Límite

772 121 93
                                    

Patrick: 

Salí de casa, furioso. Necesitaba irme porque estaba a punto de golpear a Felipe, y si llegaba a ese extremo, sería un punto de no retorno. Me dirigí directo a la casa de mis padres; no quería hablar con nadie, y allí nadie iba a presionarme.

-Patrick, ¿todo bien? ¿Sara y los niños? -preguntó de inmediato mi madre cuando me abrió la puerta. Yo tenía llaves de la casa, pero solo las usaba si no estaban.

-Pat, ¿qué sucede? -preguntó inquieta Cathy, que estaba con Santiago. 

Estaban todos cenando cuando llegué, incluida mi Aby. Solo les di una mirada y subí directo a lo que era mi cuarto. Nadie dijo más nada; sabían que no iba a hablar. Me dirigí directo a la ducha, tratando de relajarme, porque sinceramente no podía dominar mi enojo.

-Genial... encima incomunicado...-me quejé solo cuando iba a acostarme, al notar que dejé mi teléfono en casa.

Me costó dormirme; me sentía culpable de dejar a Sara sola en esa situación. Mi familia estaba sufriendo, y yo no podía evitarlo. Sara soportaba todo a mi lado. Si bien en el último tiempo discutíamos, a veces hasta por pequeñeces, o simplemente estábamos un poco alejados, era por la situación que estábamos atravesando y que, sin dudas, no sabíamos manejar. Los Smith, a los que les estaba dedicando poco tiempo, algo que nunca había hecho porque juramos con Sara que ellos serían nuestra prioridad, daban vueltas por mi cabeza mientras me dormía sin darme cuenta.

-Es temprano; aún tienes tiempo de ir a desayunar junto a tu esposa-me dijo mi padre cuando me levanté más temprano y fui por un café a la cocina. 

Lo encontré preparando el desayuno para mi madre, que aún dormía.

-Papá... por favor..."-le dije haciendo una seña con la mano para indicarle que no estaba para sermones.

Blanca llamó ni bien llegaste, quería saber de ti, si estabas bien... nos comentó lo que, sucedió-me dijo sin dejar de preparar el desayuno, y hasta se veía algo molesto.

-Entonces no hace falta que te explique lo que me pasa, así que ahórrate el sermón-le respondí de mala manera, sin necesidad.

 Mi padre estaba al tanto de todo lo que sucedía con Mariam; siempre le contaba todo. Además, seguía en la empresa y me ayudaba en todo lo que podía.

-¿Así tratas a Sara? Porque si ese es el caso, voy a ayudarla a que te dé una patada en el trasero- dejó de hacer todo y me miró a los ojos más molestos que antes.

-Lo siento, ¿sí? Solo necesito tiempo, estoy algo saturado- me disculpé sinceramente, porque él solo quería ayudar.

-Sara también está saturada, dolida y preocupada, y todo lo que haces es encerrarte en tus silencios. Para rematar, la dejaste sola enfrentando a Felipe, preocupada por ti, con los Smith llorando porque su padre no fue a arroparlos, y ella diciéndoles que estabas con dolor de cabeza y que debían darte tiempo y cuidarte- me dijo mi padre, por demás molesto.

-¿Por qué Blanca, en lugar de llamar y decirles esto, no se ocupó de ayudar a su hermana?- lo que dije fue realmente estúpido, pero es que me dolió pensar en lo que mi padre me dijo, y largué la primera estupidez que se me ocurrió para justificarme.

-Lo vi yo mismo. Apenas Blanca nos dijo lo que sucedía, fui con tu madre a tu casa, y me encontré con Kelly discutiendo con Felipe, que no quería irse sin hablar con Sara. Lupe no sabía qué hacer, y Sara estaba en la habitación de los niños que lloraban porque esperaban por ti. Pero como tienes una mujer que tiene los pantalones bien puestos, le pidió a tu madre que se quedara un momento con los niños, y se encargó de gritarle un par de verdades a Felipe en la cara, para luego decirle que no quería verlo nunca más- parecía que mi padre quería golpearme, y a decir verdad, yo mismo quería hacerlo. Había dejado sola a Sara con todo el caos.

Olvidé RespirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora