—Se está quemando.
—Se está asando.
—JimDae, eso está quemado.
—Bebé, eso está crudo.
DaeYang retorció sus peculiares ojos de colores antes de meterle un manotazo a JimDae en la nuca.
—¿Tú qué sabes de cocina, eh? —Frunció el ceño con las manos en la cintura.
—Lo mismo que tú —JimDae se defendió—, nada.
—¡Aaaaaaah! ¡Eres un tonto!
—¡Bueno, ¿y por qué no la cocinas tú?!
—¡Pues porque para eso tú eres el mayor!
—¡Entonces no me estés criticando y ve a sentarte!
—¡Mira, a mí no me hables así o te voy a partir la madre!
—¡Tsk! ¡Mamadas, puras mamadas!
La carne comenzó a quemarse, ahora estaba echando humo. DaeYang se había lanzado sobre la espalda de JimDae para jalarle los pelos mientras JimDae trata de defenderse con ayuda de las pinzas.
Pinzas que YangYang le quitó para con ella meterles un golpe en la cabeza a cada uno, haciendo que de inmediato se separaran y dejaran de pelear.
—Ya me tienen harto. Debí darle a su madre un laxante para que se fueran al inodoro —dijo YangYang mientras se pone frente al azador para encargarse él de la carne—. En vez de estar peleando, deberían hacer algo más productivo. Cerrar el pico, por ejemplo.
—¡Él empezó a molestarme!
—¡Yo sólo le estaba dando una crítica constructiva!
—¡No me importa quién empezó, se aquietan o los aquieto metiéndoles estas pinzas por el culo! —amenazó a sus dos hijos con las pinzas en su mano—. Y una vez lo hice, así que puedo volver a hacerlo. ¡Se aquietan!
JimDae se acarició la cabeza luego de tremenda jalada de greñas mientras que DaeYang frunció su ceño estrellando el pie contra el piso.
Habría querido decir algo a modo de reclamo, pero apenas abrió la boca y ya su librito de bolsillo le estaba metiendo un hincapié a YangYang en la canilla.
—¡No le grites a mi papi! —JimSi gritó con las manitas hechas puñitos y una expresión muy ceñuda—. ¡Es una osadía!
—Ay, maldito mini ser de mierda —refunfuñó YangYang sobándose la canilla—. ¡Deja que te atrape y te juro que vas a flotar en aquella piscina!
JimSi le sacó la lengua y antes de irse hasta donde su papá, le metió un segundo hincapié en la misma canilla. Después se lanzó contra su papá para ser cargado y así protegerlo de aquel anciano.
Este anciano es, por cierto, se enderezó mordiéndose la lengua para no gritar del dolor. Pero se vengó, claro que sí. Le dejó caer las pinzas de metal a JimSi en toda la cabezota, hasta que sonó.
—¡Sigue así y te siembro junto a tu papá en el jardín!
—¡Aaaaaaay! —gritó JimSi agudo mientras se rasca la cabeza como con desesperación—. ¡Papi, dile algo!
—La andropausia ya te anda afectando, anciano.
Y por lengua larga DaeYang recibió su segundo golpe en la cabeza con aquellas jodidas pinzas. Ahora él y su librito de bolsillo se estaban rascando la cabeza entre grititos aguditos similares.
—¿Y tú qué? —YangYang le gruñó a su hijo mayor preparando las pinzas—. ¿Quieres decirme algo?
—Ah... ¿Ya va a estar la carne? —JimDae preguntó claramente paniqueado.
—No. Estarían más rápido si Mr. Demonio estuviera aquí ayudándome —respondió YangYang poniendo su atención al azador—. Por cierto, ¿en dónde está?
—Dándole una charla motivacional a su hijo, que fue abandonado por el novio —informó JimDae de brazos cruzados—. Pero creo que no está saliendo bien.
YangYang sacó la carne ya asada para poner a asar otras. Esto fue antes de girarse con dirección a la alberca y divisar a su hijo más endemoniado teniendo una charla con su nieto el mayor de todos.
Aunque parecía no ir del todo bien o, bueno, no terminó bien, porque YajaTzael se levantó de la orilla de la alberca mientras JiMin parece estar llorando hecho una bolita.
—¿A quién se le ocurre dejar que ese animal le dé consejos de amor a su hijo cuando su vida amorosa es un asco? —cuestionó YangYang—. A parte, YajaTzael odia a su yerno. Con razón hizo llorar al mocoso.
—Pero yo le tenía fe —murmuró JimDae con un mohín.
—Pues puedes mover montañas con esa fe, ¿eh? —le dijo YangYang volteando la carne sobre el azador—. Porque yo nunca espero nada bueno de ustedes y aun así logran decepcionarme.
JimDae suspiró asintiendo, viendo a YajaTzael acercándose a ellos mientras se termina de empinar aquel vaso de cerveza que trae en la mano.
YajaTzael se veía tranquilo para haber dejado llorando a moco tendido al hijo. Típico.
—¿Y cómo te fue? —quiso saber JimDae.
—Creo que haberle dicho que ese coágulo de leche no lo quería lo suficiente lo hizo llorar —contestó YajaTzael como si nada.
—Oh, por Lucifer, ¿y en qué te basas? —YangYang habló con ironía antes de zamparle un golpe en la cabeza con las pinzas—. Él nunca espera un buen consejo de ti y aun así lo haces llorar.
—Bueno, señor correcto, ya que está de criticón, ¿por qué no va usted hasta su nieto y le da una charla que sí sea motivacional y no suicida? —él retó a su papá—. A ver si le sigues jugando al vergas.
—Yo no estoy para darle consejos amorosos a nadie.
—Pero ahora por hocicón vas y le dices algo bonito que le alegre la tarde —asintió quitándole las pinzas a su papá.
—¿Y por qué? —YangYang se cruzó de brazos.
—Porque es tu nieto —se limitó a decir.
—Y a mí qué vergas me importa —se encogió de hombros YangYang—. ¿Con un nieto yo como o qué?
—Sólo ve y haz algo.
—Bien —YangYang se rindió—, pero no prometo que deje de llorar.
—Lo más probable es que lo haga llorar todavía más —aseguró DaeYang.
—Tú cállate y sigue consolando a esa cosa que cargas —refunfuñó YangYang dándole un jalón de greñas a su hijo el más abnegado.
Y luego fue como entonces sus tres hijos vieron que se iba hasta donde estaba JiMin, se le sentaba a la par y le comenzaba a dar una platica motivacional para superar el abandono.
Pareció ir bien durante los primeros minutos, porque JiMin se rió y todo. Pero después se puso a hablar sin filtro (porque por algo YajaTzael es el más parecido a él) y entonces JiMin rompió en llanto nuevamente.
—Bebés, le tenía fe.
—Yo no. Sabía que la iba a cagar.
—Es tu papá. ¿Qué esperabas? Si no la caga en la entrada, la caga en la salida, pero la caga.
YangYang se levantó del lado de JiMin y caminó despreocupado hasta sus hijos, de la misma forma en que YajaTzael primeramente lo había hecho; dejando a JiMin con los mocos de fuera.
—¿Y bien?
—Creo que haberle dicho que el ex no lo quería lo suficiente lo hizo llorar más —YangYang intuyó.
—Si es que tenías que ser el papá de este pendejo.
Pues sí.
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❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).
Fanfic¿Qué se podíɑ decir? Un hombre de treintɑ y cinco ɑños estɑbɑ en unɑ relɑción con un mocoso de veinte que resultó ser mάs extrovertido e inquieto de lo que ɑ él pudo hɑberle gustɑdo. Teníɑn opiniones y gustos diferentes, nuncɑ estɑbɑn de ɑcuerdo en...