CAPÍTULO 22 MALVAVISCOS

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En un bullicioso día, el hospital de Seúl resonaba con el clamor de los pacientes y el ir y venir de los médicos y enfermeras. El aroma penetrante de los desinfectantes llenaba el aire.

Hoseok, cojeaba hacia la recepción del hospital, con su pierna herida con una mueca de dolor. Su atuendo, usualmente impecable en la cocina, ahora estaba manchado con salpicaduras de salsa de tomate y harina.

—¡Ouch!— exclamó mientras se apoyaba en el mostrador de recepción.— Necesito ver a un médico. Urgentemente.— La recepcionista, una mujer de semblante serio, miró a Hoseok con escepticismo.

—¿Tiene cita, señor?

—No, pero miren esto— dijo Hoseok, levantando la pierna herida con dramatismo. La recepcionista se llevó una mano a la boca

—De acuerdo, espere un momento— respondió, intentando mantener la compostura mientras llamaba a un médico. En ese momento, la puerta de uno de los consultorios se abrió con estrépito y salió Yoongi, el doctor.

Sus ojos se abrieron al ver a Hoseok, quien lo miró con sorpresa.

—¡TÚ OTRA VEZ!— exclamó Hoseok, reconociendo al hombre que una vez lo había puesto a lavar platos en su restaurante y casi acaba rompiendo todo a su alcance.

—Oh, hola Hoseok. ¿Qué te trae al hospital?— El azabache señaló su pierna vendada.— Un pequeño accidente en la cocina. ¿Puede ayudarme, doctor?

Yoongi asintió con una sonrisa.

—Por supuesto, déjame ver eso.

Mientras Yoongi examinaba la pierna de Hoseok, la tensión era inexplicable, los dos compartían miradas cómplices y la mayoría era de orgullo.

Había algo más que solo rivalidad entre ellos. Siempre que se hablaban, terminaban discutiendo ya que ambos eran polos opuestos, ¿y los polos opuestos...?

Mientras Yoongi examinaba la pierna de Hoseok, la recepcionista observaba la escena con interés. La tensión en el aire era palpable cuando de repente, la luz parpadeó y un estruendo resonó por los pasillos.

—¡Cuidado!— gritó Hoseok, perdiendo el equilibrio y agarrándose del brazo de Yoongi.

Ambos hombres cayeron al suelo en un montón desordenado, mientras la recepcionista corría hacia ellos para ayudarlos.

—¡Esto es un desastre!— exclamó la recepcionista, tratando de contener la risa.

Hoseok y Yoongi se levantaron con dificultad, intercambiando miradas de incredulidad y risas nerviosas.

—Creo que definitivamente necesito que me mires la pierna ahora— bromeó Hoseok.

Mientras Yoongi trataba de levantar al azabache, un estruendo proveniente de la sala de emergencias llamó su atención. Ambos hombres se miraron con sorpresa antes de mirar hacia la sala, donde se encontraron con un pandemonio de proporciones épicas.

En medio del caos, un grupo de enfermeras intentaba contener a un paciente con una venda desgarrada, mientras otro paciente intentaba escapar de su cama con la bata puesta al revés.

—¡Esto es una locura!— exclamó Hoseok, observando la escena con asombro.

El peligris asintió, tratando de mantener la compostura.

—Así es como son los días aquí en el hospital. Nunca un momento aburrido.

Con el tiempo, la locura del hospital comenzó a disminuir y la tranquilidad comenzó a regresar a los pasillos.

Después del caos en el hospital, Yoongi guió a Hoseok hacia su consultorio, donde lo hizo sentarse en una camilla mientras preparaba los suministros para tratar su pierna herida. Hoseok observaba el consultorio con curiosidad, notando los diplomas enmarcados en la pared y los estantes llenos de suministros médicos.

Papá Soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora