Nina.
Mi madre me llama 3 días después de que me fui de la casa, mientras Gabi y yo hacíamos el almuerzo. El motivo tanto como la llamada me tomó por sorpresa.
— Dios te bendiga, hija — dice en un tono pasivo-agresivo.
— Bendición, mamá — respondo caminando al cuarto que comparto con Gabi y cerrando la puerta despacio.
— ¿Cuándo piensas volver? — cierro los ojos con fuerza y trato de que no adivine mi nerviosismo.
— Mañana — respondo de manera cortante y en respuesta ella hace un sonido con la garganta como si estuviera pensando en mi respuesta.
— Sí, deberías — guarda silencio unos segundos y después habla —. Esta es tu casa — no tengo mucho más qué decir así que trato de cortar la llamada lo más rápido posible.
— Tengo que comer, en un rato voy a ir con las muchachas a probarnos los vestidos para la boda.
— Está bien, aproveché que estaba almorzando en el trabajo para llamarte. Tu hermana ya te compró el vestido para la despedida de solteros.
Antes de que piensen mal, mi madre y Daniel acordaron hacer una cena con amigos como ''despedida de solteros'', va a ser bastante pequeña, íntima y sobre todo formal. La boda de mi madre cada vez está más cerca y siento que hemos esperado una eternidad.
— ¿Cuánto le debo?
— Es un regalo — mi madre responde como si mi pregunta la ofendiera y aprieto los labios.
— Bueno, nos vemos mañana. Bendición — espero a que ella responda y luego cuelgo.
Salgo de la habitación rumbo a la cocina y Gabi me mira de reojo mientras me lavo las manos para seguir haciendo la ensalada.
— ¿Todo bien? — la miro y sonrío.
— Sí, le dije a mi madre que volvería mañana.
— Bueno — dice ella salteando las verduras — ¿Ya se le pasó?
— No creo — confieso —, pero no puedo evitarla para siempre.
— Cierto — se encoge de hombros, un mechón ondulado cae sobre su frente y resisto el impulso de acomodarlo, porque sé que no le gusta que la distraigan cuando está cocinando — ¿Has hablado con alguno de los muchachos? — hago un gesto de confusión mientras mastico una zanahoria — Andrés... ya sabes, en Venezuela.
— ¡Ah! No — me quedo pensativa —. Hace un tiempo que no les escribo, he estado demasiado ocupada. No es personal — aclaro.
— Lo sé, me pasa lo mismo — dice concentrada en lo que hacía —. Es difícil mantener la amistad cuando es así.
Ambas seguimos en lo nuestro y luego comemos en silencio. No era un silencio incómodo, simplemente no teníamos nada qué decir y aunque Gabi se veía triste porque tenía que irme, no lo dijo. Simplemente actuó como si nada y yo me concentré en chatear con Julian. A Gabi le caía bien, había hecho video llamada cuando ella estaba presente y parecía feliz de mi enamoramiento. Siento que ambos eran muy opuestos, pero eran mis personas favoritas en el mundo, así que me tranquilizaba que se llevaran bien.
Antes de salir, yo lavé los platos y Gabi se arregló. Luego caminamos hacia la parada. Por el camino, le pregunté a Gabi sobre su relación con Chris. Ella negó que fueran algo, pero supe que me mentía. Siempre me ha molestado que Gabi salga con varios chicos a la vez y que se queje de ellos sin cortar la relación. Pero eso lo puedo tolerar; lo que no tolero es que me mienta.
¿Por qué me miente? Nunca lo ha hecho para hablar descaradamente de sus conquistas ¿Por qué eso ha de cambiar ahora?
En el colectivo pude disimular mi mal humor, pero apenas llegué a la tienda de la modista me fue imposible seguir a su lado, así que fui a saludar a Louis que acompañaba a Mica. Louis notó al toque que me sentía mal, así que le hizo una seña a Mica para que nos dejara a solas.
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Argenzuela
HumorPara nadie es un secreto la situación que viven día a día los venezolanos, que luego deben verse en la opción de emigrar a otro país. Así fue como Nina y Louis Carmelo acabaron en Argentina. Y les voy a ir hablando claro, esta no es una historia de...