Capítulo cincuenta: Mr. Demonio a la vista.

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—Gatito, gatito.

—YajaTzaelly, dije que no voy a dejarte ir hasta que te dejes poner las esposas.

—Pero dime la verdad; ¿era necesario hacer esto? Me intimidas.

—Claro que sí, YajaTzaelly bonito.

El inigualable y grandísimo Mr. Demonio soltó un resoplido en lo que mantiene apoyado su mentón sobre la palma de su mano, con un gesto de aburrimiento por encontrarse colgado del hombro de su gatito comelón.

¿Siquiera era legal tener tanta fuerza? Al parecer sí, porque ese gatito devorahombres lo tiene cargado en el hombro al mismo tiempo en que se atraganta con unos rollos de canela que sabrá Lucifer de dónde sacó.

¿Y todo por qué? Todo porque el paranoico y buenísimo de Min Zael tiene el erróneo pensar de que él quiere escaparse de sus garritas e ir a poner en marcha algún plan malévolo para que la boda se cancele.

Qué indignado se sentía YajaTzaelly, él, que era el más feliz de ver cómo su hijo se va a casar con un maldito coágulo de leche... Es decir, con YoonGi.

—Gatito...

—Nada de lo que me digas logrará que te deje ir, YajaTzaelly bonito —el menor lo interrumpió de golpe.

—Pues qué pena, ¿sabes? —dijo revisándose las uñas con fingida despreocupación—. Porque en la cocina está el pastel de bodas y escuché que es de diez pisos. ¿Tú crees?

—¿En serio?

Aquel bonito, aunque ingenio, gatito lo bajó del hombro y le permitió tocar piso por fin.

Sin embargo, no lo liberó del todo porque el gatito pegajoso de inmediato lo abrazó y se le pegó.

Le puso encima esos ojitos plomitos devorahombres, todos brillositos y hermosos que a él tanto le gustan.

—Sí. Y adivina qué; está sin supervisión. ¡Oh, por Lucifer! —exclamó aplastándose las mejillas—. Disque porque están esperando otro pastel y esas vergas que a mí no me importan.

—Ooooooh.

El pan dulcito de Zael hizo una O con esa boca devoravergas mientras ve pensativo los rosales que están más delante de ellos.

Por su parte, él se hizo el inocente enfocándose en sus uñas cortas e ignorando el hecho de que ese gatito no tardaría en irse en busca de un pastel que no existe.

Teniendo un gatito glotón suelto, ya parece que la comida más importante va a estar sin supervisión.

—YajaTzaelly, YajaTzaelly —el menor llamó al Mr. Demonio con un picoteo en las costillas.

—Mande, gatito. —YajaTzael se hizo el desentendido.

—No quiero que pienses que yo no confío en ti, ¿sabes? Así que he reflexionado sobre mis actos y creo que mereces tu libertad —explicó el menor con una sonrisa de gatito bonito mientras alisa su saco—. Quedas libre, bonito y feliz mientras yo voy a... al baño, a... lavarme la cara... Sí.

—Ay, claro que sí, gatito —sonrió—. Aquí te esperaré.

—Aquí te quedas, ¿sí?

—Por supuesto que sí, gatito. Qué bonito. Maúllame.

—Meow.

YajaTzael se llevó las manos al corazón ante la reciente sobredosis de ternura que Zael le provocó con su dulce maullido, pues no creyó que lo hiciera.

—Debí pedírselo ayer cuando me estaba montando —murmuró mientras veía a ese gatito glotón alejarse.

¡En fin!, una vez se vio libre; sin gatito policía a la vista, sin esposas puestas y sin vigilancia, peló toda su dentadura y entonces se echó a correr en busca del ser más hijo de puta que ha conocido.

❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora