Nuestra nueva vida

936 143 99
                                    

Patrick

 Tuvimos que desplegarnos a Irak para evacuar la embajada y buscar a un terrorista. Supuestamente teníamos 28 días para todo... y mi boda era en 40 días, llegaría diez días antes a casa... Pero todo se complicó, y esta vez, por primera vez, pensé que no íbamos a lograrlo. No sé si fue un golpe de suerte, habilidad de trabajar en equipo o qué sucedió, pero el día 38 estábamos sacando a todos los civiles para volver.

- ¡Águila! ¡Tienes que sacarnos de aquí ya! ¡La boda de Martillo es mañana! -

 Adam me veía controlar el tiempo cada cinco minutos y se ponía nervioso. Había doce horas de vuelo, y con viento a favor llegaríamos a las seis de la mañana a Fort Drum. Mi boda era a las diez de la mañana, y la iglesia estaba a dos horas de allí... digamos que íbamos contra reloj.

- ¡Muevan sus traseros, damitas! ¡Estoy ansioso de ir a una fiesta, ya comí demasiada arena todo el mes! - 

Gritaba Erick o Águila, como le decían, porque aunque todos sabíamos pilotear, él era el oficial, el mejor sin dudas, y un amigo incondicional desde mis ocho años.

-Martillo, Max estará esperando por tí apenas llegues para ir a casa de tus padres me acaba de avisar que tendrán todo listo -

Me decía Chris mientras subíamos al avión para irnos, pero mi humor estaba pésimo porque odiaba pensar que Sara esperara o terminaramos posponiendo.

-Todo despejado, no queda nadie, y todos a bordo... llévanos a la fiesta, Águila, quiero conocer lindas señoritas -

 Bromeaba Rick, palmeando mi espalda al verme ansioso. Éramos diez en total, nos conocíamos demasiado y nos protegíamos unos a otros. Había todo tipo de personalidades entre nosotros, pero siempre cubríamos nuestras espaldas por encima de todo. Éramos amigos hasta el final.

- ¿Qué sucede? - 

Le pregunté a Adam, que iba sentado a mi lado mirando la nada misma. Era raro en él, ya que siempre era el más animado a la hora de regresar.

- Hasta aquí llegué, amigo... Antes amaba esta adrenalina, pero ahora Michelle está embarazada... tengo una familia, y si no hubiese sido por Apache y Halcón esta vez, no volvía a casa... nunca tuve miedo, pero esta vez lo tuve. Tuve miedo de no poder conocer a mi hijo -

 Adam me hablaba totalmente serio y seguro. Realmente lo entendí. Yo también pensé que íbamos a perder a Adam, pero su miedo no era a la muerte, sino a no estar junto a su familia, y en algún momento, yo también tuve miedo de no llegar a Sara a tiempo.

- Entiendo. A veces también lo pienso. ¿Te acuerdas de la constructora que vamos a comprar tú, Cris y yo? Pedí ayuda. Dame tiempo, ¿confías en mí? -

 Le dije, chocando su hombro. Hacía tiempo que venía con algunas ideas en mi cabeza, ya que también estaba armando mi plan de respaldo para salirme.

- ¿En serio preguntas eso, Martillo? Por supuesto que confío en ti... Siempre has sido el amigo más leal de todos, eres un excelente hombre. No lo olvides, si el estúpido de tu suegro no lo ve, es su problema - 

Adam respondió con confianza.

Solo lo miré sonriendo y me acomodé en el asiento para dormir un poco. En dos días, habíamos dormido un máximo de cinco horas, y realmente estaba agotado. Al llegar, todo fue como no me gustaba, corriendo y apurado. Llegué a la iglesia con solo cinco minutos de retraso, ansioso de ver a Sara. La llamé apenas bajé del avión, pero aún así estaba intranquilo.Verla entrar me dejó sin aliento. Literalmente, mi corazón se detuvo un segundo. Había extrañado tanto verla, su sonrisa, esa que me daba cada vez que me veía. Lucía preciosa, como siempre, pero hoy era la imagen de un ángel viniendo hacia mí. Sus votos fueron de lo más hermosos y originales, al igual que ella, haciéndonos reír a todos los que estábamos allí.En la fiesta, elegimos sentarnos en una mesa solos. Desde lejos, escuchábamos las bromas que me hacían porque tenía a Sara en mi regazo, como siempre, pero no me importaba en absoluto. Tenerla así era mi sensación de paz, de que estaba en casa, en mi lugar.Estaba bebiendo con mis compañeros y amigos, y desde lejos veía a Sara hablar con mi madre y la suya. Lo más gracioso era que tenía a Cathy y a Blanca, una de cada lado, abrazando su cintura. Mi Tatlı definitivamente había robado mi familia. Dejé de ser el preferido, y ella tomó mi lugar.

Olvidé RespirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora