Solo una semana...

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Sara

El jueves temprano Patrick me escribió para confirmar que vendría por mí. Le envié la ubicación y como prometió, a las cuatro de la tarde en punto llego por mí. Teníamos poco más de dos horas hasta la cuidad, así que íbamos conversando y riendo, el reía de mi porque me contaba lo que podía de su trabajo, y yo imaginaba que era como en las películas, y eso lo hacía reír a él a  carcajadas.

- Tienes una imaginación increíble, pero admito que muchas veces la realidad supera la ficción. así que es mejor no pensar tanto... cuéntame sobre tu libro. -

me di cuenta de que no quería hablar mucho sobre lo que hacía, en realidad, no quería dar detalles, era como si lo incomodaran.

- En realidad llevo tiempo investigando... pero básicamente trata de cómo nos educaron a las mujeres... Nos hicieron creer que ser buenas mujeres es anteponer todo a nosotras mismas... primero debemos ser buenas esposas, para ser buenas madres debemos olvidarnos de que somos mujeres y dedicarnos solo a nuestros hijos... las mujeres no podemos hacer o decir ciertas cosas, porque no es correcto... ¿Por qué siempre creen que necesitamos tener a un hombre al lado que nos cuide? NOOOO!!! no somos frágiles muñequitas de porcelana...No es así, son solo barreras sociales, y acerca de eso escribo, de romper esos paradigmas. -

Le expliqué a grandes rasgos... porque me miraba de costado y torcía un poco su boca, al parecer no estaba muy de acuerdo.

- Tu familia es muy tradicional? ¿Tu madre se dedicó a ustedes y tu padre fue el proveedor? -

Preguntó sin mirarme.

Estábamos llegando al estadio donde se jugaba el partido, y había muchísima gente, el buscaba un lugar para aparcar.

- Si... pero no se trata de eso, no es mi familia ... sabes que vivimos en una sociedad donde la mujer es considerada el sexo débil. -

Respondí señalando un lugar que vi desocupado para que dejara el automóvil.

- ¿Débil? no lo creo... ustedes traen al mundo a idiotas como nosotros, y soportan todo estoicamente. Sonríen, aunque por dentro estén rotas, tienen una inteligencia emocional y un sexto sentido que los hombres no, no nos necesitan, nosotros las necesitamos. Tengo una abuela, una madre y una hermana... esas mujeres, si quisieran, dominarían el mundo...-

Me guiñó un ojo y bajó para rodear el automóvil y abrir mi puerta para ayudarme a bajar... no solo me sorprendió lo que dijo, sino la cantidad de palabras que soltó, porque jamás lo había hecho desde que lo conocí...

- Oye... lo dices para quedar bien o eres diferente? -

Pregunté con una sonrisa mientras aceptaba su mano extendida, actuaba como todo un caballero, incluso se rió de lo que le dije, apretó mi mano suavemente y comenzamos a caminar.

- Eso es algo que tendrás que descubrir por ti misma... no me gusta hablar de mi. -

Reímos los dos y me quede mirándolo como boba, tenía una sonrisa preciosa, sus ojos brillaban de una manera increíble, él y toda su persona me daban paz y seguridad. La noche fue genial, nos divertimos muchísimo, bebimos cerveza juntos, me enseñó a silbar como él lo hacía y se reía porque decía que yo era más grosera que el... en realidad, lo era, porque no lo escuché soltar una sola grosería en todo el partido. Al salir me invitó a cenar. Fuimos por unas hamburguesas, que no era lo que él tenía planeado, pero no se quejó en absoluto. Estábamos comiendo y le contaba sobre mis hermanas y nuestras cosas y se reía de mí, porque decía que éramos tres contra una de ellas, pero reía más de mis expresiones que de cualquier otra cosa... Dios, lo veía sonreír y me enamoraba cada vez más.

Olvidé RespirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora