Cɑpítulo quince: El gɑto negro y el golden retriever.

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—¿Eh? Huele a... ¿comida casera?

El ruido del secador se apagó en cuanto JiMin lo desconectó una vez su cabello rosa ya estaba completamente seco.

Poniéndose de pie fue arrugando su entrecejo mientras sus fosas nasales absorbían un delicioso olor a comida que provenía del piso de abajo.

¿A caso el don celos estaba preparando la cena con sus propias manotas luego de que dejó de hacerlo hace un buen rato?

—¡Iiiiiiih! ¡El señor está preparando la cena! —gritó de brazos arriba, sonrisa de oreja a oreja y emoción palpable—. ¡Sííííí!

Porque ya había estado cansado de pura comida por pedido, se puso de pie de un salto y se fue hasta la cama para ponerse la camiseta FG blanca que le robó a YoonGi (una de tantas).

Su pijama de todas las noches consistía sólo en ropa interior y camisas, ya sea las de su papá o las de su novio. Así que estuvo listo para salir disparado de la habitación, incluso, estando descalzo.

Mediante pasaba por el pasillo, bajaba escaleras y cruzaba el salón principal, más su nariz degustaba del exquisito olor de un estofado de cerdo con champiñones.

¡Por fin iba a volver a probar la comida del anciano temperamental que tiene como novio!
¡Qué bendición!

—¡Comida! —exclamó eufórico al entrar de golpe a la cocina.

—¡Aaaaaaah! ¡Maldito mocoso de mierda, no hagas eso! —YoonGi también exclamó, sólo que con una mano en el corazón y ciertamente alterado por el susto—. ¡¿A caso quieres provocarme un infarto, culo cagado?! ¡Puta madre, puta madre!

Y como se sabía que era un hombre dramático e histérico (como su ex mejor amigo), llegó a retroceder hasta que sus caderas chocaron con la barra del desayunador.

Estaba todo rojote del sustote que le pegó ese mocoso con un algodón en la cabezota. Ahora buscaba un poco de aire, porque tenía la sensación de que en cualquier momento le iba a dar un aquel no saber de él.

¡¿Es que JiMin seguía sin caer en la cuenta de que él ya no está para esos sustos?! ¡Qué putas!

—Relájate, anciano. —JiMin se rió de él en lo que se le acerca.

—❝Relájate❞ ¡Tu puta madre se va a relajar, mocoso del demonio! —ladró como el histérico que era—. ¡No vuelvas a hacer eso, niño de Lucifer!

Molesto por el tremendo susto que aún mantiene acelerado a su sensible corazoncito, le zampó un fuerte coscorrón a JiMin cuando llegó hasta él pretendiendo abrazarlo.

JiMin se terminó quejando por dicho golpe, incluso se dejó caricias en la cabeza. Pero después volvió a recuperar la sonrisa que tuvo antes del coscorrón y entonces se lanzó sobre él en un apretado abrazo.

Se le colgó de los hombros como trapo viejo arrastrando los pies. Comenzó a besar toda su cara de una forma muy empalagosa, pronunciando por cada beso un ❝mua❞.

Lo apretó, lo apapachó y casi lo deja sin aire, como si él fuese un puto oso de felpa.

—Es hora de cenar —le informó al menor en lo que intenta sacárselo de encima—. Lávate las manos.

—Pero ¿ya estás menos enojado con tu sumiso y muy humilde novio o debe seguir ganándose tu perdón con más besos y apapachos? —el menor inquirió como respuesta, rozando la nariz constantemente sobre su mejilla.

—Voy a enojarme de verdad si vuelves a decir algo como eso, cabroncito —él le gruñó—. ¡Y ya vete a lavar las putas manos!

El menor chasqueó la lengua estrellando uno de sus pies descalzos contra el piso. Molesto por su clarísimo malhumor se fue a hacer lo que él le ordenó a base de gritos.

Es sólo que JiMin es muy empalagoso y amante al contacto físico. Él es todo lo contrario: es reacio y le incomoda que la gente se le acerque mucho.

Trata siempre de hacer sus excepciones e intentar acostumbrarse con JiMin porque es su novio y tiene qué. Pero hay veces en que de verdad prefiere mantener su espacio personal y que JiMin se mantenga alejado.

El flaco de su papá tenía tanta razón cuando le dijo que si seguía así se iba a quedar soltero y besando su propia mano bajo el muérdago cuando sea navidad.

—Ya me lavé las manos, señor mandón —le informó JiMin apareciéndole en frente para salpicarle el restante de agua que le quedó en las manos—. ¿Será que ahora sí puedo comer?

—Sí.

¡Genial! JiMin agarró asiento de forma estrepitosa mostrando toda la dentadura en una sola sonrisa.
Se acomodó en la silla de modo en que subió uno de sus pies debido a que esta era su posición infaltable a la hora de comer.

Con un brillo en los ojos observó la deliciosa y recién hecha cena que YoonGi hizo: el delicioso estofado de cerdo con champiñones, puré de patatas, magret de pato con higos y salsa de vino, y kimchi.

Antes este verdadero banquete, se dispuso a atascarse con todo y sin medida, de una manera tan animal que YoonGi (el clasista) le dio un buen ojo juzgón.

YoonGi apenas había estado poniéndose la servilleta cuando tuvo la mala fortuna de verlo y captarlo comiendo como si no hubiese un mañana.

—Usa la servilleta y no agarres la comida con las manos. Usa los cubiertos, niñato del inframundo.

Él sonrió con las mejillas rellenas de mucho kimchi y puré de patatas. Hizo caso omiso a todas las órdenes y, en su lugar, lo que hizo fue arrastrar su silla y pegarla a la de su anciano novio.

Le subió su pierna en el regazo, atrajo toda su comida cerca suyo y de este modo, invadiendo totalmente el espacio de YoonGi, continuó comiendo.

En cuanto a YoonGi, éste prefirió expulsar un suspirito y guardar silencio mientras selecciona el estofado para empezar. Pensando en lo muy difícil que a veces se le es tener una relación.

Al menos una relación con un chico que ha tenido todas las atenciones desde cuna, que ha sido mimado tanto por su papá como por su familia en general. Un chico que recibió tanto amor y cariño desde panza que ahora quiere entregar ese mismo amor y cariño a los demás.

—Gracias por esto, señor —JiMin murmuró con la cumusura sucia—. Hace mucho que moría por probar nuevamente tu comida.

Éste le plantó un besote en el cachete y luego volvió a centrarse en la cena, dejándolo pensativo respecto a lo mucho que ha estado trabajando.

Como había mencionado anteriormente, JiMin es un chico que estuvo rodeado de mimos y atenciones toda la vida. Suele ponerse de malhumor o triste incluso cuando él decide ignorarlo por trabajo.

Vaya. Ahora se siente un poquitito mal, al fin de cuentas, si él lo sacó de la casa en donde estuvo lleno de amor, dedicación y atención, lo mínimo que debe darle es exactamente lo mismo.

—Esta semana termina la temporada de ajetreo y estrés en la empresa —comentó fingiendo agarrar comida con los palillos—. Prometo que después de esto todo volverá a ser como antes; saldremos y cocinaré para ti.

—¿En serio? —JiMin le preguntó con un gran brillo en los ojos.

—Tan en serio como que te amo, bebé.

—Aww, ¡yo te amo más, señor!

YoonGi lo sabía. Si JiMin dejó a su papá y se le enfrentó por él, no necesita más pruebas.




























❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora