Chris.
— Me gustó merendar con vos el otro día — dije al teléfono —. Te iba a decir si querías ir a una fiesta hoy a la noche, mi viejo me va a dejar el auto, así que puedo pasar por vos.
— Estoy en casa de Nina, pero dale — dijo Gabi al otro lado de la línea —.
— Bueno, paso tipo 10:30 — ella estuvo de acuerdo y colgué —.
Suspiré y me tiré nuevamente en el sillón mientras escuchaba a mi madre hablar por teléfono de fondo, por lo poco que podía oír, estaba quejándose en alemán con una de mis tías. Mi madre era especialista en quejarse de todo, en especial de mi viejo, el que pone el techo sobre nuestras cabezas. A veces siento que no es agradecida.
Mis padres se enamoraron demasiado jóvenes como para entender la seriedad de una relación, a veces veo sus fotos y es como ver a personas completamente distintas, como si no fueran las mismas con las que vivo y no estoy haciendo referencia a lo físico. Mi madre actualmente nunca sonríe en las fotos o no muestra los dientes, pero en aquellas fotos siempre se ve radiante y con una carcajada. Mi padre, por otro lado, suele verse en aquellas fotos con una sonrisa de satisfacción o haciendo alguna mueca. Cierro los ojos y trato de encontrar en mi cabeza algún recuerdo en el que ellos se vean así, pero es demasiado borroso como para afirmar si es real.
Mi Madre se embarazó a los 19 y no pudo terminar la universidad, amaba a su hijo más que a nadie en el mundo y puedo recordar algunas fotos donde lo carga felizmente junto a mi padre, ambos sonriendo de oreja a oreja.
Luego sufrimos el accidente y su familia perfecta dejó de serlo. Lo poco que le quedaba no fue suficiente.
Yo no era suficiente.
*
Nina.
Me apliqué un poco de manteca de cacao en los labios y salí de mi habitación. Bajé las escaleras y vi a Daniel junto a Louis viendo Glee. Escuché a Gabi en la cocina hablando paja con la Nonna.
— Nunca me gustó esa serie — dije poniéndome la mano en la cintura y viendo la pantalla de la Tv —.
— Son las gaitas de los gringos, básicamente — dijo Louis y volteó a verme — ¿Vas a la Psicóloga?
— Si quieres lo escribes en Miraflores — lo miré mal —.
— ¿Quieres que te lleve? — se ofreció Daniel a punto de ponerse de pie, pero lo detuve.
— ¡No hace falta! Julian ya está afuera esperándome — Daniel y Louis intercambiaron una mirada de asombro —.
— Bueno — murmuró Daniel y se volvió a acomodar en el sofá — ¡Nos traen algo, por lo menos!
Le hice una seña de despedida como si fuese militar y luego de tomar mi barbijo, fui en dirección a la entrada para salir y encontrarme con el auto de la madre de Julian estacionado afuera de la casa. Él estaba junto a la puerta del copiloto, me sonrió alegremente y la abrió para mí.
La – abrió – para – mí.
Entré en el auto y él cerró la puerta, mientras yo me acomodaba el cinturón de seguridad, él rodeaba el auto para luego entrar en el asiento de conductor.
— Espero no te moleste el olor a frutilla — dijo quitándose el barbijo y revelando una barba de unos días que le empezaba a salir, yo lo imité quitándome el barbijo —.
— No me molesta — dije sintiendo las mejillas rojas, él me miró directamente a los ojos y estiró un poco el rostro mostrando su mejilla, deposité un rápido beso en ella —. Hola — él sonrió —.
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Argenzuela
HumorPara nadie es un secreto la situación que viven día a día los venezolanos, que luego deben verse en la opción de emigrar a otro país. Así fue como Nina y Louis Carmelo acabaron en Argentina. Y les voy a ir hablando claro, esta no es una historia de...