- Parece que tienes competencia.
- Por favor Benedict, ninguno de esos dos es competencia para mí. Uno es el perro guardián del rey y el otro es el perro faldero de la princesa. - contestó el duque cínicamente.
- Los perros te pueden destazar si te descuidas, si yo fuera tú me desharía de ellos.
- Ese es tu trabajo, para eso está aquí ella. Tu perro destazará a los otros. A menos qué...
- ¿A menos qué?
- Se una a ellos. Un cachorro en celo actuará bajo su instinto.
- Cada vez te vuelves más insensato con tus palabras. - pronunció el joven en tono frío. - Kyrell está bien amaestrada, es mi creación, la asesina perfecta. Yo mismo la enseñé a seducir para matar. Acabará con el perro guardián también.
- Eso espero, aunque debo decir que no confío en tu mujer. Y recuerda, si me fallas, venderé tu cabeza por un alto precio en Orión, hay muchos deseosos de comprarla. - amenazó el duque mientras dejaba una bolsa llena con monedas de oro.
- Si ella falla, yo mismo me encargaré de aniquilarlo, y yo jamás fallo a mi palabra. Pero te recomiendo que seas cuidadoso con lo que dices si no quieres terminar como el príncipe.
- Yo también tengo una recomendación para ti Ben, vigila a tu mujer. Te aseguro que existe algo entre ella y tu hermanito. - declaró aquel hombre y tras eso, se retiró con su caminar arrogante.
- De no ser por tu dinero ya te habría hecho pedazos infeliz. - se dijo el asesino y comenzó a dirigirse al palacio.
-
-
-El ánimo de Roan no podía ser peor. No le bastaba con tener un compromiso que no deseaba, con el rey exigiéndole cada vez más y con una tormenta de emociones azotándole, ahora también debía lidiar con un nuevo guerrero al cual debía de entrenar.
Aric era el hijo de un mercader de Orión que había entrado a la guardia gracias a una enorme suma que su padre había hecho al palacio. La mayoría de los guerreros eran hijos de nobles pero Roan detestaba a aquellos que buscaban la nobleza por medio del dinero, por lo que entrenar a este sujeto no le hacía ninguna gracia pese a que el chico se tomara muy en serio su papel como guerrero aprendiz.
Además desde que había llegado, la sierva de una de las concubinas no dejaba de merodear cerca de ellos.- Mi capitán, ¿Alguna novedad? ¿Algún enredo en el que se haya metido? - saludó Moloc con su clásico tono burlón.
- Nada nuevo, excepto que esa mujer no nos deja de seguir. - contestó el jefe de la guardia irritado.
- ¿Te refieres a la sierva de Icella?
- No sé pero no ha dejado de vigilarnos.
- Si me lo permiten. -interrumpió Aric - Estoy seguro que tiene los ojos puestos en el capitán. Lo mira con tal pasión.
- ¿En mí? ¿De dónde sacas tal cosa?
- Todos saben de su fama con las mujeres y de cómo es irresistible para cualquiera.
- En ese caso espero que no te enredes con otra mujer del palacio. Dos están bien pero tres. - dijo Moloc sonriente.
- Deja de burlarte animal. Y tú - miró al aprendiz furiosamente. Ve a revisar los alrededores.
- ¡Si capitán!
- ¿Ahora si me dirás porqué te fuiste de la celebración? El rey está molesto contigo, encima montaste un numerito con eso de los esclavos y...
- No ahora Moloc.
- Está bien pero, sabes que puedes contar conmigo, somos como hermanos y yo sin ti no estaría vivo, así que si necesitas algo aquí estaré.
- Si tu fueras rey... ¿Me verías como un esclavo?
- Claro que no cerebro de piedra. Yo te dejaría tener a las tres mujeres.
- ¡Capitán! - interrumpió nuevamente Aric quien venía corriendo.
- ¿Pasa algo?
- Está aquí.
- ¿Quién?
- Es ese hombre, estoy seguro.
- ¡¿De quién hablas?!
- Es... El cortador de huesos. - El chico se encontraba pálido. Como si estuviera a punto de desmayarse.
- ¿No es eso solo una leyenda? - cuestionó Moloc.
- No. Cómo saben, vengo de Orión. Aquel hombre amenazó a mi padre hace unos años pues éste no quiso pagarle más de lo acordado. ¿Saben qué hizo? Le sacó un ojo a mi hermano menor y lo puso en la bebida de mi padre, con una carta pidiendo el dinero o de lo contrario descuartizaría a toda la familia.
Eso fue antes de que fuera expulsado de la ciudad debido a sus embustes. Ahora mi padre ofrece una gran cantidad por su cabeza, al igual que otros hombres importantes de allí.- Orión... ¿Cómo es ese hombre?
- Es rubio, tiene un aura espeluznante y... - Roan salió corriendo en busca de aquel sujeto ya que estaba seguro de que era él quien había estado acechando en las afueras del palacio, y además tenía que ser el hombre con quien vio a Kyrell. El jefe de la guardia estaba decidido a capturarlo.
El joven corría ansiosamente por los pasillos hasta que un grito lastimoso lo detuvo.
- ¡Roan! ¡Roan! ¡Por favor! - Era Daleth, con una expresión de dolor deformando su rostro.
- ¿Qué sucede? ¿Se encuentra bien?
- Mi madre... ¡Mi madre está muerta! - declaró la princesa y se dejó caer de rodillas rompiendo en llanto.
Roan se quedó paralizado. La reina estaba muerta. ¿Acaso ese hombre la había asesinado?
- Llévame allá. - pidió a la princesa que a penas pudo ponerse de pie.
-
Cuando entraron a los aposentos de la monarca, ésta se encontraba en su cama, rodeada por varias sirvientas y al lado la princesa Heth, quien carecía de lágrimas pero su rostro parecía el de un fantasma, con la mirada perdida.
- El rey salió con el duque a cenar en casa del marqués de Goyan. - se adelantó una de las siervas. - La salud de la reina había estado delicada pero hoy... Cayó al suelo y... No se levantó. Con cada minuto se pone más y más fría... La señora está... - la voz de la muchacha se quebró y el llanto de Daleth se intensificó.
- ¡No! ¡Mi madre no puede estar muerta! Ya llamaron a los sacerdotes, ellos la curarán y estará bien. ¡Ahora todas callénse! ¡Son insoportables! - gritó la hermana mayor y salió de la habitación.
Roan no daba crédito a lo que veía. ¿La reina de verdad había muerto?
- Yo... Debo ir a buscar al infeliz que hizo esto. - y salió apresuradamente convencido de que el asesino era ese hombre. - Te encontraré y te haré pagar sin importar quien seas.
ESTÁS LEYENDO
Entre Magia Y Lealtad
FantasyKyrell es una bruja enviada como concubina al palacio con una tarea. Acabar con la familia real. Roan es el jefe de la guardia real y el más leal de los guerreros. Sin embargo, una dulce melodía de destrucción será orquestada por ellos.