XXIII

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- Es una pena que el rey te haya prohibido estar cerca de Kyrell. - replicó Moloc mientras limpiaba su espada. - De igual manera, esa mujer desde el principio fue un fruto prohibido, por eso es que te vuelve loco ¿No es así?

- Ella es mucho más que un simple deseo.

- Por favor Roan, no quieras ponerte romántico ahora, eso no te va. Lo tuyo es pasar unas cuantas noches y después irte, estoy seguro que una vez que lo logres te olvidarás de ella.

- No lo entiendes, pero tampoco espero que lo hagas, solo deseo hallar una forma de estar cerca de ella.

- Tienes razón, no lo entiendo. Aunque puedo ayudarte si me lo permites.

- Yo no entiendo porque buscas ayudarme con eso.

- Si el capitán está mal, toda la guardia lo estará, además, no solo soy tu subordinado, también soy tu amigo, recuérdalo. Claro que, así me deberás un favor. Me conviene ¿no crees?

- Lo que me preocupa ahora es tu boda. La muerte de la reina fue extraña, sospecho que hay algún traidor entre nosotros.

- ¿Un traidor? ¿Desde cuándo lo sospechas?

- Desde hace un tiempo, pero no logro conseguir evidencia.

- ¿Y por qué no me lo habías dicho? Veré si consigo algo, no podemos permitir otro asesinato.

- ¿Un complot? - interrumpió la princesa Heth quién se posó detrás de Roan.

- No tengo pruebas, lo lamento princesa. - respondió el jefe de la guardia y buscó salir del lugar, sin embargo la mujer cerró su paso.

- Mi madre fue envenenada. Si el hombre que entró al palacio la hubiese matado habría tenido por lo menos una herida, pero no, no tenía ninguna. - su postura se volvió aún más agresiva y continuó. - Fuiste atacado con veneno, y quién te curó fue esa concubina, que parecía conocer el veneno. Dígame capitán ¿No le parece sospechoso? Mi madre odiaba a esa mujer y ella seguramente lo sabía.

- ¿Insinúa que Kyrell asesinó a la reina? - cuestionó Roan irritado.

- Así es. Deberían ponerla bajo custodia hasta que se sepa quién asesinó a mi madre. Es lo menos que puede hacer la guardia.

- Arrestar a los sospechosos, me parece una buena idea, en ese caso tendría que arrestar al duque de Merab. - respondió el guerrero con firmeza.

- ¿Cómo te atreves? ¿Qué pruebas tienes en su contra?

- Usted tampoco tiene pruebas sólidas contra Kyrell, hasta que no las haya, no podemos arrestar a nadie. Y las suposiciones princesa, no cuentan como pruebas. Que tenga un buen día. - tras decir esto, hizo una reverencia y se fue.

- Maldito inepto ¿Cómo te atreves a... - Moloc tomó el brazo de su prometida y la acercó a él para susurrarle algo.

- ¿Qué crees que haces? Esa mujer es la pieza clave en nuestro plan, ¿O acaso quieres que él y tu hermana sean los reyes de Astronomus? Debemos deshacernos de ellos y la única forma de hacerlo sin levantar sospechas es acusarlo de traición por estar con la mujer de tu padre. Ya lo habíamos hablado Heth ¡Por los dioses!

- Está bien pero después de eso averiguaré quien mató a mi madre y me vengaré. No dejaré impune a quién le hizo eso, lo juro por la corona. - respondió la princesa y se soltó bruscamente del agarre del soldado.

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Los días pasaron y la boda entre Moloc y Heth al fin llegó.
Fue una celebración ostentosa, lo cual era de esperarse ya que se trataba de la hija mayor.
Durante la ceremonia no hubo ningún percance, todo parecía estar en orden. La nobleza estaba complacida con la unión y a las afueras, el pueblo también celebraba, sin saber, que sería la última celebración pacífica.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora