El final

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Patrick:

Dos semanas habían pasado desde que Sara regresó a casa, pero ¿las cosas habían mejorado? No realmente. A veces parecía que sí, pero eran momentos fugaces. Durante todo este tiempo, ella había estado extraña. No quería salir de casa, salvo para saber de Santiago, quien aún no despertaba. Constantemente estaba al teléfono con Cathy, mi madre o conmigo. Sus amigas la visitaban regularmente: Eve, Michelle, Anna, Marie, Carol y Diane.

Todas coincidían en que estaba diferente. Aunque seguía siendo divertida en momentos, parecía perderse en sus pensamientos o volverse seria y correcta. Incluso a mí me sorprendía su forma de hablar. Ya no decía groserías y parecía medir sus palabras antes de hablar. Aunque seguía siendo sincera, guardaba silencio cuando no sabía cómo expresarse.

Kelly y Blanca la visitaban prácticamente a diario, pero la que nunca faltaba era Alma. A veces iba con Lupe y otras veces sola. Prácticamente, no cenábamos juntos porque yo evitaba a Alma. Buscaba a los Smith para llevarlos a casa, volvía al trabajo y regresaba por la tarde. Seguíamos durmiendo en habitaciones separadas y cada vez me costaba más acercarme a Sara. No salíamos a cenar ni al parque como solíamos hacer. Por las tardes, cuando yo regresaba, ella se ponía a estudiar. Aby seguía sin despertar, pero estaba estable, según Kevin. Sobre el secuestro de Sara y Santiago, no teníamos avances. Me preocupaba la posibilidad de que Iván estuviera involucrado, y rogaba estar equivocado.

El cumpleaños de Sara se acercaba y era la primera vez que no sabía qué hacer para ella. Era viernes e íbamos a cenar a casa de Adam. Costó convencer a Sara para que aceptara ir. Los niños se quedaban en casa de Lupe y Francisco, y Blanca iba a quedarse con ellos también. Había tenido mucho trabajo ese día y me había retrasado, así que le envié un mensaje a Sara para avisarle. Su respuesta fue fría y breve como siempre."Ok, no hay problema", fue su respuesta cuando llegué.Le dije al verla en la puerta, lucía hermosa, pero seguía sin ser la Sara que conocía.

Le dije al verla en la puerta, lucía hermosa, pero seguía sin ser la Sara que conocía

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- Gracias, Alma me peinó el cabello porque lo había dejado suelto. ¿Estás cansado? ¿Seguro que quieres ir? ¿No prefieres quedarte? - Me preguntó mientras yo le abría la puerta del automóvil para que subiera. Alma, otra vez pensé. Sara siempre llevaba el cabello suelto, y me encantaba. Tenía unas ligeras ondas que la hacían ver aún más hermosa.

-Estoy bien. Creo que será bueno salir un poco de casa solos - Respondí.

Si bien íbamos a la casa de Adam desde que Sara regresó, pasaba todo el día con los niños. Jamás estábamos solos, y eso también influenciaba un poco. La cena estuvo bien, animada, aunque no tanto como siempre. Sara casi no bromeaba, reía y conversaba lo justo. No estaba esa chispa que solía tener; estaba como apagada.

Todos lo notaban, no decían nada. Al contrario, la animaban más o bromeaban con ella para que riera. Pero así, sin más, pasó nuestra primera salida solos, sin pena ni gloria. Volvimos a casa temprano y en absoluto silencio. Incluso apenas entramos, se dirigió a la habitación sin decir nada, y yo me quedé en la sala. Permanecí sentado en el sofá, mirando hacia donde se había ido, pensando que ya no podíamos seguir así. No podía obligarla a querer compartir tiempo conmigo. No podíamos seguir prolongando esta agonía.

Olvidé RespirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora