Capítulo 28

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Era la segunda vez que uno de los hermanos Thompson estaba acostado en mi cama en un estado precario, al parecer Bela se había escapado de casa porque llevaba una mochila pesada con algunas cosas personales.

Su rostro estaba casi deformado de los golpes y los brazos estaban cubiertos de marcas, ni hablar del resto de su cuerpo, viéndola ahí indefensa y magullada recuerdos dolorosos vinieron a mi cabeza.

Recordé los dolores tan fuertes en el corazón y el vientre cuando desperté de la paliza de Max, recordé todo lo que lloré y las noches que estuve sola muriéndome de frío e infecciones porque nadie me llevó al hospital en tres días, hasta que tuve la fuerza suficiente de dar tres pasos por mí misma y llamar al 911. Y, por último, cómo no tuve el valor de enfrentarle, como no tuve el valor de reclamarle y las veces que maldije no tener otro lugar donde ir, porque por muy mala que fuera la vida con Max, nadie sabía todo lo que yo había vivido en las calles y lo que mi cabeza se negaba a recordar.

Maldecía mil veces el día que le dije a mi padre que lo odiaba, mi único deseo era tenerlo frente a frente de nuevo y recordarle que lo amo, que nunca en mi vida lo odié y que me arrepiento de haber sido una niña mala.

Las lágrimas corrían como río por mis mejillas, y la imagen de Bela, cada vez que se me nublaba la vista, se trasformaba en una mía.

Después de calmarme, me levanté dispuesta a cambiarle la ropa sucia por uno de mis pijamas y limpiarle con toallas húmedas con alcohol las heridas.

Acomodé lo que pude el cabello azabache de Bela en una cola y apliqué una pomada por toda su piel, me daba lástima que alguien más estuviera pasando por la misma situación que yo, principalmente porque ella si tenía familia.

Una familia que por cierto era un asco, a excepción de la señora Thompson, ella era una sumisa del señor Thompson y en parte me daba lástima, debía de ser un infierno su día a día a pesar de los lujos que eran nada en comparación con el daño psicológico que sufría.

En mis pensamientos me quedé sumida acariciando mi vientre que ahora sabía tenía una vida adentro igual que el de Bela, una vida que tenía que cuidar y que la presencia de ella aquí quizás sea un peligro por su parentesco con Noah.

El sofá incómodo a penas me dejó pegar el ojo, y decidí levantarme temprano y preparar un buen desayuno porque dos embarazadas tenían que estar bien alimentadas.

Decidí hacer panqueques y algunas frutas con chocolate frío, para que el olor no me delatara, y cuando justo terminaba de servir, Bela apareció en el umbral de la cocina, llevaba la cola que le había hecho anoche casi desecha y sangraba un poco del labio. Sin decir nada le acerqué una toalla y le señalé la zona, al parecer entendió rápido porque automáticamente el paño blanco fue a dar a su rostro.

Sus ojos estaban vidriosos y tenía la mirada perdida, yo sé mejor que nadie que en esos momentos no quieres que te cuestionen nada, pero necesitaba saberlo- El bebé, ¿Está bien?

Asintió y un alivio recorrió mi columna vertebral, le había tomado cariño a Bela y no quería que nada malo le sucediera.

Se sentó en la mesa aun callada y comenzó a comer delicadamente mientras gemía de dolor en ocasiones.

-Necesito desaparecer Eva. -Habló después de darle un par de mordidas al panqueque. -Nadie puede saber dónde estoy, por favor ayúdame.

-Si tu llegaste tan rápido a mi casa y tu hermano ya la conoce, ¿No crees que este es un mal lugar?

-Es la dirección en el collar de Max.

Mi perro, ¡Mierda! ahora que lo pienso debe de estar en algún lugar solo y triste, encerrado- ¿Qué pasó con él? -Me alarmé.

-Está en casa de mi madre, ella lo está cuidando.

- ¿En casa de tu madre? ¿Acaso ella?

Asintió. -Mi madre se separó de mi padre cuando mi esposo me mandó al hospital casi muerta porque él no hizo nada al respecto, incluso me invalidaron mentalmente cuando quise declarar en contra. Por eso tuve que escapar.

- ¿Qué pasó con Noah? -No pude evitar preguntar- Él no te ayudó. -Lo último fue más una afirmación cuando me di cuenta lo que sucedía.

-Hace unos días papá lo entró a la biblioteca y Noah salió siendo alguien totalmente diferente. Incluso aceptó casarse de una vez. No lo vi tampoco en el hospital. -Bajó su cabeza al plato y me di cuenta de que le costaba recordar aquello. -Mi madre me ayudó a escapar, deben de estarme buscando y quizás no demoren muchos días en venir aquí, no conozco mucha gente.

Bela me traía tantos recuerdos que las lágrimas amenazaron en salir, ella era igual que yo. Dejé mi desayuno de lado y acerqué mi silla a la suya y la abracé.

-No quiero ver a ninguno de ellos Eva, ayúdame por favor, no quiero morir, no quiero que a mi bebé le suceda nada, papá amenazó con quitármelo cuando naciera si seguía insistiendo en el divorcio. -Lloró amargamente. -Ayúdame por favor.

Sus últimas súplicas terminaron de ablandarme y por fin cedí, al menos intentaría ayudarla, a pesar de que sabía que me estaba metiendo en la cueva del lobo, pero a mis cortos 18 si alguien hubiera hecho lo que estaba a punto de hacer quizás mi pequeña estrella hubiera estado conmigo. -Mañana viajo a Florida, hoy iba a conseguir papeles falsos para mí para que nadie supiera donde voy a estar, un amigo de mi ex es el mejor experto de la zona del Bronx.

Sus ojos azules me miraron expectantes - ¿Pensabas irte? -Asentí - ¿Nunca pasó por tu cabeza luchar por mi hermano? -Algo de decepción manchó su voz. -Digo, es un cabrón de mierda, pero tu estabas enamorada de él.

-Lo estoy -La corregí, aunque me doliera no podía negarlo -Tu hermano fue mi primer amor de la infancia.

Sus ojos se abrieron como lunas- ¿Os conocías de antes? -Asentí.

-Tu padre trabajaba en mi casa y tu otro hermano estudiaba conmigo.

-No puede ser, ¿Tú eras esa Eva?

Asentí y la vi pensando por unos momentos, sé que se abstuvo de culparme de algo por su expresión y tiene mucho de qué hacerlo, por mi culpa mi padre los echó de la casa. - No te juzgo -Dijo adivinando mis pensamientos- Al final tu fuiste otra víctima y de nuevo terminaste siéndolo. -La sentí suspirar en lo que yo le daba un trago a mi chocolate- ¿Puedo ir contigo? te prometo que no te voy a causar molestias, solo quiero estar lejos de toda mi familia, nada ni nadie me va a apartar de mi bebé.

Sus manos acariciaron su vientre y los sentimientos de mi niña de 18 años maltratada me afloraron culpándome si algo le pasaba- Vale, vamos debemos irnos ya si queremos esas nuevas identidades.

Ambas nos encaminamos después de dejar todo organizado en casa a el Bronx en busca de La sombra, uno de los mejores amigos de Max y el único que nunca quiso dañarme. El edificio donde vivía era casi igual que él mío, salvo que detrás de él pasaba el metro haciendo temblar hasta los cimientos la estructura.

Podía notar la figura de Bela tensarse a mis espaldas mientras le pasábamos por al lado a personas que estoy segura no está acostumbrada a tratar, yo por el contrario los ignoraba, no quería ser su centro de atención, siempre recuerdo que Max decía que mientras más miedo le tienes al perro más se ensaña contigo, aquí es casi lo mismo.

-Eva, ¡que agradable sorpresa! -Me recibió mi viejo amigo con un abrazo.

-También te extrañé sombra, pero no vengo por una visita social. -Estaba tensa, no era una idea que me agradara mucho y llevaba un riesgo, pero tenía que hacerlo sí o sí. -Necesitamos, ambas -Enfaticé lo último señalando a mi amiga asustadiza detrás de mí. -De tus servicios.

Sombra arqueó una ceja y puso interés en Bela, casi muero de miedo, porque una vez a él le gusta alguien no la deja ir -Escribe nombres, apellidos y todo lo que necesites cambiar en este papel. -Tendió una hoja delante de nosotras sin apartarle la vista a Bela -De la magia me encargo yo.

Optó por una postura erguida y sus ojos brillaron, pero logré relajarme cuando me guiñó un ojo y se encaminó a su estudio personal, para minutos después traerme todos los documentos necesarios a nombre de Eva Reyes.

Había llegado el momento, por fin la antigua yo había muerto.

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