Llevaba la noche entera dando vueltas en la cama, apenas amaneció busqué en los registros de la empresa y el único
Rafael Rey que figura es uno de los accionistas minoristas. Su foto me pareció familiar, su apellido era el mismo, y provenía de Orlando en Florida, era mucha coincidencia, así que rebusqué entre las fotos antiguas que había en Internet de mi familia, apenas pude encontrar un par donde estábamos todos, me dio tanta nostalgia que las lágrimas no me dejaron apreciar casi la instantánea en un principio.
Me costó trabajo enfocar miembro por miembro, los abuelos estaban en una esquina abrazados y sonrientes, mamá acariciando la gran barriga de quien iba a ser el primer hijo varón de ambos, papá con un brillo en los ojos maravilloso y debajo de ellos yo, con un par de coletas rubias largas y sedosas, a lado nuestro estaba creo que la tía julia, que falleció días después de esa foto y en el fondo...
El tío Rafael, tenía unos 10 años menos, pero era exactamente el mismo hombre, tuve que apreciarlo varias veces para darme cuenta, para aquellos entonces tendría 30 y ahora los 40 lo habían golpeado tanto que parecía más bien de 50.
Supongo que es el peso del estrés de estar robándole a la empresa 5 millones todos los años, juntando 25 millones en 5 años, de la manera más silenciosa y sutil que se puede, disfrazándolos con los impuestos y el resto en pagos fantasmas a compañías que no existen.
Un incompetente lo hubiese pasado por alto, total, estaba firmado por cuanto jefe puede pasar y para las cifras que normalmente se manejan, no era algo de otro mundo. Pero un ojo de águila se da cuenta de que el cliente no está registrado entre la firma de lealtad de la compañía, sino que es uno con nombres semejante.
Tendría que encontrar la manera de contarle a Noah y al señor Thompson todo, pero cuando bajé a desayunar el segundo no estaba por ningún lado. -Buenos días. -Casi susurré a los comensales.
La señora Thompson estaba sentada junto a su hija y de vez en cuando le acariciaba el cabello azabache, que así de cerca parecía no haberse cepillado hace varios días.
-Buenos días querida, toma asiento. Bela ella es -Hizo una pausa buscando las palabras para describirme ante su hija y sé que es complicado, porque ni siquiera yo sé que soy- Amiga de tu hermano, ella fue la chica que sufrió el atentado, está aquí para que la protejamos en lo que se encuentra el culpable.
-Hola- Me saludó apenada y bajó el rostro magullado.
-Buenos días - Repetí y tomé asiento.
Nos sumimos en un silencio incómodo donde solamente se escuchaba el ruido de los cubiertos contra el cristal de los platos.
Apenas levanté la mirada, pero podía escuchar a la chica susurrarle a su madre de vez en cuando y a esta abrazarla contra ella y depositar suaves besos en su frente.
Yo también desearía que mamá hiciera aquello cuando me sentía como la mierda, que últimamente pasaba muy seguido.
El jugo de naranja aplacó las náuseas que ya se estaban volviendo parte de mi rutina, y me llené con un emparedado de ensalada con mayonesa y Tuna y chocolate, sí sé que suena asqueroso, pero tenía unas ganas incontrolables de probarlo, y no sabía para nada mal.
Vestí con un traje deportivo negro, justo como mi aura se coloreaba en esos momentos y bajé con intenciones de pedir un Uber para llegar al gran rascacielos.
Pero para mi suerte o desgracia, la señora Dairine, a la que recién le preguntaba su nombre después de todo un día, me interceptó y no me dejó ir a menos que aceptara que Sam me acompañara.
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DCEO Y Constelaciones (Ya Disponible En Amazon)
RomanceEva es una chica linda y llena de secretos, pero rota por dentro ya que carga con la culpa de quitarles la vida a las personas que ama. Por cosas del destino encuentra un trabajo como secretaria del CEO de una de las empresas más grandes de New Yor...