Olvidé Respirar

Vida familiar

Patrick: 

Llegaba a casa después de trabajar, con una ansiedad que solo se calmaba al estar con Sara y los niños en nuestra burbuja hogareña. Los últimos tiempos habían sido agitados, como siempre suele ser. La próxima semana, Sara volvería a trabajar, y Blanca se quedaría con los niños algunos días, mientras otros serían responsabilidad de mi madre y Aby. Ellas parecían dispuestas a pasar todo el día en casa con los pequeños.

Mi padre, por su parte, era insuperable; a diario, aunque solo fuera por una hora, pasaba a verlos. Respecto a Felipe, la situación era una especie de tregua o, mejor dicho, una guerra fría. Sin embargo, tenía que admitir que se esforzaba por mantener la paz para estar cerca de sus nietos.Venía junto a Lupe al menos dos veces por semana, supuestamente para manejar sus empresas desde aquí por un tiempo antes de regresar a España.

Alma seguía en Barcelona con Javier, mientras que Kelly, que ahora trabajaba en un hospital, pasaba día de por medio por casa. Estaba saliendo con Mijaíl, empresario y socio de la empresa. Aunque algunos le tenían recelo, las veces que vino a cenar a casa con Kelly, noté que no era lo que parecía. Al contrario, demostró ser un buen hombre y, a pesar de que Sara pensaba que era un poco mayor para Kelly, se los veía bien juntos. Al menos, era evidente que él era protector y atento con ella. La vida en casa, con todas estas dinámicas familiares, era intensa y llena de matices.

-Hola nena... ¿cuidaste bien de mamá y los niños? -

Niyet, como siempre, venía a recibirme, apoyando sus patas en mi pecho y sin bajarse hasta que le rascara un poco detrás de su oreja. En la sala reinaba un silencio que solo se rompía cuando Niyet me llevaba hasta Sara.Entré en nuestra habitación y la vi dormida. Debía estar agotada, ni siquiera se había quitado las zapatillas. Me acerqué para besar su frente.

-Hola, mi Grandote... ¿cómo estás? No hagas ruido, por favor, los niños duermen -

Me dijo sin abrir los ojos, sonriendo. Alisson era tranquila, pero Justin siempre quería estar con Sara. Apenas tenían tres meses y requerían mucha atención. Por las noches, Sara terminaba exhausta. Aunque por las tardes la ayudaba, solo ella podía encargarse de Justin. Me asomé a la cuna que estaba al lado de nuestra cama y sonreí al verlos dormir. Mis niños eran hermosos, llevaban el sello Smith, pero sus cabellos eran más claros, al igual que sus ojos, que habían heredado de Sara.

Sara había colocado cunas en la sala, en la cocina y en nuestra habitación. Además de las que tenían en la suya, nunca los dejaba ni un minuto. Ni siquiera cuando estaban conmigo les quitaba el ojo de encima.

-¿Qué te parece si descansan los tres un poco más? Yo me ocuparé de la cena hoy-

Me volví hacia Sara, que abría lentamente sus ojos y se estiraba, quedándome como un idiota sonriendo mientras la miraba, totalmente fascinado.

-Es viernes, amor... En dos horas los chicos vendrán a cenar. Quiero tomar una merienda contigo en paz y conversar antes de que los Smith despierten -

Sonreía y tomaba asiento en la cama para que la abrazara. Amaba que Sara siempre se preocupara de mantener nuestro tiempo de pareja.

-Amo esa idea, Tatlı... Quería hablar contigo. ¿Sabes cuánto te extraño todos los días? -

La tomé en mis brazos para llevarla a la cocina. Ella cubría su boca con la mano para no reír fuerte y despertar a los niños. Disfrutaba de ese breve instante de felicidad porque sabía que la conversación que tendríamos no le iba a gustar, pero ella tenía algo que a mí no me iba a gustar.

-Amor... ya es hora de separarnos de esa empresa. Tenemos a los niños y no necesitamos más. Ya lo habíamos hablado. La constructora se convirtió en una de las empresas más importantes y sólidas. Las inversiones que hicimos por fuera fueron excelentes. Ya no más, Grandote-