V

3 2 0
                                    

- Se qué estás ahí. Roan, ¿Es tu nombre, no es así?

Lo había descubierto, pero ¿Cómo? ¿Había sido demasiado obvio al seguirla? Se supone que había estado ocultando su presencia. Además, antes de ser jefe de la guardia había hecho trabajos de espionaje, no podía haber sido tan descuidado. Aunque podría utilizar eso a su favor.

- Me atrapaste. Al parecer no soy bueno disimulando. - declaró el jefe de la guardia con una sonrisa en su rostro.

- ¿No eres bueno? ¿No has sido espía acaso? ¿Y cómo podrías ser jefe de la guardia si no supieras controlar tus emociones? - decía Kyrell mientras se acercaba al guerrero. Era el mismo caminar del baile, Roan se distrajo de sus palabras debido al movimiento de sus caderas y como su vestido holgado lo resaltaba.

- ¿Me estás escuchando guerrero?

Kyrell había quedado muy cerca del capitán. A Roan nunca le había costado poner en práctica sus encantos de seducción pero con ella era difícil, tenerla así de cerca lo ponía nervioso, sentía los latidos de su corazón acelerados y su cuerpo parecía estar reaccionando solo. Toda esa sensación, desconocida para él, le gustó. En realidad lo dejó encantado, quería más de eso.

- ¿Cómo sabes que fui espía? - preguntó el joven con los sentidos revueltos.

- Lo escuché por ahí. Ahora dime, ¿Por qué me sigues? Llevas una semana entera siguiendo cada paso que doy, es descortés que espíes así a una mujer. A una mujer del rey.
"Del rey" sus palabras se sintieron como golpe en la mandíbula. Roan sintió que la rabia estaba recorriendo su cuerpo, pero logró calmarse y recuperar la compostura.

- No durarás aquí pequeña bailarina. El rey se aburre fácilmente y a diferencia de sus otras mujeres del harem, la reina desea que te vayas así que disfruta tu estancia en el palacio mientras puedas, porque no perteneces aquí.

- Lo siento mucho guerrero, olvidé que eras el perro faldero de la reina. Entonces ella te ordenó que te deshicieras de mí. Es una lástima. Pensé que tenías algún interés pero ya veo que no puedes pensar por ti mismo. No puedes desear nada. Los esclavos no tienen deseos ¿No es así?

Kyrell tenía una sonrisa malvada dibujada en el rostro, su mirada había cambiado, logró darle a Roan en un punto sensible, en realidad, en dónde más le dolía. Pero ciertamente ella también se sentía herida por las palabras guerrero y no sabía muy bien porqué, por esa razón había respondido de forma tan agresiva.

- Tú no sabes nada. No sabes nada sobre mí.

- Y tú tampoco tienes idea de quién soy y de que mi ira es mucho peor que la de la reina. Mantente alejado de mí si no quieres que te mate.

Tras escuchar eso, el joven ardió en rabia, su corazón había sido estrujado con las dolorosas palabras de esa mujer. Eran tan dolorosas porque eran verdad.

Entre Magia Y Lealtad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora