Capítulo 6

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La cena estaba siendo aburrida, y a pesar de que la apariencia del lugar iba mucho más allá de los estándares de elegancia de los que yo había visitado antes, las raciones minúsculas de comida en mi plato me hacían desear no volver más, aunque por suerte está vez no pagaría nada, el anfitrión principal era uno de los inversionistas, que dicho sea de paso quedó impactado con mi trabajo.

Y no es para menos, llevaba trabajando en él varias semanas lo mejor que podía, de hecho, mis días solo se debían al trabajo y a mi mascota, apenas tenía tiempo de vivir.

En toda la cena el señor Thompson ni siquiera me dedicó una mirada, estaba sombrío, distante y enfocado en lo que los demás hombres hablaban aunque no era nada de otro mundo la verdad, solo cosas banales acerca de negocios y propiedades, en uno que otro momento me incluían para felicitarme por mi trabajo y que les diera mi opinión sobre cosas que prácticamente encontraba innecesarias, aunque supongo eran formalidades para no dejarme callada todo el tiempo.

Pero es que no quería emitir palabra porque yo tenía mi propio debate en mi cabeza, ese beso me revolvió hasta la última neurona cuerda que me quedaba y a él como me imaginé y como pasa en las típicas películas me dijo que era solo un error y que no debía de repetirlo nunca más.

¿Como él me iba a pedir eso? Bueno en parte lo entiendo, ¿Qué millonario quiere que lo relacionen con una vagabunda de clase baja en su empresa?

Me di un trago de la copa de vino intentando ahogar mis penas y luego de ese siguieron dos y tres, cuando la reunión terminó, me despedí de todos y estoy segura de que más de uno notó que no estaba del todo sobria.

¿Cómo estarlo? después de cuatro copas llenas de alcohol alguien que es intolerante incluso a una. Bastante bien me estaba yendo que pude levantarme y caminar hasta el centro de la avenida para intentar conseguir un taxi.

- ¿Estás bien? -Ahí estaba de nuevo esa voz.

A esas alturas, el alcohol había actuado muchísimo más en mi sistema - ¿Estoy bien? - dije arrastrando las palabras.

- ¿Acaso es un cliché esto de que las mujeres de emborrachen cuando las rechazan? ¿Qué es lo siguiente? ¿Te tengo que llevar a casa, te vas a levantar en la mañana con otra ropa y vas a creer que volvió a pasar algo entre nosotros?

Arqueo una ceja ante sus suposiciones- ¿Acaso te aprovecharías de nuevo de mi estado de embriaguez? -El mareo casi no me deja terminar la oración y me lanza a un costado, pero unos brazos me recogen antes de tocar el suelo.

- ¿Eso es lo que piensas? Te recuerdo que yo estaba borracho también, no te obligué a nada.

-Sabes que pienso-Dije acercándome a su oreja -Yo pienso que yo te... yo te. gusto por eso me besaste- una arcada hizo presencia en mi boca y lo siguiente fue todo negro.

...

Me dolía la cabeza como la mierda, despertarme así se estaba volviendo rutina.

Una arcada se presentó dándome un sabor amargo en la boca y el líquido que había subido bajó con la misma, ardiendo todo a su paso.

-Deberías de tomar agua antes de comer cualquier cosa- Dijo una señora de al menos 50 años al entrar a la habitación de dónde estaba que apenas me había dado tiempo de pensar sobre ¿cómo había llegado aquí?

- ¿Dónde estoy? -Tomé el agua que me brindó acompañada de un pomo pequeño que contenía ibuprofeno. Y si, ahí estaba yo tomando pastillas de una desconocida.

-Estás en la casa del señor Thompson, esta tarde te trajo demasiado ebria como para tener conciencia y desde entonces te estoy cuidando.

-Ap.- Solo alcancé a decir, cuando una serie de recuerdos me invadieron, golpeé mi cabeza con mi mano en señal de frustración y maldije por lo bajo- ¿Sabes dónde están mis cosas? - Hice un ademán mostrándole el traje de dormir que parece de hombre con el que estaba vestida. -Necesito irme.

-El señor Thompson ordenó que comieras algo y descansaras, no te veías muy bien cuando llegaste, vomitaste hasta la bilis.

-Te agradecería más ... -Dejé en suspenso la oración e hice señas que me dijera su nombre el cual resultó ser Petra - Que por favor me dieras mi ropa y me dejaras largarme, ya esto es demasiado humillante para mí, es mucho para un solo día.

Me acomodé en la cama para levantarme con cuidado, todavía estaba demasiado mareada.

-Bien, la ropa esta colgada dentro del closet -Señaló una puerta a mi derecha- Puedes tomar un baño también si deseas la puerta de al lado lleva a uno privado, mejor te dejo sola y aviso al chofer para que te lleve una vez estés lista.

-No quiero causar más molestias.

Ella prácticamente no me escuchó y salió dejándome sola en la gran habitación con paredes blancas y suelos color beige.

A como pude tomé un baño y descargué lo que quedaba de bilis en mi estómago, me cepillé los dientes, me vestí y salí.

La habitación era la última de un pasillo enorme, supongo porque era una casa muy grande. Al final tomé las escaleras que me llevaron a la parte baja.

Mi vista recorrió aquel lugar de extremo a extremo, no había fotos ni nada en las paredes, salvo pinturas y algunos candelabros.

Parecía una de las casas de las películas donde siempre ocurre un asesinato.

Una puerta a mis espaldas cerrándose me sobresaltó y pegué un brinco en el lugar.

-Señorita- Se dirigió a mi sin expresión alguna y con extremo profesionalismo como antes. -El chofer de la casa, Sam, la está esperando fuera para llevarla a su hogar.

-No hay necesidad, puedo pedir un Uber. -Me excusé, ya había sido demasiado, además me sentía incómoda rodeada de todos estos lujos que nadie me había brindado.

-No te preocupes Petra -Dijo Noah entrando por lo que parece ser la puerta principal- Ya estoy aquí, yo la puedo llevar. Me hizo una seña y como mis pies no quisieron reaccionar me tomó de la mano.

Prácticamente no me dio tiempo de esquivarlo cuando tomó mi muñeca y cruzamos el umbral, ya en el exterior estaba oscuro, yo diría que eran pasado las 8 y a pesar de la oscuridad, las luces de la casa me dejaban ver que era una gran y lujosa mansión que eclipsó mis ojos por unos segundos.

-Eres fácil de impresionar. -Todavía sostenía mi mano, estábamos a unos pasos del Cadillac negro y una vez ahí lo rodeó y abrió la puerta para mí. -De seguro eres de las que se derrite con esta clase de gestos de caballerosidad que no estás acostumbrada y un final feliz.

-Las novelas románticas no son lo mío -Dije entrando en el carro y viéndolo mientras daba la vuelta para tomar el asiento del piloto -Pero tienes razón, sería lindo poder tener una familia de verdad algún día.

Después de mis palabras un silencio reinó hasta que salimos del gran complejo privado y nos incorporamos a la carretera, él se vio obligado a preguntarme por mi dirección y yo no tuve más remedio que ponerla en el GPS después de rogarle un par de veces que me dejara tomar un Uber.

De más está decir que el trayecto fue incómodo, él solo se limitó a manejar y yo a mirar fijamente la carretera, sumergiéndome en el incómodo silencio del interior del carro hasta quedarme dormida.

-Luna- Una suave caricia se posó en mi rostro- Llegamos.

Abrí los ojos para ver que definitivamente estábamos en el parqueo del complejo de edificios donde vivo.

- ¿Todavía es legal vivir en esta clase de lugares? -Arqueó una ceja mientras miraba al par de hombres con malas pintas que caminaban por la acera encendiendo un porro. - ¿Es seguro?

Negué en señal de frustración -Sea o no es lo único que me puedo permitir por ahora.

Se quedó mirándome directo a los ojos por unos milisegundos después que hablé y yo también a él, la curiosidad y esa mezcla extraña de sentimientos que pasaban por su iris era todo un espectáculo -Gracias por traerme yo...

Fue lo último que pude decir hasta que sentí nuevamente sus labios pegados en los míos, fue magia la verdad, la suavidad del tacto de sus labios y lo brusco de sus besos con deseo hacían una combinación embriagante.

No sé decir por cuánto tiempo estuvimos así, pero ya me estaba pasando factura el alcohol y la libido.

- ¿Porqué? -Preguntó una vez que terminó el beso y parecía más una reprimenda para él y no para mí - ¡Bájate! -Pegó un golpe al volante accionando el claxon y me asusté.

¿Estaba cabreado? bien dicen de los Tauro son unos hijos de puta que nadie comprende.

Me bajé del coche y cerré de un tirón la puerta, tan duro que después casi muero del susto por si la rompí, ni en mil vidas podía yo pagar aquello.

Un par de lágrimas bajaron por mi rostro y miré a través del cristal, se veía perdido, como si luchara internamente con sus propios demonios por lo que hizo, ni que besarme fuera un pecado, de seguro en cada una de las fiestas besaba a miles, aunque de seguro ninguna de esas miles vive en el infierno donde vivo yo.

Corrí todo lo que pude hasta mi habitación y sin siquiera hacerle caso a Max mi perro me encerré a llorar bajó las sábanas como siempre para poderme sentir segura.

DCEO Y Constelaciones (Ya Disponible En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora