XIX

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- ¿Buscas a alguien?

El jefe de la guardia se quedó helado. Un escalofrío recorrió su médula al escuchar esa voz. El aura que desprendía era aterradora, incluso para alguien que había vivido el horror de la guerra.
Se giró para ver al hombre pero cuando quedó de frente, aquel sujeto apuntaba con una daga a su cuello. Un mal movimiento y podría acabar muerto.

- ¿No eres acaso el capitán de la guardia? ¿Por qué estás tan asustado? - burló el asesino con intenciones de provocar al joven, lo cual logró, pues el guerrero sacó rápidamente su espada haciendo volar la daga de su oponente.

- No está mal. ¿Ese movimiento lo aprendiste aquí o te lo enseñó tu padre? - preguntó Benedict sin dejar su aire de superioridad.

Roan no respondió. No pensaba distraerse con sus provocaciones, tenía que atrapar al asesino de la reina.

- Tal vez no lo sepas Roan, pero tú padre era un asesino a sueldo igual que yo, de hecho, lo que soy ahora se lo debo en gran parte a él. - confesó el hombre de cabello rubio y sacó una nueva daga, esta vez más pequeña.

El capitán no respondió, en su lugar, comenzó a lanzar ataques que el asesino apenas pudo esquivar, no obstante, uno de ellos logró atravesar su costado, lo cual fue aprovechado por éste para clavar su daga en el brazo del guerrero.

Ninguno sacaba su arma y la tensión comenzó a ser insoportable hasta que Roan sintió que la cabeza le dio vueltas y dio un paso hacia atrás, quitando así la espada del costado de Benedict.

- Eres bueno peleando, debo admitirlo, aunque yo siempre vengo preparado.

Roan se puso en posición de combate pero nuevamente sintió un mareo acompañado de un dolor paralizante en el brazo que había sido herido. Empuñó su espada y lanzó un ataque, y otro, hasta que se dio cuenta que estos habían sido más débiles y que la cabeza también empezaba a dolerle. Se alarmó, supo entonces que esa daga estaba envenenada.
Deseó que el ejercicio viniera ya que en ese estado no podría hacer mucho, claro que ante ese deseo, su orgullo se sentía profundamente herido, lo que le hizo seguir luchando hasta que escuchó pasos acercándose rápidamente.

- ¡Benedict! ¡Basta ya! ¡¿Qué crees que haces?!
Era Kyrell, quien respiraba con pesadez. - ¡¿Qué haces aquí?! ¡Vete ya!

- Oh vaya, ¿ahora tú me das órdenes?

- Es peligroso que estés aquí.

- No intentes quedar bien conmigo, mejor dime la verdad, ¿Viniste a socorrer a tu guerrero?

- Vine al escuchar que un hombre con tus características había entrado al palacio y qué lo acusaban de matar a la reina. Debes irte.

- No me puedo ir ahora que él me ha visto. Debo terminar lo que empecé. Además, tengo un rencor personal que me gustaría saldar.

- Yo me encargo de él. Ahora vete, la guardia te está buscando.

- No. Él no irá a ningún lado. - dijo Roan firmemente mientras alzaba nuevamente su espada.

- Roan por favor, el veneno no te dejará luchar.

- ¿De qué lado estás? - amenazó el asesino.

- Yo solo... - la joven comenzó a retroceder al ver como su amante se acercaba hacia ella de forma intimidante. Era una reacción que la chica tenía casi inconsciente. Cada que hacía algo que fastidiaba a Benedict éste se acercaba lentamente a ella hasta dejarla sin espacio y una vez allí, la tomaba bruscamente del rostro y empezaba a apretarlo hasta que Kyrell se disculpara dejándose caer de rodillas.
En una ocasión el hombre fracturó su mandíbula por la presión excesiva que ejerció.

- ¿Entonces te preocupas por ese imbécil? ¿Intentas protegerlo? ¿Qué estás tramando?

- ¡No! Yo solo me preocupo por ti Ben, por favor no pienses qué - su amante no la dejó terminar y tomó su rostro como lo hacía siempre. Kyrell cargaba con una daga propia, sin embargo, el terror que Benedict le había implantado la volvía incapaz de alzar su mano contra él.
La joven cerró sus ojos deseando que Roan usara la situación a su favor y fuera por el ejército pero en vez de eso, el guerrero se llenó de rabia. Recogió la primera daga que había hecho volar y la lanzó a la muñeca del asesino, haciendo que soltase a Kyrell.

Benedict de nuevo fijó su atención en el jefe de la guardia y justo cuando planeaba atacar, llegó uno de los soldados de rango alto quien bloqueó el camino de Benedict.

- ¡Yo me hago cargo! Tú - dirigiéndose a Kyrell. - Llévate al capitán y asegúrate de que esté bien, los demás no tardarán.

La chica quiso decir algo pero prefirió no hacerlo y se llevó a Roan, quien se resistió, mas los estragos del veneno lo disuadieron y se marchó con ella.

Mientras tanto, el guerrero que llegó a la pelea hizo algunos ataques pero una vez que sintió lejos al capitán se detuvo.

- Así que es usted con quién trabaja el duque. Un placer, mi nombre es Tarim. Yo también trabajo con él.

- ¿Si es así por qué permitiste que se fueran?

- Verá, la reina acaba de morir, fue asesinada por esa mujer, el duque dice que es mejor mantenerla contenta y que si el capitán muere, arderá en irá. Aunque al duque no le agrada, cree que es mejor mantenerla de nuestro lado, incluso si eso significa mantener al capitán con vida.

- Esa mujer me pertenece. Fui yo quien la mandó aquí.

- Entonces debe saber que es mejor que cumpla su misión y no que se ponga en nuestra contra. Una vez el duque sea rey, podrá hacer con ella lo que quiera, y nosotros acabaremos con el capitán. Créame cuando le digo que somos muchos los que deseamos ver su caída.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora