XXXI

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"He vagado por los rincones más oscuros y desolados, donde la luz no alcanza y la esperanza se desvanece. Fui despojada de mi humanidad, y a cambio, se me concedió ver a la muerte encarnada en un ser repulsivo. Ese ser, que no era más que un niño privado de amor, sucumbió ante un deseo egoísta, dejando que su alma se desvaneciera y se transformara en un monstruo. En el monstruo de mi historia.

Jamás te perdonaré, Benedict. Mi alma lleva las cicatrices indelebles de tus humillaciones, cada una de ellas grabada en lo más profundo de mi ser. Aunque sé que la venganza no borrará estas marcas, anhelo con todas mis fuerzas que experimentes la misma degradación que me infligiste. Por ti, dejé de ser humana, y creí que nunca podría volver a serlo. Pero entonces, algo cambió. Sentí un amor puro. Mi amor por Roan.

Ese joven guerrero me recordó lo frágil que soy. Me mostró que, aunque creía mi corazón muerto, todavía late. Que aún poseo un alma capaz de amar.

Mi alma está manchada de iniquidad. Habita en ella un odio irredimible, pero también un amor profundo. ¿Qué es más fuerte? Si soy honesta, no puedo decirlo. Y es precisamente esta incertidumbre la que me hace humana. Esta dualidad de resentimiento y esperanza es lo que, en el fondo, me llena de vida. Ahora siento. Ahora estoy viva.

Pasé tanto tiempo sumida en la desesperación que olvidé lo que significa vivir como un ser humano. Ahora que recuperé mi humanidad logré aprender que aquello que me hace vulnerable también me hace fuerte."

-

Kyrell terminó de escribir la carta con lágrimas rodando por sus mejillas. No escribía para nadie; lo hacía para desahogar sus más profundos sentimientos. Sin amigos en quienes confiar, el papel y la tinta se habían convertido en sus confidentes más fieles.

Cuando terminó, dejó la pluma a un lado, se levantó y salió de su habitación. Era plena madrugada, pero necesitaba el aire frío y silencioso que sólo esa hora podía ofrecer.

Caminaba cerca de la entrada del palacio cuando distinguió una figura aproximándose desde el exterior. Los soldados se tensaron al verla, pero al reconocerla y ver qué se trataba de Ushne, la dejaron pasar.

- Necesito hablar con el jefe de la guardia. Es urgente - rogó la mujer.

- Si tiene alguna solicitud, comuníquenosla, y nosotros decidiremos si informamos al capitán - respondió un soldado con firmeza.

Ushne siguió insistiendo hasta que, justo cuando los soldados estaban a punto de escoltarla, una presencia imponente los interrumpió. Moloc. La aparición del príncipe hizo que Kyrell sintiera escalofríos.

- Si tan desesperada estás por hablar con Roan, ¿por qué no simplemente lo haces? Eres cercana a la princesa Daleth. ¿Por qué tanto alboroto? - cuestionó Moloc con evidente desconfianza.

- Es un asunto urgente - replicó Ushne.

- ¿Y qué puede ser tan importante que no pueda esperar al amanecer?

La mujer dudó. Pero cuando su mirada se encontró con la de Kyrell, algo cambió en su expresión. Sus ojos se afilaron, como si cada parpadeo ocultara un plan sombrío.

- Se trata del Cortador de Huesos - dijo finalmente - Tengo información que podría serles útil.

Kyrell sintió cómo el suelo bajo sus pies se desmoronba. ¿Qué sabía Ushne? ¿Iba a revelar su identidad y su relación con Benedict? Pero ¿por qué ahora? ¿Qué ganaba con esto? Su corazón comenzó a latir con fuerza y un sudor frío llegó hasta su mentón.

- Puedes darme esa información a mí - intervino Moloc, dejando atrás su habitual tono despreocupado para adoptar una actitud que parecía oler a amenaza.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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