XXVIII

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La joven asesina hizo su entrada al salón del trono sin pasar desapercibida. Lucía un llamativo vestido rojo que contrastaba con su pálida piel y combinaba a la perfección con su cabello, que llevaba recogido, sin dejar caer ningún mechón. El vestido no dejaba ver ninguna parte de su cuerpo excepto su clavícula y eso, junto con su figura, era suficiente para hacerla lucir sensual. En su fino cuello portaba, orgullosa, el collar que el jefe de la guardia había regalado la noche anterior.
Kyrell lucía arrogante, como si fuese un miembro de la realeza, aunque la verdadera razón de su soberbia no era la actualidad, sino lo que ella veía en el futuro. Sabía que el corazón de Roan le pertenecía y que su boda no era más que una piedra en el camino, piedra de la que pronto se desharía.

El rey había decidido que lo acompañaría durante la boda así que pudo presenciar la unión de su amado con la princesa en primera fila.
La joven no mostró ninguna emoción, su corazón ardía y las lágrimas pedían salir, sin embargo, se repetía así misma que debía ser paciente y se comportó como una dama durante toda la ceremonia.
A diferencia de Daleth quien no pudo ocultar lo nerviosa que le ponía la presencia de Kyrell y la volteaba a ver cada que podía.

La fiesta comenzó, no podía haber un ambiente más animado pues se oían las voces de júbilo provenientes de afuera del palacio. Roan decidió salir a saludar, siempre había sido amable con los campesinos lo cual, sumado a la admiración que le guardaban, hacía que le tuvieran un gran aprecio.
El guerrero se puso feliz al interactuar con ellos, de cierta manera le recordaban sus raíces y dado a su ánimo, terminó bailando al son de la lira que los aldeanos tocaban y cuando terminó de bailar, se sentó y brindó con ellos.

- Capitán, es un honor para nosotros que acepte nuestro humilde vino, tiene usted el corazón más noble. - dijo un anciano mientras le servía.

- ¡Brindemos por su unión con la princesa! - gritó un hombre de mediana edad.

- No. - interrumpió una mujer - ¡Brindemos por el futuro rey! - exclamó alzando su copa.
Roan reconoció la voz y la silueta, era Kyrell quien ahora llevaba un viejo vestido y un velo que le permitía pasar desapercibida.

- ¡Por el futuro rey! - gritó un hombre.

- ¡Por el futuro rey! - pronunciaron todos los reunidos.

Después de brindar, el jefe de la guardia se puso inquieto, sabía que tenía que regresar al palacio pero no quería dejar a Kyrell allí. Se levantó, tomó a la mujer del brazo y la reprendió.
- ¡Deberías estar en el palacio con la princesa! ¿no sabes lo mucho que la cansan sus ropas de boda? Vamos, te llevaré con ella. - dijo intentado disimular, hizo un gesto para despedirse del pueblo y se fue del lugar.

- ¿Ahora soy una criada? - preguntó Kyrell molesta.

- Necesitaba una excusa para poder llevarte conmigo y dado a tu ropa...

- La intercambié por el vestido que tenía, ¿Te gusta?

- Bueno...

- ¿No te gusta?

- No es eso, es solo que te verías mejor sin ella. - su respuesta hizo enrojecer a Kyrell y al ver la sonrisa traviesa del guerrero, se acercó y lo besó.

- Nos pueden ver, además, ¿no eras la dama de compañía del rey? - preguntó Roan dejando ver su disconformidad.

La joven rió. - Puse un aceite para dormir en su copa y yo misma lo dejé en sus aposentos, plácidamente dormido.

- En todo caso, me estarán buscando a mí.

- ¿Y qué? ¿No quieres otro momento como el de anoche? - insinuó la muchacha haciendo su voz más dulce.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora