JiMin apretó los ojos entre feroces gruñidos, con la cabeza debajo de la almohada.
Ese anciano de mierda que tiene como novio se estaba esmerando en hacer todo el ruido posible para que él no pueda dormir tranquilo y descansar de la insoportable resaca.
Él conoce a Min YoonGi, lo conoce tan bien como conoce a su papá. Sabe que YoonGi estaba haciendo incontables ruidos a propósito, porque el señor era bien vengativo.
Por supuesto, como YoonGi tuvo que dejar sus aposentos para ir a buscarlo a un puto antro de mierda y discutir con él un buen rato, ahora estaba buscando la forma de vengarse de él.
Pisadas fuertes contra el piso de aquí para allá, cajones abriéndose y cerrándose bruscamente, el pomo de la puerta haciendo ruido, una puta alarma ruidosa sonando cada dos minutos. El bello Holly (mascota de YoonGi) ladrando sin parar en el piso de abajo.
Qué maldito anciano más buscapleito. Qué putas. ¿Por qué tan vengativo el señor? ¿Tiene que ver con la locura de la andropausia o algo así?
—¿Puedes callar a Holly? —habló entredientes, aún con la cabeza debajo de la almohada—. Gracias.
—Qué pena, mocoso del infierno, pero es que estamos en un país libre de expresión y él está reclamando porque no ha comido —YoonGi respondió desde el mueble de la entrada, en el que yacía apoyado para abrir y cerrar el primer cajón con una sonrisa maliciosa—. Pudo haber desayunado antes de que yo me fuera a la oficina, pero no estoy en la oficina, estoy aquí.
—¡Tú siempre le das de comer antes que a mí! —gruñó cual lobo feroz al sacar finalmente la cabeza de debajo de la almohada—. ¡Lo estás haciendo por molestar, anciano!
—¿El qué? Disculpa, ¿quieres? —dijo YoonGi riendo—. Lo que sucede es que estoy muy ocupado intentando encontrar una carpeta importantísima de color rojo.
—¡La tienes sobre el mueble! ¡Te va a picar!
—Amarilla.
—¡También está a tu lado!
—Verde.
—¡Aaaaaaah!
La sonrisa maliciosa de YoonGi se llegó a ampliar y se hizo ver más malvada todavía, aparentemente feliz de seguir abriendo y cerrando el primer cajón del mueble en el que permanecía semiapoyado.
Asimismo, Holly seguía ladrando y hasta aullando desde la primera planta, pero no por comida como le hizo creer a JiMin. No. Esa sólo fue una pequeña mentira, ya que él jamás se atrevería a retrasar alguna comida de su perrohíjo.
En realidad, el bello Holly estaba tan afanado en ladrar porque él le había subido todos los juguetes a un estante totalmente inalcanzable para el peludo. Todo esto con el fin de que Holly se desespere y se ponga de necio en querer agarrar uno aunque sea.
¿Y por qué ser tan cruel con su perrohíjo? La verdad es que simplemente quería que Holly se uniera al coro que él creó para que su pequeño e inaguantable novio pudiera dormir mejor.
—Oh, también estoy buscando las llaves del auto, ¿sabes? —comentó con una expresión pensativa, cuando se enderezó y se desplazó hacia las otras mesas fingiendo buscar algo—. ¿Me ayudas a encontrarlas...? Ay, pero qué tonto soy. Si no quieres ni encontrar tu dignidad.
—Estás buscando que te meta unos buenos putazos, anciano —JiMin volvió a gruñirle desde la cama—. Anda, sigue así.
—Putazos los que te diste en la madrugada intentando subir las escaleras. —Rió.
Posteriormente, comenzó a caminar por todo el salón de la habitación dando fuertes zancadas, procurando que el pequeño tacón de sus zapatillas negras pudieran darse a escuchar en su máximo esplendor.
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❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).
Fanfiction¿Qué se podíɑ decir? Un hombre de treintɑ y cinco ɑños estɑbɑ en unɑ relɑción con un mocoso de veinte que resultó ser mάs extrovertido e inquieto de lo que ɑ él pudo hɑberle gustɑdo. Teníɑn opiniones y gustos diferentes, nuncɑ estɑbɑn de ɑcuerdo en...