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"Yo heredaré el trono", pensó Moloc al
escuchar la declaración del rey.
Sabía que Roan no tardaría en movilizar a sus tropas, después de todo era jefe de la guardia.
Sin embargo, Moloc, en su posición de noble, contaba con soldados que le debían favores
o dinero, y planeaba usarlos para entorpecer
el camino de Roan.

No obstante, había un guerrero que le inquietaba: Tarim.
No era un secreto que este soldado respondía al duque y, además, tenía la ambición de convertirse en jefe de la guardia, lo que a simple vista, podría parecer favorable para Moloc, pero había algo en él que le generaba desconfianza.

Sus sospechas no eran infundadas, ya que
tan pronto como tuvo la oportunidad, el
duque le ordenó a Tarim que informara a
Benedict sobre la situación.

-

Tarim alistaba su caballo para ir en busca del asesino cuando fue interceptado por Kyrell, quien le dio un susto ya que no había notado su presencia.

- No sabía que te ponía tan nervioso - dijo la joven en tono insinuante.

- Solo me tomaste desprevenido, ¿Qué deseas?

- Impedir que vayas con Benedict.

- ¿Por qué? ¿Acaso quieres que lo atrapen?

- Tal vez.

- Si cae, estamos perdidos. - respondió el soldado confundido.

- En todo este tiempo el no ha intervenido. Soy yo quién se encargará de la familia real.

- Pero él es tu superior, además, no advertirle hará que el duque se enfade.

- Él no es mi superior. De mí depende si el duque llega al trono así que lleva tu caballo al establo y asegúrate de mantenerte en silencio. - contestó la joven irritada.

- ¿Desde cuándo recibo órdenes de una concubina?

- Desde que la deseaste. Si tanto quieres estar en mi regazo debemos deshacernos de Benedict primero, de lo contrario él te mataría sin dudarlo.

- ¿Entonces tienes ese tipo de relación con él? Debí suponerlo.

- Cree que soy de su propiedad y yo ya me cansé de vivir bajo su yugo. Si los guerreros lo atrapan seré libre y podré estar contigo, pero mientras él viva, no podré.

- Primero Roan y ahora Benedict. No trates de jugar conmigo o lo pagarás muy caro.

- No lo intento, necesito de ti, pero debes entender la situación en la que me encuentro.

- Tengo la impresión de que si me niego me matarás.

- ¿Tienes miedo?

- No, en absoluto, pero me causa intriga lo que haces para causar tal deseo en los hombres. Y esa intriga solo hace que te desee más, solo por eso haré lo que me pides.

- Tenemos un trato. - pronunció Kyrell mirándolo maliciosamente para irse después mientras intentaba ocultar su emoción.

La sola idea de cazar a Benedict le causaba tanta adrenalina que estuvo a punto de correr hacia Roan para comenzar, sin embargo, debía ser prudente, no podía permitirse que Tarim la viera o se arruinaría el plan.
Deseaba tanto ver como Roan entregaba el cuerpo sin vida de su amante. Sin él sería libre, ni siquiera el duque sentía un problema. Una vez el asesino quedara fuera, solo debía mover unas piezas más para ganar.

Sin embargo, en su euforia olvidó un obstáculo importante. El duque no era el único que velaba por Benedict. Ushne no quedó contenta al enterarse de la cacería. A pesar del profundo rencor que le guardaba, no pudo evitar sentir tristeza al imaginar su cadáver exhibido en el salón del trono. Así que decidió salir en su búsqueda.

Durante el viaje, en varias ocasiones pensó
en regresar, asumiendo que el duque o Kyrell
ya habrían advertido a Benedict. Pero una sensación en el pecho la impulsó a continuar
hasta encontrarlo, lo cual no fue nada fácil.

Benedict la recibió con un cuchillo en el
cuello, lo que le hizo preguntarse si
realmente debió haber llegado hasta allí.

-¿Qué haces aquí? ¿Cómo me
encontraste? - preguntó el asesino, apretando el cuchillo.

-¿Qué quieres que te responda primero? - dijo Ushne, tratando de sonar firme, aunque su voz temblaba.

-¿Qué haces aquí?

-Vine a advertirte del precio que han
puesto por tu cabeza -respondió casi sin
aliento.

-Siempre ha habido un precio por mi
cabeza. Dime la verdad o te mato.

-Esta vez es diferente. Solo los príncipes
pueden cobrarlo, y quien lo haga, heredará el
trono - respondió alzando la voz.

-Habla, dime todo lo que sabes -sentenció retirando el cuchillo.

-El rey ha decretado que los príncipes
competirán por tu vida. El que te traiga ante
el rey, heredará el trono. No tardarán en
movilizarse.

-¿Debería preocuparme? Nunca me han
atrapado -respondió Benedict, con arrogancia.

-Tengo el presentimiento de que esta vez
será diferente.

- ¿Por qué sería diferente?

- El jefe de la guardia parece tenerte un odio
especial. No lo subestimes. Además, ¿ya te
advirtió tu mujer? Quizá después de todo,
prefiere quedarse con el capitán; es mucho
más joven y atractivo que tú... - Ushne
apenas pudo terminar la frase antes de que
Benedict la tomara del cuello, enfurecido.

-De ella me encargo yo. No te metas. - amenazó mientras sus ojos brillaban con furia, provocándole a Ushne un nudo en la garganta.
- Ahora responde, ¿cómo me
encontraste?

-Te conozco, Benedict. Mis instintos me
guiaron.

-Si vuelves a buscarme te mato. Pero antes de que te vayas, quiero pedirte algo.

-Veremos si tengo ganas de cumplirlo - replicó Ushne, con resentimiento.

-Envía algunos soldados a la antigua ruta
del oro. Tengo un regalo especial que enviar.

-Está bien. Les diré que vayan en siete días.
Será la única petición que cumpliré.

-Te lo recompensaré - prometió él,
mientras Ushne se marchaba.

"Te odio", pensó la mujer, intentando ahogar el
torrente de emociones que la había invadido
al ver a su antiguo amante.

-

Mientras tanto, en el palacio, Kyrell le proporcionaba a Roan información crucial. Le describió la forma de matar de Benedict; aunque sus métodos variaban, seguía siempre un patrón. También le habló de su comportamiento: Benedict cambiaba de ubicación constantemente, prefiriendo lugares aislados y de difícil acceso. Cuando tenía demasiado trabajo, solía ocultarse en lugares pequeños y abarrotados, donde podía disipar su presencia entre el bullicio de la gente.

Además, Kyrell le dio las ubicaciones que Benedict frecuentaba y sugirió mantener una vigilancia constante sobre esos puntos.

—Es difícil atraparlo, lo mejor será tenderle una trampa —dijo Kyrell, mirando a Roan intensamente—. Puedes usarme como quieras. Estamos juntos en esto, Roan. Yo seré tu arma siempre que lo necesites.

—No quiero ponerte en peligro —replicó Roan, tomando su mejilla con suavidad.

—Estaré bien —respondió ella, con determinación—. Yo también quiero ver la cabeza de Benedict rodar. Atraparlo es el deseo de ambos.

—Lo atraparemos y después, el trono será nuestro.

—Prométeme que estarás a mi lado cuando llegues al trono —pidió Kyrell, con una mirada de anhelo.

—Lo prometo. Lo único que deseo es estar contigo —respondió él, con firmeza.

Los dos sellaron su promesa con un beso, sintiendo una intensa emoción. La cacería estaba a punto de comenzar y sabían que, una vez desatada, no habría vuelta atrás. Aunque presentían que un huracán se avecinaba, no hacían más que acercarse a él, seguros de que, si era necesario, desafiarían a los mismos dioses con tal de permanecer juntos.




Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora