Capítulo 25

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(TW: ABUSO SEXUAL. ABUSO DE PODER. VENGANZA.)

Nina

Quise hacer un cheesecake y terminé haciendo un chiste.

Julian y Louis jugaban cartas en la sala mientras yo intentaba salvar inútilmente el fiasco de postre que hice para merendar.

Entonces, cual ángel, apareció Leonor con un cheesecake recién comprado. Me ayudó a cortarlo en trozos, y luego me ayudó a llevarlo a la sala.

— No soy buena haciendo postres — fui sincera mientras ponía los platos individuales frente a ellos —, si no fuera porque Leonor, nos morimos de hambre.

Si algo había aprendido el último año, es que la merienda en este país es tan importante como el mate y, sin esperarlo, yo misma me volví fan de merendar. Me ponía incluso de mal humor el no merendar, cuando en mi país se ve como algo completamente opcional.

— Nunca soples qk — le comentaba Louis a Julian y lo miré mal —. Le estoy dando consejos para que nunca te mate, lo vi en tiktok — Leonor rió a mi lado y yo bufé —.

En Louis estaba naciendo cierta admiración por Julian, quería hacerse su amigo y empezaba a esforzarse por lucir como un intelectual que sabe de lo que habla. Sé cuándo conoce de un tema y cuándo estás usando palabras elegantes para quedar bien. Louis amaba usar palabras que ni él mismo conocía solo porque le gustaba cómo sonaban.

— Una vez me invitaron al Amazonas — comentó Julian cambiando el tema con sutileza —, no fui obviamente, pero me quedé con las ganas. Me gustan las vacaciones que son tipo aventura, acampar y eso.

— Ahí la enfermedad más tranquila es la malaria — dijo Leonor sentada a su lado —.

— Y la muerte — rematé yo —.

— Pero me llama la atención, si no fuera porque estaba a full con la facu, hubiera ido — explicó y luego me miró —. Podríamos ir.

— Nina no pisa barro ni porque le paguen, es una fresa — dijo Louis riendo mientras masticaba su trozo de cheesecake —. En la escuela había un niño que la traumó con los bichos, siempre le dejaba uno en el pupitre — se giró para ver a Julian —. Ese carajito era coreano.

— Louis, no era coreano.

— Nació en Coro — me miró mal por interrumpirlo —. De pequeña, Nina amaba bañarse en la lluvia y bajo el tanque de agua cuando se rebalsaba. Ella en su otra vida fue pescao.

— A Louis le daba frío en el agua y se metía con todo y toalla — recordé —.

— En mi mente tenía sentido.

— Todo tiene sentido en la mente de los locos — sonreí y me llevé un trozo de cheesecake a la boca —.

A Julian parecía divertirle mi dinámica familiar, Louis podía ser un raro, sí, pero cuando estaba Julian yo no tenía ganas de que se callara; aún y cuando posiblemente dijese una imprudencia que me dejara mal. Nos empezábamos a acostumbrar a tenerle en casa y a veces veía como Daniel le daba clases de música. No me interesaba la música, pero Julian se veía bien haciéndolo.

Me gustaba cómo caía un mechón de cabello sobre su frente, cerca de su ojo mientras se inclinaba a tocar en el chelo, pasaba en momentos muy específicos. Me gustaba ver los cabellos cercanos a su nuca humedecerse de sudor y el cómo fruncía el ceño cuando sentía que iba a fallar en una parte. Me gustaba acariciar sus dedos cuando me daba la mano y el cómo parecía salir de un trance cuando terminaba de tocar. Me gustaba el suspiro que hacía cuando Daniel le decía:

— Da cappo a fin.

Julian no se quejaba, era buen alumno. A veces me preguntaba si, bajo ese rostro amable y tranquilo había algo malo, me lo imaginaba como una olla de presión. Nunca había conocido a una persona tan tranquila en su vida y me era imposible no imaginar la quinta pata al gato.

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