—Ouh, ouh, espera, espera.
Zael tuvo que meter el pie con una carísima bota de Chelsea entre las puertas del elevador antes de que éstas se llegaran a cerrar por completo.
Se tropezó con sus propios pies al entrar y todas las carpetas que llevaba en los brazos casi se le caen al piso por su sola torpeza.
Como pudo se reacomodó los lentes y presionó al mismo tiempo el botón con el número de piso al que debía de dirigirse, pues en pocos minutos habría una reunión y tenía que ser uno de los primeros en estar en esa sala.
Era socio fundamental de la empresa y hermano menor del mero dueño, el CEO. Éste era bastante apegado a él, así que siempre quería tenerlo cerca.
—Buenos días.
¡En fin!, el universo hoy estaba trabajando a su favor y no en su contra como tantas veces, porque resulta que quien había estado dentro de ese elevador era nada más y nada menos que su amor platónico.
Se llama YajaTzael y es un hombre alto, más atractivo que el propio Adonis, musculoso, con una voz de ensueño y con la sonrisa más hermosa que tuvo el honor de conocer.
¿Lo malo? Parece no caerle bien. De hecho, está cien por ciento seguro de que YajaTzael lo odia a muerte y que siempre quiere hacer como que él no existe.
¿En qué fundamentos se basa? Pues siempre que él se acerca YajaTzael lo ignora, cuando intenta entablar una conversación YajaTzael simplemente se queda mudo y luego se va.A veces lo cacha observándolo, pero cuando él le sonrié, YajaTzael pega la vuelta y le da la espalda. Eso lo pone triste y deprimido, porque él quisiera al menos ser su amigo y conocerlo más; conocerlo de verdad.
Él no se cree ese cuento que le metió su sobrino, sobre que YajaTzael es bipolar, gruñón, malhablado y odioso. Él, más bien, piensa que es un hombre incomprendido con falta de amor y ternura.
—Mmm..., ¿cómo estás? —preguntó sonriente al darse la media vuelta y poner sus ojos grisáceos sobre el mayor—. Es un bonito día, ¿verdad?
—Día. —El mayor soltó casi en automático, como un robot.
Yacía parado, pero viéndose más tieso que una estatua. Pegado en una esquina del elevador y con los ojos bien abiertotes. En su atractivo rostro había una expresión aparentemente traumada, como la mirada de las mil yardas.
Tenía las mejillas bien rojas y calientes, estaba diciendo algo por lo bajo; tan bajo que Zael no alcanzaba a escucharlo, sólo lo veía mover los labios.
YajaTzael estaba idiotizado. Se sentía flotar sobre nubes de algodón, completamente drogado por la loción de Zael que lograba colarse por sus fosas nasales.
¡Carajo! ¿Qué se sentiría enterrar su nariz entre ese cuello tan pálido como una hoja de papel? ¿Siquiera podría sobrevivir para contar su experiencia? Él lo dudaba.
—Oh, veo que llevas listo tu reporte semanal. —Zael volvió a sonreírle.
—Sí—. Fue lo único que dijo antes de que las puertas del elevador se abrieran finalmente, luego de que se tardaron una infinidad en hacerlo.
Él salió despavorido de ese elevador. Ni bien las puertas terminaron de abrirse y él ya estaba casi corriendo directo a la sala de juntas, con la sensación de que Zael llevaba sus preciosos ojitos de gatito sobre su virginal cuerpo.
¡¿Por qué?! ¡¿Es que ese gatito de mierda no se da cuenta de que lo pone nervioso y que él está tremendamente enculado de su belleza?!
¡Ugh! Parece que no y con lo obvio que es.Cuando llegó a la sala de juntas, en carrera se dirigió a la gran mesa redonda, en donde dejó caer las carpetas que consigo estuvo cargando. Luego fue él quien se dejó caer sobre la silla giratoria, con la respiración agitada y una mano en el corazón.
A simple vista parece que había estado huyendo de algún asesino en serie, porque tenía una expresión de terror en su fea cara. Al menos eso pensaba YoonGi, que justo estaba sentado a su lado terminando de escribir su reporte.
Bueno, eso es lo que estuvo haciendo antes de que él apareciera actuando mas extraño de lo normal.
YoonGi pensaba que podía deberse a la andropausia.—¿Cuándo será el día en que te mueras, anciano? —YoonGi le preguntó mientras juega con el bolígrafo entre sus dedos.
Él le gruñó ferozmente antes de meterle tremendo hincapié en la canilla ya oxidada de YoonGi. Éste soltó un gritito no muy masculino en lo que deja caer el bolígrafo sobre la mesa de madera.
En eso, en lo que YoonGi se ponía de pie para sobarse la canilla mientras suelta ayes de dolor, escuchó la voz de Zael dando los buenos días a todo aquel que estaba dentro de esa sala y él, que se estuvo carcajeando de YoonGi, al final acabó ahogándose con su propia risa.
Jorge, el CEO de la empresa que se había acercado a saludar también, le brindó ayuda dándole unas cuantas palmadas en la espalda. Esto ocurría mientras Zael tomaba asiento a su lado.
¿En serio? Con tantos asientos vacíos alrededor de toda la mesa, ¿justo debía de sentarse a su lado? ¿Es que pretendía matarlo de un paro al corazón o por qué tanta cercanía?
—¿Estás bien? —Jorge le preguntó antes de caminar hacia la silla en el centro de esa mesa.
—Ay, vi mi muerte —susurró con la voz ronca, sujetándose el cuello.
—¿Y por qué no te quedaste con ella?
¡Maldita sea ese jodido coro vencido!
Entre gruñidos feroces agarró una de sus carpetas con ambas manos y sin miedo al éxito se la estrelló a YoonGi en toda la jeta una vez éste se sentó en la silla a su lado.
YoonGi casi cae al piso abruptamente por tan violento golpe, mas supo sujetarse de la mesa y mantenerse en el asiento.
Él volvió a gruñir con la cara tan roja como un tomate..., aunque esta cara se le puso pálida de un segundo a otro en cuanto, al girar en su silla contrario a YoonGi, se encontró con la hermosa y matadora sonrisa de Zael.
Aquella sonrisa de encías rosaditas y dentadura pequeña. Tan adorable.
Encima, con aquella mirada de ojitos de gatito, grises y brillantes. Tan cautivadores.Volvió a ponerse rojo y tan pasmado como la primera vez en el elevador. De inmediato, casi como un rayo, se dio la vuelta con todo y silla. Le dio por completo la espalda a Zael.
Este último mencionado borró su sonrisa y en su lugar quedó una expresión entristecida, incluso el brillo en sus ojos se apagó. Se echó un suspiro y prefirió ponerle atención a acomodar sus carpetas por color.
—Empecemos con la reunión, señores. YajaTzael, expón tu reporte, por favor.
Ay. ¿Exponer? O sea, ¿pararse, ponerse frente a todos y hablar teniendo a Zael viéndolo con fijeza?
No, gracias. Prefiere un tiro en la cabeza antes de terminar tartamudeando como pendejo y que el imbécil de YoonGi aproveche eso para burlarse de él frente a Zael.
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❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).
Hayran Kurgu¿Qué se podíɑ decir? Un hombre de treintɑ y cinco ɑños estɑbɑ en unɑ relɑción con un mocoso de veinte que resultó ser mάs extrovertido e inquieto de lo que ɑ él pudo hɑberle gustɑdo. Teníɑn opiniones y gustos diferentes, nuncɑ estɑbɑn de ɑcuerdo en...