completamente nuevo...