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No había lugar más bello. La montaña de Emrys tenía un paisaje hermoso, desde ahí se podía contemplar toda la ciudad de Velah. El palacio a lo lejos, lucía pequeño comparado con la inmensidad del cielo. Las aves cantaban de manera tan hermosa que superaban a cualquier orquesta. La montaña era magnífica. Era el lugar favorito de Roan.

Roan había pasado la mitad de su vida en el palacio y la otra mitad en el campo de batalla.
Cuando tenía tan solo 8 años de edad fue llevado como esclavo a la capital de Astronomus, la ciudad de Velah. Fue comprado por el jefe de la guardia quien no tardó en descubrir su potencial para pelear.
Era un niño fuerte pese a mala alimentación que llevaba por ser esclavo. Estaba lleno de energía pero lo que más resaltaba en él era su espíritu rebelde. Tenía una mirada viva. Una mirada que buscaba derramar sangre antes de dejar que derramaran la suya.

No pasó mucho hasta que el niño llamó la atención del recién coronado rey, quien lo sometió a las pruebas para ser guerrero. Aprobó todas y quedó fascinado con tanto potencial. A partir de ese día formaría parte de la guardia real. Pero no solo eso. A partir de ese día, aquel niño tendría un nombre digno. Roan.

Conforme crecía y entrenaba se hacía cada vez mejor. Participaba en todas las batallas, pequeñas o grandes. Roan demostró no solo ser físicamente fuerte y hábil en el manejo de armas. Demostró también poseer una gran capacidad estrategica y ser sumamente astuto.
Por todo esto, dejó de ser un simple guerrero y se le concedió el título de caballero, que al poco tiempo, superó conviertiendose en el jefe de la guardia más joven que había visto el reino.
Ciertamente el rey lo adoraba. Confiaba plenamente en él. Porque no solo era el jefe de la guardia. También era su consejero y amigo.

Sin embargo, no era exclusivo del rey, en realidad todos lo adoraban. A donde iba era recibido con honores. Todos los de la corte trataban de ganarse su favor. Las mujeres lo encontraban irresistible, le hacían promesas de amor y le rogaban para que las desposara. Él, por supuesto no aceptaba, ninguna mujer le gustaba lo suficiente como para descuidar su puesto en el reino. Es por esto que tenía fama no solo de ser el mejor guerrero, sino también de ser un libertino.

Llevaba una buena vida, pero no se sentía del todo bien. Un sentimiento de vacío lo atormentaba. No sabía su motivo, solo sabía que estaba ahí e intentaba llenarlo con lo que fuera con tal de librarse de él. Recurría a la guerra, a las mujeres, a la bebida, incluso a la religión pero nada parecía funcionar por mucho tiempo. Y con el paso del tiempo decidió ignorarlo.

Roan era el más leal de los guerreros. Era un joven astuto que nunca había usado su astucia en contra del reino. Amaba su nación. O eso era de lo que él se había convencido. Nunca se había cuestionado su devoción. Él no estaba para cuestionar, el simplemente cumplía con su deber y era un honor cumplirlo fielmente.

El joven guerrero esperaba continuar así. No imaginaba el desastre que se desataría a causa de su imprudencia.

La imprudencia de amar el fruto prohibido.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora