Capítulo 21

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Nina

Mientras mi hermana jugaba a ser madre de un pájaro, Louis me ayudaba a hacerle el desayuno a mi madre por su cumpleaños. Mi madre era muy dulcera, amaba las panquecas de banana con miel y fresas, merecía su desayuno favorito en un día tan especial. Louis preparaba las panquecas para los demás mientras que yo me centraba en decorar la bandeja en la que comería mi madre. 

 Mira, carajita — llamó Louis a Leonor, esta dejó de jugar con su pájaro y lo miró — ¿No tuviste peo pa' viajar de Chile para acá?

— No, pedí un traslado por trabajo. Fue complicado, pero pude — explicó —.

Qué maravilla.

— Hubiera sido lindo que nos avisaras con anticipación — dije entre dientes picando las fresas para ponerlas como decoración sobre las panquecas de mi madre —. 

— No tendremos problemas, si es lo que insinúas — me dijo —. Salí negativa en los test y son bastante flexibles en ciertos casos.

— Pasa que, mover toda tu vida a una casa sin avisar a los que viven allí, no sé — hice un chasquido con la lengua mientras fingía pesar en voz alta —, como que es descortés.

— Pero, son mi familia — ella me miró confundida, mi molestia empezaba a ser obvia —.

— No significa que queramos lidiar contigo porque tu juego a la casita no funcionó — clavé el cuchillo fuerte en la fresa que estaba contra la tabla de picar —.

—¡Nina! — la exclamación de Gabi me tomó por sorpresa. Me excedí. Si Gabriela-persona políticamente incorrecta- había tomado mal mis palabras, era porque en serio estuvo mal. Me giré para mirar a Leonor y automáticamente volví mi vista a lo que hacía, me había excedido —.

Un silencio incómodo se apoderó de la cocina, hasta el piaso e' pájaro ese feo había dejado de silbar como había estado haciendo. Me molesté conmigo misma por hablarle así a Leo, y aunque traté desesperadamente de proyectar ese enojo en los que me rodeaban, fue inútil. La culpa era totalmente mía, yo era un asco de persona. Estaba por pedirle disculpas a Leo cuando mi madre apareció en la entrada de la cocina.

— ¡Buenos días! — exclamó alegre, todos imitaron su entusiasmo.

— ¡Bendición, tía!, ¡Feliz cum! — Gabi le dio un codazo a Louis, mi madre obviamente no entendió —.

— Dios te bendiga, mi niño — besó su mejilla cariñosamente —. Gracias —Entonces vio su desayuno y soltó una exclamación de asombro — ¡Ay, mis bebés me hicieron el desayuno! — abrazó a Leo del hombro y luego a mí. Mi arrepentimiento desapareció automáticamente.

— Louis y yo — la corregí con una sonrisa falsa, Leonor bajó la mirada y se volvió a sentar al lado de su pájaro —.

Mi madre entonces dejó de estar interesada en su desayuno de cumpleaños y prefirió centrarse en ponerle un nombre a la mascota de Leonor. No tocó las panquecas, luego de un rato noté que su desayuno se había empezado a enfriar junto a su café. Solté un suspiro en silencio y subí a mi cuarto sin llamar la atención. 

Durante todo el día estuve encerrada en mi habitación hablando por teléfono con Julian y sobre estimulándome digitalmente. Yo podía simplemente salir, integrarme a los preparativos para la reunión que haríamos para celebrar el cumpleaños de mi madre, podía llamar a mi hermana a solas e intentar arreglar la situación, sin embargo, no tengo tiempo para eso, pero si para pasar arrechera. 

Gabi se había ido a su casa, no habló conmigo respecto al tema de Leonor cuando subió a buscar sus cosas a mi habitación, estaba incómoda y no la culpo, había tensado el ambiente. Me hubiera gustado que se quedara, me hubiera gustado no haber pasado el resto del día encerrada con el sentimiento de culpa que me revolvía las tripas. A la tarde, Louis subió a mi habitación para traerme unas empanadas al horno que había hecho Daniel y obviamente no perdió la oportunidad de hablar sobre el elefante en la pared.

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