CAPÍTULO 5 CASA DE JUGUETES

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El aire ya no era el mismo; el sonido de las aves formaba una armoniosa melodía que proporcionaba paz y tranquilidad. No se escuchaban ruidos de autos, las casas estaban dispersas, los niños jugaban en el césped, el cielo estaba despejado y los árboles se movían al compás del viento; simplemente, la vista era perfecta.

Habían llegado de madrugada, y presenciar el amanecer resultó maravilloso. Después de desayunar, el señor Kang los guió por toda la casa, recorriendo el interior y asignando habitaciones. Luego, se dirigieron al establo; el hombre mayor les brindó instrucciones detalladas sobre el cuidado de cada animal y sus porciones de comida. Quedaron sorprendidos al encontrarse con una variedad de animales: tres vacas, quince gallinas, dos gallos, un pavo, cuatro patos, un burro y dos cabritas. Sin duda, tendrían mucho trabajo. Le presentó también lo que sería su nuevo transporte; una camioneta de carga, poco vieja pero que está en buenas condiciones, ese sería su nueva forma de trasladarse. Cambiaria su auto lujoso por uno todo terreno.

—En aquel terreno— señaló— tengo sembrado mi arroz, tendrás que cuidarlo también. ¿Puedes con todo esto?

—Sí, señor, haré mi mayor esfuerzo, usted puede irse tranquilo.

—Sí durante estos días sientes demasiada carga, háblame, por favor. Y regresaré. Esta casa es lo único que me queda de mi viejita— tomó el hombro del pelinegro— por eso no quería irme sin antes saber que estará en buenas manos. Mira, Nastya se acostumbrará rápido— Ambos miraron a la niña a una cierta distancia donde estaba jugando con otros niños.

—Vendrán por mí, mañana, así que tenemos tiempo para que me pongas al corriente de cómo van las cosas, eh.— dijo guiándolo en dirección hacia unas sillas que tenía afuera de su casa, donde podían ver toda la propiedad.



Los primeros días fueron un desafío para Jungkook y Nastya.

La granja les ofrecía una nueva rutina, donde levantarse temprano era inevitable. Los días soleados se volvieron compañeros constantes, desafiándolos a adaptarse a la intensidad del calor y a encontrar sombras refrescantes bajo los árboles frondosos.

—¡Papá hace mucha calor!— se quejó—  Y no corre viento, ¡vamos a morir!— dijo exagerando.

Jungkook no pudo aguantarse las ganas de reírse a ver a su hija quejándose de esa manera, ella era la persona más contenta por esa aventura y ahora se quejaba a cada rato del sol. Fue tan radical el cambio que dieron, pero eso no les impidió apreciar la naturaleza y convertirla en un hogar reconfortante.

Sus días empezaban siendo despertados por los gallos, ya no tenían necesidad de poner un despertador. Después el pelinegro preparaba el desayuno mientras la niña se alistaba poniéndose ropa cómoda. Ambos le dijeron adiós a sus ropajes formales y elegantes. Ahora su vestimenta era más práctica y adaptada al entorno rural. Era ropa cómoda y adecuada para actividades al aire libre y labores agrícolas. Llevaban ropa duradera como pantalones resistentes para protegerse de rasguños y suciedad, camisas holgadas y de manga larga o corta dependiendo del clima, que proporcionen protección contra el sol y posibles insectos. Zapatos o botas resistentes al agua o lodo, y sus incondicionales sombreros o gorras.

Terminando tenían que alimentar a los animalitos, descubriendo la alegría de convivir con estos seres tiernos y traviesos.

—¡A la derecha!— gritó— ¡agárralo!.

—¿Porqué los sacó?.

—Se me escaparon, todo fue culpa del pavo.

—Hay que comerlo para Navidad.

Papá Soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora