XV

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- Tengo una sorpresa para usted princesa.

- ¿Una sorpresa? Espero que sea buena, sabes que no me conformo con cualquier cosa.

- Estoy al tanto, pero podría agradarle. Estoy seguro de que sabrá cómo sacar provecho de eso.

- Me intrigas Moloc, debo confesar que me generas más interés que cualquiera.

- Acompañeme entonces. - el soldado hizo una reverencia y bajó las escaleras con la princesa.

Llegaron al piso de los guardas reales y una vez ahí, se dirigieron a la habitación de Roan.

- ¿Qué es esto? Espero que no estés planeando algo extraño.

- Es la habitación de Roan, me aseguré de dejar la puerta entre abierta antes de salir. Por favor, mirélo con sus propios ojos.

La princesa miró a su acompañante con desconfianza, después se acercó a la puerta y vio a través de ella.

- ¡Por los dio... - gritó la joven mas el soldado le hizo un gesto para que guardara silencio.

- ¿Qué fue lo que vió su alteza?

- A Roan besando a esa mujer, la concubina de mi padre. La mujer del cabello rojo, la que mi madre detesta.

- Así es. Le traje aquí porque quiero ver qué es lo que hará. ¿Se lo contará a su padre? ¿A su hermana? ¿O lo usará cuando llegue el momento?

- Claro. Si ese imbécil se casa con mi hermana tendría posibilidades de convertirse en rey, pero si resulta que el estuvo viendo a la mujer de mi padre él lo destruirá, y mi pobre hermana quedará tan devastada que no será raro si ella... Muere, tú sabes, podría parecer un suicidio.

- Es lista princesa.

- Debo deshacerme de mi hermana para asegurar que la corona será mía. Y también debo quitar del camino al perro guardián de mi padre, puede ser un verdadero problema.

- Pero si lo hace ahora solo se desharía de él. Yo también deseo ver su cabeza rodar, sin embargo, aún no es el momento. Debo asegurar su lugar en el trono y para eso, necesitamos eliminar a todos los posibles herederos.

- No olvidaré tu lealtad Moloc.

-

-

Mientras ambos jóvenes planeaban apoderarse del reino. Kyrell y Roan estaban perdiendo toda cordura. En cuanto sus labios se tocaron, su mente se apagó. En ese momento no había nada más que ellos, solo podían sentir los labios del otro conectándose con los suyos y creando una hermosa y desesperada danza.
Roan la sujetaba por la cintura y la apretaba contra él de forma casi instintiva.
De un momento a otro, comenzó a sentir que su vestido estorbaba así que empezó a bajar sus tirantes y a acariciar sus hombros.
Fue ahí cuando Kyrell se detuvo. No estaba bien continuar. Aunque sentía su cuerpo en llamas tenían que parar ahí. Si seguían pondría en peligro a Roan.

- Debo irme. Para mañana, las pesadillas ya no te atormentarán, lo prometo. - tras decir eso, salió apresuradamente de la habitación del guerrero.

Roan la dejó ir, se encontraba confundido pues no esperaba que pasase algo así tan pronto. Supo al instante que había sido obra de su amigo y se sorprendió al ver que de verdad había propiciado eso.
Su cuerpo aún ardía, sin embargo, sentía un torrente de felicidad recorriendole. Se sentía bien de haber besado a Kyrell. El toque de sus labios le había encantado, al besarla, sintió algo que no había sentido antes, lo que le hizo sonreír al recordarla y la llama de felicidad lo acompañó en todo su día.

El día siguiente buscó a Kyrell pero no la encontró por ninguna parte. El día después de ese lo mismo. La ansiedad se hizo presente aunque no duró mucho ya que al tercer día Kyrell apareció de nuevo. Decidió ir a buscarla mas fue detenido por la reina quien le pidió dirigirse al salón del trono.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora