- El príncipe. El príncipe ha...
- ¡Habla maldita sea! ¡¿Qué sucedió?! - ordenó el rey con impaciencia.
- El príncipe ha sido atacado. Está gravemente herido.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo sucedió?!
- El príncipe salía del palacio y un hombre le clavó un cuchillo en el abdomen.
- ¡¿Y no lo vieron?! ¡¿Cómo pudieron no notarlo antes?!
- Señor, el hombre no se ocultó, solo salió y atacó al príncipe, no le importó ser capturado. No pudimos prevenirlo. Ya llamamos a los sacerdotes. Por favor, ¡perdonenos mi rey!
- Maten a ese malnacido.
- Cómo usted ordene señor.
El palacio era un caos, los sacerdotes no tardaron en llegar, pero está vez Kyrell no temía, en realidad, estaba igual de sorprendida que todos, esto no era obra suya.
- ¿Quién era ese hombre?
- ¿No lo sabes? Era el padre de Saara.
- ¿Entonces vino a cobrar venganza por la ejecución de su hija?
- Eso parece.
Kyrell se ocultó detrás de la puerta para escuchar esa conversación. El padre de aquella concubina atacó al príncipe. La joven no pudo evitar sonreír, alguien había hecho el trabajo sucio por ella, pero no le bastaba. El príncipe aún no estaba muerto. En ese momento decidió no mancharse las manos. Alguien más terminaría su trabajo, alguien más terminaría con la vida del príncipe.
La joven fue en busca del rey, tenía que darle apoyo, tenía que ser una buena concubina.
El rey se encontraba sentado en la sala del trono, su rostro estaba apagado, sus ojos miraban al vacío.
Kyrell entró con una charola la cual llevaba una jarra de vino y su respectiva copa.- Querido rey, cuanto lamento que tal tragedia haya sucedido. Usted es tan bueno, no merece ser castigado así por los dioses.
- ¿Castigado? - preguntó sin mirarla.
- Si mi señor. El joven príncipe le hizo un enorme agravio al involucrarse con una de sus mujeres, pero como no recibió ningún castigo, los dioses ahora se encargan. Y usted mi rey, si no da correctivo al joven será castigado también. La ira de los dioses no se apaciguará hasta acabar con toda su casa.
- ¡Cállate! - gritó el rey y golpeó a la mujer haciendo que tirara la charola del vino.
- Méteme si es lo que desea gran rey, pero no es mi sangre la que los dioses anhelan.
- ¿Qué insinúas?
- Un hijo debe respetar a su padre. Y aún más si su padre es el rey. Es una falta grave cometer adulterio con la mujer de tu padre. ¿Acaso no le importa que su hijo se haya burlado de usted todo este tiempo? Tal vez no, pero a los dioses si les importa. Los reyes son la personificación de los dioses en la tierra por lo tanto, su hijo se está burlando de los dioses.
- Ten cuidado con lo que dices.
- Mi rey, si no me importara... Si no le tuviera la lealtad que le tengo, me callaría. Pero ¿Cómo puedo callarme si usted está en peligro? ¡Jamás podría perdonarme tal traición!
Kyrell rompió en llanto. Y al verla, el rey cambió su mirada. Su mirada vacía se convirtió en una mirada de rabia y salió apresuradamente del salón. Se dirigió a la habitación del príncipe y gritó a todos que salieran.
Miró su rostro con desprecio, desenvainó su daga y en medio de su ira, la clavó en su herida.El rey acabó con la vida de su propio hijo.
El monarca nunca había matado. Cuando vio la sangre salir, cayó al suelo inconsciente y al escuchar el golpe, los soldados entraron, pero no estaban preparados para ver lo que había pasado. Nadie lo esperaba. Todos quedaron horrorizados. Todos excepto Kyrell, quien se regocijó al escuchar la noticia.
El rey había sido hechizado por ella, por eso la adoraba tanto, cada palabra que decía era poesía a los oídos del soberano. Era fácil convencerlo de cualquier cosa pues debido al hechizo, era muy susceptible. Aunque está vez se había resistido, ese golpe de verdad le había dolido, sin embargo el dolor era mínimo comparado con la satisfacción que la inundaba.
Su anhelada venganza por fin había comenzado.
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Entre Magia Y Lealtad
FantasíaKyrell es una bruja enviada como concubina al palacio con una tarea. Acabar con la familia real. Roan es el jefe de la guardia real y el más leal de los guerreros. Sin embargo, una dulce melodía de destrucción será orquestada por ellos.