Un opaco rayo de luz proveniente del exterior me despertó, por el color supongo que es uno de los más naranjas que aparecen justo en los últimos minutos que vemos al gran astro en el cielo.
Miro a mi alrededor y lo primero que noto es a Noah enroscado a mi como una serpiente que no deja escapar a su presa una vez la tiene entre su cuerpo, su despeinado cabello deja caer un par de mechones pegados en su frente, donde justo antes hubo sudor producto de una ajetreada tarde.
Así, dormido y relajado se veía todavía más guapo, cada una de las manifestaciones de mi jefe me gustaban, sí, no podía negar lo enamorada que estaba de él, más, que después de este día, que sí me acordaba de cada detalle que pasó en esta cama, iba a encabezar cada sueño erótico que se le ocurriera a mi cabeza.
Uno de mis dedos se deslizó por el brazo desnudo que me rodeaba, su piel era una mezcla entre bronceada y blanca que dejaba mucho que desear, y sus músculos no hacían más que darle forma a esa bestia provocadora de los más impuros pensamientos de cualquier mujer.
Incluyéndome yo que estaba totalmente loca por él.
Sí, iba montada en un tren a más de 500 kilómetros por hora sin frenos y a tan solo unos segundos de estallar contra una pared.
El dedo que aún seguía haciendo caricias contra la suavidad de su brazo frenó en seco cuando sus ojos azules se abrieron y apuntaron en mi dirección carentes de emociones.
Consecuencias, se repite una y otra vez en mi cabeza y la insípida frase de afronta a las consecuencias Eva, y sal de allí con la cabeza en alto la secundaba y no tuve más remedio que hacerle caso.
-Perdón- Susurre-Te prometo que no va a volver a pasar. - No sé por qué, pero su mirada parecía regañarme.
Me envolví en la sábana e intenté buscar mis cosas con la vista por el suelo de la habitación para tomarlo todo rápido y salir de allí. No lo iba a hacer, no iba a enfrentar las consecuencias de ninguna otra forma, lo hecho, hecho está y no debía de haberle pedido perdón, no lo obligué y él también tuvo la culpa.
Su mano sujetó mi muñeca, aunque esta vez no con la fuerza de hace un tiempo atrás.
- ¿Por qué me pides perdón? Tan mal estuvo.
- ¿Qué? -No entendía por qué el tono burlón.
Lo vi sentarse en la cama y estirarse un poco, sin ningún intento de esconder algo.
Mis mejillas al instante se colorearon de rojo.
-Lo que te dije aquella noche -Hizo una pausa mientras supongo que organizaba las palabras en su cabeza-Sobre que me gustabas, no te estaba mintiendo.
Lo miré todavía más firme y no sé por qué con miedo recorriéndome los huesos, el pulso casi se me detiene y sé que él estaba teniendo una imagen de una Eva asustada y confundida como una niña chiquita, más de una vez me dijeron que soy como un libro abierto. - ¿Entonces por qué me dijiste todas esas cosas hirientes? Porqué me tildaste de prostituta sin siquiera conocerme o darme el beneficio de la duda.
Una pequeña risa nasal se le escapó - ¿Por qué me sorprendes sabes? todavía no me creo que alguien como tú exista y que no esté detrás de mi dinero, pero sí eres real, me lo dejaste muy en claro cuando rechazaste mi oferta que podía ser de miles de dólares y luego después de la cachetada.
- ¿Acaso pagas por cada mujer que llevas a la cama? -La sorpresa en mi voz no se dejó esconder. - ¿Cómo puede ser que alguien como tú...? -Titutubié un instante y preferí no terminar la frase para no inflar más su ego.
Alzó una ceja divertido- ¿Alguien como yo? ¿Te refieres así de guapo? -El Noah que se estaba mostrando en ese entonces no parecía el mismo que yo conocía. Rodé los ojos para hacerle saber que no me divertían sus comentarios narcisistas. -Si Eva, las mujeres que se acercan a los hombres como yo, lo primero que hacen es buscar de mi dinero.
Mi boca pareció no querer cerrarse, porque la expresión de asombro en mi cara no se iba. Pero en parte sus palabras tenían razón, el mundo se mueve solo por dinero.
-Ahora, ¿me puedes prometer algo? -Lo vi acercarse un poco y por instinto me acomodé unos centímetros más atrás. -No irás con Miller a la fiesta, no quiero que estés con él.
- ¿Te crees con el derecho de prohibirme las cosas solo porque tuvimos sexo? -La molestia volvió a aflorar en mi rostro -Yo salgo con quien quiero, además, yo no tengo interés en estar con un tipo que podría ser mi padre, voy solo porque creo que en esa cena voy a tener oportunidad de aprender más de personas exitosas.
Una risa ronca salió de su garganta -Entonces ve conmigo.
-Las cosas no son solo a tu antojo Thompson, yo soy alguien de palabra y no puedo faltar a ella. Pero, además, tú vas a estar ahí, ¿cuál es el afán de que me junte contigo?
- ¿A mi antojo? Joder Eva, no quiero que ningún viejo baboso se acerque a ti porque tú eres mía. -Sus ojos azules se oscurecieron después de aquella frase.
Si antes estaba comenzando a cabrearme ahora justamente no podía callar al diablo en mi hombro susurrándome que lo golpeara. - ¿Tuya? ¿Te piensas que soy una propiedad o algo que compraste? Te equivocaste CEO, porque yo no soy propiedad de nadie, a mí no me puedes aprisionar.
Ojalá y hubiera tenido esa fuerza de voluntad y poder de decisión sobre mi antes.
Me levanté de golpe y recogí todo lo que vi en el suelo y salí de aquella habitación dando un portazo, que estoy segura se escuchó por el eco en toda la planta.
Por suerte no había nadie en todo el pasillo alfombrado, y pude encontrar la tarjeta magnética en el bolsillo del short.
Cerré de otro portazo la mía y sin apenas notar detalle de la habitación que sería mi hogar por tres días, tomé una ducha de agua helada, me recosté en la cama y miré al techo intentando vaciar mi cabeza de todas las cosas que daban vueltas allí.
No sé si había pasado una hora o dos porque me quedé dormida, pero en la puerta de mi habitación se escucharon dos toques.
¿Quién será a estas horas? El reloj que yacía al costado de mi cama en una de las mesas de noche marcaba las 7:00 pm.
Rápido me levanté y rebusqué en mi maleta que estaba tendida en los pies de la cama un vestido celeste que pensaba usar para salir a cenar esa misma noche.
Después de haberme puesto el vestido me acomodé un poco mis cabellos despeinados y volví a sentir el mismo toque en la puerta, pero antes de que volviera a sonar nuevamente bajé el seguro y abrí.
Del otro lado estaba mi jefe vistiendo una camisa y unos jeans que lo hacían lucir como un chico común y corriente.
Alzó una rosa a la altura de mi rostro y como muestra automática la tomé. - ¿Qué es esto? - La confusión se reflejó en mi rostro.
-Eso preciosa, es una rosa- Su tono se asemejaba a uno burlón - Y esto -Dijo extendiendo su mano abierta, como para que yo la agarrara en el acto- Es una invitación a cenar ahora conmigo.
Arrugué el entrecejo, ¿qué estaba tramando?
- ¿No te quedó en claro que no soy de las que compran con detalles caros? -Hice un ademán por acercarle la rosa de vuelta.
-Por eso corté esa rosa del jardín y me metí en muchos problemas y no, no vamos a ir a ningún lugar caro. -Su respuesta me sorprendió -No te voy a comprar Eva, me voy a ganar tu cariño.
Después de lo último esbozó una sonrisa y alzó una mano nuevamente hasta donde yo estaba invitándome a seguirlo. Agarré mi cartera colgada estratégicamente justo en la entrada con mis cosas y entrelacé nuestros dedos.
Si tan solo supiera que no tiene que competir por nada.
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DCEO Y Constelaciones (Ya Disponible En Amazon)
RomanceEva es una chica linda y llena de secretos, pero rota por dentro ya que carga con la culpa de quitarles la vida a las personas que ama. Por cosas del destino encuentra un trabajo como secretaria del CEO de una de las empresas más grandes de New Yor...