XXVI

7 1 0
                                    

El cielo comenzaba a nublarse y el aire se sentía húmedo; sin duda, se acercaba una tormenta. Kyrell disfrutaba de la lluvia, pues pensaba que al caer, lavaba no solo las calles, sino también los pecados y la sangre que alguna alma condenada había derramado.

Desde la montaña de Emrys el palacio se veía pequeño y la gran ciudad Velah no era más que un montón de manchas coloridas y estatuas que parecían más bien piezas de algún juego.
A Kyrell le había tomado casi toda la mañana subir a la montaña ya que escalar no era algo que acostumbrara y para cuándo llegó, el cansancio la dejó sin ganas de bajar.

Perdida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que alguien subía la montaña hasta que una voz la devolvió a la realidad.
Era Roan, quien cargaba su espada, como siempre. Kyrell pensó que llevarla siempre con él tenía un peso simbólico, algo que quizá no aceptaba para sí mismo. Entonces recordó que ella por su parte, cargaba siempre con la daga de Benedict y al darse cuenta, su corazón se entristeció, supo que ambos tenían un pasado tormentoso del cual querían protegerse, aún si eso les causaba más dolor.

El joven guerrero se sentó a su lado y sonrió.
- Este es mi lugar favorito. - dijo en tono suave mientras jugaba con el cabello de la chica.

- Roan... - la joven dejó escapar accidentalmente algunas lágrimas sin poder terminar lo que tenía para decir.

El capitán limpió sus lágrimas y preguntó que pasaba, pero ella no respondió y en cambio, lo abrazó con fuerza.

- Kyrell - pronuncio cuando el abrazo cesó. - ¿Quién eres en realidad?

La joven se quedó sin aliento, consciente de que el momento de enfrentar su pasado y revelárselo había llegado. La sola idea la llenaba de un inmenso terror, pues Roan se había convertido en lo más preciado para ella. Deseaba estar a su lado, ya que en su compañía había encontrado la paz que su alma tanto anhelaba y la posibilidad de perderlo le aterraba incluso más que su propia muerte.

- ¿Qué soy para ti? - preguntó entonces Kyrell. - ¿Qué tan importante soy para que puedas perdonar mi pasado?

-¿Perdonar tu pasado? - cuestionó el guerrero, un tanto confundido.

- Mi pasado es algo de lo que nadie se podría sentir orgulloso, de principio a fin, mi historia está empapada de pecado y sangre. Soy un ser impuro que se había resignado a vivir en las sombras, había aceptado mi destino. Sin embargo, cuando te conocí tuve un sentimiento el cual desconocía. Me enamoré de ti Roan. Mi corazón se llenó de calidez y deseé liberarme de mi destino para poder estar contigo, aún si debía traicionar a la única persona que me tendió la mano.

-Sé un poco sobre ti. No mucho, porque
aunque te busqué durante dos años, lo que
he escuchado proviene de personas cuya
moral es, cuestionable -el joven hizo una pausa, con gesto de duda, y miró a Kyrell. Al ver el miedo en sus ojos, decidió ser sincero-. Ushne me habló de ti. Solo unas cuantas cosas, ya que esperaba algo a cambio de contarme todo.

Kyrell sintió como si un alud de piedras
cayera sobre ella, como si un carruaje la
hubiese atropellado. La presión en su pecho
fue tan fuerte que la hizo palidecer.

-¿Estás bien? - preguntó Roan preocupado, se
acercó e intentó abrazarla, pero la mujer se
apartó bruscamente.

- ¡Maldita mujer! ¡¿Qué fue lo que te dijo?! Dímelo, te ruego que me lo digas.

El capitán la miró con tristeza y sujetó con fuerza su espada, un gesto que hacía ante alguna emoción desagradable.

- Me contó que vivías en Orión, al igual que ella, pero que tú, bueno, te dedicabas a... Trabajos nocturnos.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora