- Mi pequeña Kyrell, jamás serás libre. Por más que intentes huir, por más que te escondas… ¿Crees que escaparás de mí? Aunque lo logres, mi recuerdo te perseguirá hasta el último de tus días.
Kyrell despertó de golpe, su cuerpo pesado y bañado en sudor. El aire le faltaba, como si aún estuviera atrapada en esa voz amenazante. Soñar con Benedict jamás traía algo bueno. Cada vez que alguien aparecía tan vívidamente en sus sueños, ese alguien se convertía en el eje de un evento crucial, un hecho que casi siempre la obligaba a actuar: traicionar, eliminar o sobrevivir. Esta vez, sin embargo, se sentía impotente. Y eso le generaba una ansiedad insoportable.
- ¡Los soldados! - exclamó al recordar el asunto de la ruta del oro. Necesitaba saber qué había ocurrido, aunque lo más probable era que ya estuvieran muertos, en ese caso, ella y Roan empezarían con su plan de persecución mientras fingían acatar las órdenes que el rey diera.
Se levantó de su cama bruscamente, se vistió y bajó con avidez hasta llegar a la entrada del palacio.
Una vez allí se dió cuenta que el soldado que cuidaba la entrada era Aric, el aprendiz de Roan, pensó que era un alivio, no debía lidiar con guardias estrictos y podría manipularlo un poco de ser necesario.
- ¿Has sabido algo de los soldados? - preguntó la joven acercándose.
- ¿Los que fueron a la ruta del oro? Aún no han aparecido, aunque todavía no amanece, estoy seguro de que no tardarán mucho.
- ¿Por qué estás tan seguro? - cuestionó Kyrell al ver la actitud tranquila del chico. La joven apretaba el collar que Roan le había dado y eso hizo dudar al soldado.
- ¿Usted por qué está tan nerviosa? Si puedo saber - hizo una pausa abriendo los ojos y dando un paso atrás - ¿Será que tiene algo que ver con el cortador de huesos?
- ¿Desvarías? - su tono se volvió agresivo - ¿Qué tendría que ver con ese hombre?
- Provengo de Orión. Hace años, antes de que ese maldito fuera expulsado de la ciudad hirió a mi hermano y amenazó a mi familia, como consecuencia, mi padre le puso precio a su cabeza. Él pagaba también a personas que le dieran información sobre su paradero y en alguna ocasión un sujeto reveló que lo había visto con una mujer extraña de apariencia exótica, misma mujer que había visto algunas veces en Orión. Una mujer de cabello tal cual sangre... - Aric se quedó quieto contemplando a Kyrell con temor, sujetando la empuñadura de su espada como si se sintiera amenazado.
- Sé que mi cabello es poco usual, pero no soy la única que lo lleva así, de cualquier forma, entiendo tu desconfianza. - replicó intentando sonar amable. - ¿Se lo has contado al capitán? - añadió con curiosidad.
- Si, se lo conté casi desde el principio, dijo que si descubría algo él se haría cargo.
La joven sonrió intentando ocultar su tristeza.
- Así que todavía no confía en mí. - soltó en un suspiro.
- Yo pienso que es más bien lo contrario. - declaró el muchacho.
- ¿Porqué lo dices?
- Si no confiara en usted no se arriesgaría tanto. O más bien, yo pienso que si no estuviera enamorado no tendría ningún motivo para arriesgarse. Es decir, si el rey descubre su relación perderá todo, incluso la vida. Y para un hombre cómo él que su vida es el reino, significa mucho que la sobreponga a éste.
La joven sintió que su corazón latió de alegría, y sin poder expresar abiertamente su felicidad, se quedó quieta mirando al soldado con una mirada de agradecimiento.
- Bajó la guardia. - comentó el chico al ver su reacción.
- ¿Bajé la guardia dices?
- La he estado observando por algún tiempo, supongo que notó mi presencia pues se encuentra siempre en guardia, alerta de lo que pueda suceder, podría decir que incluso llega a ser paranoica o al menos eso es lo que transmite, pero en este momento se relajó. Me alegra eso. - dijo el soldado soltando la tensión que tenía.
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Entre Magia Y Lealtad
FantasyKyrell es una bruja enviada como concubina al palacio con una tarea. Acabar con la familia real. Roan es el jefe de la guardia real y el más leal de los guerreros. Sin embargo, una dulce melodía de destrucción será orquestada por ellos.