Capítulo cincuenta y tres: Chiste rancios.

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—¿Qué tiene cinco dedos, pero no es tu pie? —fue el turno del ojitos locos de contar un chiste—... Mi pie.

Después de completar su chiste, de manera inmediata, sus hermanos, que le pusieron toda la atención como niños pequeños, rompieron a carcajadas limpias.

Él los siguió y se unió a las carcajadas. Ahora los tres se estaban cagando de la risa, ahí; en la última fila de asientos que están frente al altar.

—¿Cómo se le llama a un viejo muñeco de nieve? —JimDae habló con lagrimitas en los ojos—... Un vaso de agua.

Por segunda vez consecutiva, tanto él como sus hermanos rompieron a risotadas; risotadas que, aunque grandes. salían casi en susurros. Esto debido a que YangYang los estaba vigilando desde los asientos de la fila de al lado con el bendito palo de golf en las manos.

De hecho, ese anciano de muy buen ver los estaba observando con los ojos entrecerrados; juzgándolos. De vez en cuando negaba con la cabeza y se preguntaba qué se habrán fumado que nada más no compartieron.

Y en defensa de los tres, se ha de decir que no fumaron nada, pero se ha de aclarar que sí tomaron de todo. Licor en botellines o bien en botellas miniatura, para ser más exactos. Tomaron ron, whisky, vodka, tequila, entre otros.

Incluso, JimDae y YajaTzael dejaron que el científico loco de ojos todavía más locos se pusiera a hacer mezclas extrañas con estos licores. Fue así como terminaron hasta el culo; contando chistes en voz bajita, cagándose de la risa y los tres bien pegaditos con los brazos entrelazados.

—Yo hablo mucho con mis zapatillas —comentó YajaTzael con un dolor en los pómulos y una sonrisota que gritaba lo mucho que volvería a reírse.

—¿Y eso por qué? —preguntó DaeYang, viéndolo con intriga.

—Porque dicen Converse —respondió YajaTzael antes de reventar en carcajadas junto a sus hermanos.

JimDae le terminó metiendo un manotazo en el brazo mientras negaba a carcajadas. Él acabó cayendo de la silla directo al césped, al igual que JimDae, a carcajadas. Y DaeYang se encorvó para pegar la frente contra sus rodillas, riéndose a más no poder.

El estómago les dolía tanto como las mejillas. El ojitos locos las tenía rojas mientras que YajaTzael tenía toda la cara roja en sí.

—¡YajaTzaelly! ¡YajaTzaelly, ¿estás bien?! —El pan dulcito de Zael hizo acto de aparición entre ellos, claramente preocupado porque su amorcito estaba en el suelo intentando pararse.

—Dicen que cuando te das mucho amor te vuelves sordo —comentó DaeYang en lo que se endereza, limpiándose las lágrimas de risa con la punta de la corbata—. ¿Eh?

—¿Eh?

—¿Eh?

—¿Eh? —Zael ladeó la cabeza sin captar el chiste o por qué sus cuñados se estaban riendo de él—. YajaTzaelly, ¿se están riendo de mí o conmigo?

Con un mohín en sus labios rosaditos se dispuso a ayudar a su novio a levantarse del suelo mientras sus cuñados parecían cagarse de la risa.

Él agarró a YajaTzael de las manos y entonces lo jaló hacia arriba casi de golpe, de esta forma YajaTzael pudo levantarse del suelo y estar de pie. Eso sí, todavía carcajeándose sin parar como sus hermanos.

—JiMinie ya te está esperando para que lo lleves al altar, YajaTzaelly bonito —comunicó en lo que se dedica a alisar el traje del mayor—. Yoonie ya está en el altar. La boda ya empezó.

—Por un momento se me olvidó que estábamos en una boda —el mayor negó sonriente ante los estragos de la reciente risotada—. ¿Quién se casa o qué?

—Pues tu hijo, tontito. ¿Quién más? —él respondió alzando la vista para fijarse en el mayor—. Ve con él. Ha llegado el momento, YajaTzaelly.

—¿De la siguiente ronda de chistes? ¡Haberlo dicho antes! —asintió el mayor antes de tomar asiento al lado de JimDae—. Se robaron las sillas de mi casa... Adivinen cómo me siento.

Ay, no puede ser.

Zael rodó sus ojitos grisáceos cruzado de brazos. Se puso a negar entre suspiros en cuanto los hermanos Park rompieron a carcajadas una vez más por unos chistes todos rancios.

—Hola.

¿Estaba cruzado de brazos? Bueno, ya no más. Rápidamente recuperó su postura cuando su suegro, aquel anciano que sí da la talla hasta en el palo que tiene consigo (el de golf, por supuesto), se le apareció al lado.

Una sonrisa se le hizo en su boquita devoravergas y sus mejillas blanquitas se tornaron rojitas por la presencia de su suegro el guapo.

—Hola —murmuró todo tímido; con hambre, pero tímido.

—No nos terminamos de conocer por culpa de este pendejo —le dijo YangYang mientras le da un zape a su hijo el más endemoniado—. Dime, ¿qué te gusta hacer, a parte de darle de comer a los pobres?

—Uh, bueno, me gusta la gente que come... y que habla de comer... y que te invita a comer —él respondió jugando con un mechón de su largo y ondulado cabello marroncito —. Ya sabe, de esas personas que se reúnen contigo para hablar... y comer.

—Mira qué casualidad —musitó YangYang en lo que se le termina de acercar—, a mí también me encanta comer.

¿Estaba siendo muy sutil o muy lanzado? Porque lo que quería es que su yerno el más rico y sabroso pudiera entender su clarisimo coqueteo. Después de todo, Jaeh se había ido a la cocina y él debía aprovechar la oportunidad para conocer a sus yernos.

Y quería empezar primeramente por el más ricolino, escultural y de culo azotable de todos. Eso no tenía nada de malo, ¿verdad?

—Yo puedo ser tu cena, si quieres.

—Uh...

Sí, bueno, eso debía de hacérselo entender al más endemoniado de sus hijos; Park YajaTzael, el hijo de puta que le estrelló el palo de golf en toda la cabezota por andar coqueteando con su gatito.

Aunque la pregunta era la siguiente: ¿En qué momento o cómo putas ese Mr. Demonio le quitó el palo de golf si lo había tenido en las manos todo ese tiempo?

—Le vuelves a coquetear a mi gatito y no sólo te meto el palo por el culo, también te acuso con Jaeh el cazafortuna —YajaTzael lo amenazó una vez abrazó a Zael y le puso su saco encima para ocultarlo de los ojos depravados de ese anciano—. Vámonos, gatito, vamos donde aquel desconsiderado enano abandonahogares.

—Sí, YajaTzaelly —asintió el pan dulcito de Zael muy obedientemente, yéndose juntos tomados de la mano.

—Qué lindo, gatito. Grúñeme.

—Grrr.

¡Maldita sea, pero que avise el gatito de mierda!

A YajaTzael le dio un paro y no precisamente en el corazón.





















❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora