XII

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Roan sentía una tormenta en su interior. Una tormenta que estaba arrasando con todo, tenía tanta rabia contenida, rabia hacia Kyrell, hacia su amante, hacia el rey, pero sobre todo, rabia hacia sí mismo. El pensamiento de haber podido impedir la muerte del príncipe no lo dejaba ni por un segundo, la preocupación de un posible ataque al rey le generaba ansiedad y gracias a ello no había dormido más que un par de horas desde que ocurrió el incidente. Y por supuesto, su deseo por Kyrell parecía aumentar cada vez más, quizá el verla con ese sujeto había hecho desearla más, o quizá solo estaba perdiendo la cabeza. Lo cierto era que se sentía un traidor. El príncipe murió por una deslealtad hacia su padre, el rey sucumbió ante la locura y asesinó a su hijo por haberse metido con una de sus mujeres y ahora él deseaba tener a Kyrell en sus brazos, deseaba a la favorita del rey. ¿De qué le habría servido impedir la muerte del príncipe si él haría lo mismo? No solo eso, también estaba ocultándole al rey la existencia de ese hombre, ¿por qué aceptó? Si le contase al monarca sobre el amante de su concubina él la mataría y daría fin a todo ese caos, pero no quería eso, no quería ver morir a esa mujer, tampoco quería ser un traidor.
Roan sentía que en cualquier momento perdería la cordura.

El joven daba vueltas por el jardín del palacio, estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando Moloc llegó. Le sorprendió verlo allí pues era de madrugada y los soldados de élite no vigilaban el palacio salvo ciertas ocasiones, eso les correspondía a soldados de rangos más bajos, además Moloc era de los que disfrutaba dormir, por lo que verlo a esa hora era un tanto inusual.

- Luces terrible amigo mío. ¿Qué te pasa? Vamos, puedes contarme. - Moloc se acercó y dio un golpe suave a Roan, era un gesto afectuoso en él aunque a decir verdad a Roan no le terminaba de agradar, sin embargo, en ese momento la presencia de su amigo le hizo sentir calma.

- No es nada, solo he estado alerta por si llega a suceder algún ataque contra el rey.

- Para eso estoy yo también, y toda la guardia. Es bueno que estés alerta pero no te preocupes de más, el ataque al príncipe fue una venganza personal, dudo que haya algún ataque contra el rey.

- Tengo un mal presentimiento, hay algo extraño con la muerte del príncipe.

- ¿Mal presentimiento? ¿Sobre qué?

- No lo sé, supongo que solo estoy un poco paranoico por lo que ocurrió. - Roan prefirió no decirle sobre sus sospechas de un complot, debía estar seguro o al menos tener alguna prueba sólida antes de involucrar a la guardia.

- Puede que eso solo sea una excusa. -

-¿Una excusa? ¿Sobre qué?

- Bien, te lo diré, seré directo.- Su amigo parecía serio, lo cual puso a Roan en alerta, algo estaba fuera de lugar, su mal presentimiento se hizo más fuerte. - Te vi hablando con esa mujer. - continuó. - No sé qué pasa pero te escuché amenazarla.

- ¿Amenazarla?

- Se arrodilló ante ti y escuché decirte que la matarías si no hacía algo. ¿Te volviste loco? ¿Qué intentas hacer?

- Estoy a punto de volverme loco. - respondió Roan sonriendo irónicamente. ¿Qué tanto había escuchado Moloc? - Yo no la amenacé. ¿Por qué lo haría? Tuve una razón para decirle eso, pero seguramente no es lo que crees.

- Sea cual sea la razón no puedo dejar pasar que le hayas dicho eso. Sabes que es la favorita del rey y...

- ¡Basta con eso! No quiero volver a escuchar que es la favorita del rey. Ya basta Moloc, tu no viste ni escuchaste nada. - El jefe de la guardia lo miró amenazante, lo cual no hizo más que reafirmar lo que su compañero pensaba.

- Estás obsesionado con esa mujer. Sería bueno que te deshicieras de ella. - la mirada de Roan se hizo aún más hostil que antes, no obstante, Moloc siguió hablando. - Claro que, no podrás hacerlo hasta que no la poseas. Eres bueno con las mujeres y te aburres de ellas porque es fácil para ti tener a cualquiera, en cambio, Kyrell te está volviendo loco porque es un fruto prohibido. Una vez que cumplas tu capricho podrás deshacerte de ella y todo volverá a la normalidad.

- Me sorprende lo cínico que puedes llegar a ser.

- Vamos amigo, es la verdad. Y si te lo estoy diciendo, es porque puedo ayudarte.

- ¿Cómo podrías ayudarme? Por favor, deja de atormentarme. - Roan se dispuso a irse, estaba harto de todo, no obstante, su compañero lo detuvo.

- Te ayudaré a tenerla. El rey no lo sabrá.

- ¿Piensas traicionarlo? ¡El mismo príncipe murió por...

- El príncipe era un idiota. Tu y yo no lo somos, sabemos cómo ganarnos al rey, no seremos considerados traidores. Además, la reina lo aprobará, sabes lo mucho que detesta a esa mujer, estoy seguro de que si nos deshacemos de ella, aún si es por ese medio, nos respaldará. Déjame ayudarte, te la debo por salvarme aquella vez.

- Bien, yo no estoy loco. Tú lo estás.

- La locura es buena para un guerrero. Confía en mí amigo mío.

- Me causa interés lo que quieres hacer, veré si puedo confiar en ti.

Roan se fue de ahí un tanto confundido, no sabía que pensar de todo eso, aunque, se sentía más aliviado y la llama del deseo se encendía con cada segundo que pasaba. Kyrell sería suya y no pensaba descansar hasta lograrlo.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora