Capítulo cuarenta y tres: ¡Alguien se comió mi torta!

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—Yo creo que no es taaaan necesario hablar con ese animal —DaeYang movió la cabeza un sinfín de veces intentando persuadir a JimDae.

—Ay, claro que sí —sonrió JimDae.

—¡Se va a burlar de mí! —lloriqueó antes de esconder la cara entre las manos y echarse a llorar.

—No se va a burlar de ti, bebé —JimDae le aseguró, negando—... Te va a meter un vergazo.

—¿Sí? —Se enderezó mostrando nuevamente la cara.

—Sí.

Comenzó a mordisquearse el dedo pulgar, aparentemente pensantivo mientras espera, junto a JimDae, a que el elevador los lleve a su piso destinado.

—Pero es que yo no le veo nada de malo —se quejó, jaloneando al mayor del saco gris que lleva puesto.

—¿Entregar el culo por amor, bebé? —lo cuestionó el mayor—. ¿No quieres dar también las contraseñas de tus redes?

—¡Já! Ese eres tú, baboso —refunfuñó.

JimDae hizo un mohín sin un argumento válido que decir para defenderse, aunque su silencio ya lo decía todo.

—Pero es que GiYoonie casi me rompe la nariz con ese cuadro que me aventó —confesó mansito—. Yo no quiero hacerme otra rinoplastia.

—¡Tsk! Mamadas, puras mamadas.

Finalmente las puertas del elevador fueron abiertas. Ellos salieron del elevador y caminaron un poco hasta llegar al departamento de Zael en busca de su hermano.

El desgraciado les restregó la noche anterior, por llamada, que se estaba cenando tremendo culo para sí solo, en vez de compartir como los buenos hermanos hacen.

Ya decía DaeYang que tener hermanos no le dejaría ningún beneficio.

—No te preocupes, bebé, yo te voy a cuidar de los golpes de YajaTzaelly —JimDae le prometió a su hermanito más bebé mientras le jalonea las mejillas.

DaeYang le gruñó antes de meterle tremendo manotazo para que dejara de toquetearlo, después le dio una mirada juzgona.

—Tú eres el primero en salir corriendo cuando él se pone agresivo —refunfuñó DaeYang.

—Eso no es cierto —negó con el ceño fruncido y un mohín.

—¿Y sabes qué más no es cierto? Que Santa Clous existe —DaeYang asintió, porque era igual de cruel que su gemelo.

—Pero...

—Y vive con ese trauma.

En fin, después de hacer llorar a JimDae porque el tonto seguía creyendo que ese viejo panzón de barba existía, DaeYang se dispuso a presionar el timbre.

No le avisaron a YajaTzael que llegarían, pero era una buena forma de que los lleve a desayunar, ya que son las seis de la mañana apenas.

—¿Ah, sí? Bien —JimDae se sorbió la nariz secándose las lagrimitas con la manga de su camisa—. Tú... ¡no eres adoptado!

DaeYang se llevó las manos al corazón rápidamente y retrocedió unos pasos con un gesto de total ofensa.

—¡Cállate, cállate!

—¡Y vive con ese trauma!

—¡Eres un hijo de tu puta madre!

—¡Tsk! ¡Mamadas, puras mamadas!

—¡Pues yo...!

—¡Hola!

La discusión entre ambos hermanos se vio interrumpida por Zael, que había abierto la puerta luego de que escuchó el timbre sonar.

❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora