Capítulo treinta: Cada quien con su respectivo papá.

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—Y-y entonces me dijo que ya no me quiere y que me va a-a cambiar por otro.

JiMin se echó a llorar a puro moco tendido luego de contarle al mancito Lucifer todo lo que el desgraciado de YoonGi le había dicho.

Agarró al lobo del noreste como si tal fuese un gran oso de felpa y lo abrazó fuerte para recibir consuelo, mojando su pelaje azabache con sus gruesas lágrimas de un corazón roto.

Ahí; en la oscuridad y en la soledad de esa sala, en donde sólo se escuchaba su llanto y la forma en que mencionaba una y mil veces a aquel anciano rompecorazones que lo abandonó.

—¿Y sabes que-que es lo peor? Que yo lo amo —lloró apretando sus ojitos de palometa—. Yo lo amo, yo lo quiero. Yo amo a ese anciano.

—¿Enano?

Las luces fueron abruptamente encendidas por YajaTzael, que ya había llegado a casa luego de un largo día de trabajo.

—¡Papi! —gritó antes de levantarse del sofá y correr hasta su papá—. ¡Papi!

Se le lanzó encima sabiendo que su papá lo iba a atrapar, porque su papá siempre logra atraparlo y esta no fue la excepción.

YajaTzael lo cargó y sin decirle nada lo abrigó con aquellos fuertes brazos y comenzó a mecerlo besándole la coronilla cientos de veces.

—Shhh, está bien, no pasa nada —le aseguró YajaTzael en el oído, acariciando su espalda—. Aquí estoy, aquí estoy..., aquí estoy.

—¡Papi! —apretó nuevamente sus ojitos, aferrándose a YajaTzael para no ser soltado, ocultando su carita empapada entre el cuello de YajaTzael, así también aspiraba su olor—. ¡YoonGi me dejó!

¡¿Qué?! Un momento, hay que retroceder todo por si YajaTzael escuchó mal.

¿A caso su chaparrito bonito cosito precioso había dicho que el hijo de la gra putísima madre de YoonGi lo dejó? Es decir, ¿esa absurda, patética y ridícula relación había terminado?

¡Qué bendición! ¡Por fin! ¡Por fin sus plegarias a Lucifer (no el lobito en el sofá, sino al mero mero demonio) fueron escuchadas!

YajaTzael fue sonriendo y sonriendo hasta que mostró cada uno de sus perfectos dientes, pero debía de fingir solidaridad con su enano para no quedar mal.

—Ay, qué pena —dijo negando aparentemente decepcionado—, pero bueno, la vida sigue, bebé.

—Pero no tiene sentido sin él —sollozó JiMin enderezándose para darle la cara—, porque yo lo amo.

—Claro que no, chaparrito, tú no lo amas. Digo, ¿quién sería capaz de amar a ese cloro vencido pedazo de papel con patas? Exacto, nadie —alegó asintiendo seguro—. Así que deja de gastar tus lágrimas en ese animal de calle y mejor vamos a preparar la cena, sí.

—No, papi, al menos pregúntame por qué rompió conmigo —JiMin volvió a sollozar moqueando—. ¿No ves que me siento mal? Finge pena de verdad. Qué feo que seas así.

—Está bien, está bien —rodó sus ojos avellanas—. A ver, ¿qué te hizo ese coágulo de leche?

—¡Me abandonó, papi!

—O sea sí, eso ya me lo dijiste, pero ¿por qué te abandonó ese cuchisapo de agua puerca?

—Po-porque ¡ya no me soporta, papi!

JiMin se volvió a aferrar a él abrazándolo, se rompió a llorar nuevamente y de seguro le estana dejando todos los mocos en su saco.

Él retorció los ojos sin poder creer que su enano estaba llorando por ese animal sarnoso.

—Es que tú también, bebé. Estás viendo que ese pulgoso no se aguanta ni él mismo y ahí vas tú.

Buen punto.








Buen punto

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YoonGi levantó la vista cuando la puerta fue abierta por su papá y aunque quiso hacerse el fuerte, la verdad es que no pudo y se terminó rompiendo mientras abre los brazos yendo hasta su papá.

Su papá no le dijo absolutamente nada, se dispuso sólo a abrazarlo y a brindarle su total apoyo apretándolo fuerte, ciertamente sorprendido por el hecho de que él le estaba permitiendo verlo llorar.

Es que había de ser honestos, YoonGi no era de llorar por nada. Jorge hasta podría jurar que la última vez que lo vio en ese estado fue cuando tenía quince y reprobó una clase y entonces Jorge le metió un mal golpe.

Desde entonces, Jorge nunca más lo vio llorar, hasta ahora, que parecía desintegrarse en sus brazos.

—Tenías razón, tenías toda la razón. Siempre la tuviste —murmuró su hijo con la cara hundida en su pecho—. Meterme con un niño no iba a dejarme nada bueno.

Oh, ahora lo Jorge comprendía todo.

Ahora entendía finalmente el motivo por el cual su hijo estaba llorando deshecho entre sus brazos, y es que su corazón había sido roto por el niño al cual él muchas veces le advirtió que no sería bueno meterse.

JiMin era un niño de papi; mimado, caprichoso, consentido y acostumbrado a la atención. YoonGi, por otro lado, no tenía ni el tiempo ni la paciencia para dar mimos, para cumplir caprichos, para consentir y dar toda su atención.

Es por eso que Jorge se lo advirtió desde un principio, que meterse con un chico así y todavía con semejante diferencia de edad, no le iba a dar nada más que malas experiencias y un corazón roto.

Y dicho y hecho, YoonGi estaba llorando desconsolado en brazos de su papá, porque aquella relación que se permitió tener con un chico quince años menor, resultó todo un desastre.

Y lo peor de todo es que acabó en el peor punto de la relación, cuando YoonGi había aprendido a amar a JiMin como nunca pudo amar a alguien más, cuando ya se le había aferrado, cuando ya había planeado intentar darle todo aquello que le quitó al sacarlo de casa.

Cuando ya le había comprado un anillo y había decidido por fin a llevar su relación a otro nivel. ¿Y todo por qué? Porque amaba a JiMin más de lo que amaba su vida organizada.

—No sé qué haré de ahora en adelante. Le dije que debía de decidir entre su libertinaje y nuestra relación —susurró con la voz quebrada, sin querer soltar a su papá—, pero es obvio que él nunca me elegiría a mí por encima de sus fiestas.

—Entonces ese amor jamás fue bilateral, amor —le comentó Jorge dejándole palmaditas en su espalda para calmarlo—, así que hiciste bien en salir de donde no te querían.

—Pero ¿entonces por qué me enamoró? ¿Por qué se esmeró tanto en ilusionarme? —quiso saber alejándose finalmente de su papá—. Ahora sé que va a seguir con su vida sin importar que yo me quedé amándolo con cada latido del corazón.

—Es que a veces algo falla, amor... y no siempre va a ver una respuesta.

Pero YoonGi necesitaba una, sólo una, una nada más 

YoonGi quería saber si había alguna posibilidad de que JiMin pudiera elegirlo a él en vez de su libertinaje.

¿A quién engañaba? Un chico fiestero que ama su libertad jamás dejaría tales cosas por una simple relación.

























❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora