—El salvaje de tu papá casi me hace ver la luz del cielo —YoonGi se quejó mientras presiona una compresa fría contra su ojo derecho, en el que yacía un moretón—. Me dejó la marca del Diablo.
—Pero eres guapo, YoonGi-Ah —JiMin intentó consolarlo—. Todo te queda bien.
—Mira, tú cállate que todo esto es por tu culpa —gruñó en lo que le mete a JiMin un zape en la cabeza—. ¿Cómo putas ese anciano supo que estabas en la empresa?
Primeramente, JiMin hizo una mueca luego de tremendo galletazo en su frágil cajita de herramientas.
Seguidamente, salió del ascensor ahora que los había dejado en el penthouse.Caminando hacia la sala se fue carcajeando por lo divertido que YoonGi se veía con un precioso morado en uno de esos ojitos perezosos que a duras penas parpadean con mucho esfuerzo.
Escuchó a YoonGi gruñir a sus espaldas. Él negó secándose una lagrimita por su ataque de risa y dejó sobre un mueble el portafolio que estuvo cargando de ese señor malhumorado.
—Bueno, es que mi papi me tiene rastreado, ¿sabes? —respondió finalmente—. Y si no respondo sus mensajes, se pone a investigar en dónde me encuentro.
—¿En serio? —YoonGi inquirió incrédulo—. Já, y yo pensé que era el único que te mantenía rastreado. —Negó riendo.
—¿Qué? —Se dio la vuelta quedando modo tieso.
—¿Qué? —Se hizo YoonGi el desentendido tras caer en la cuenta de que se había quemado solito.
—¿Me tienes rastreado, anciano? —él interrogó cruzándose de brazos, enarcando una ceja e interrogando a YoonGi con la mirada—. Responde.
—¡Pffffff!, no.
YoonGi se puso a sobarse con afán el lóbulo de oreja evadiendo su mirada. Aunque se alcanzaba a notar que estaba haciendo una línea recta con los labios.
Queriendo cambiar el tema se dirigió hacia la rueda de sillones, para desalojarse el saco y aflojarse la corbata sin quitarse la compresa de su ojito moreteado.
Maldita sea aquel que engendró a JiMin. Ese anciano le dejó caer todo el puño como con ganas, como si desde hace rato se lo había tenido guardadito en la espera de que hubiera una oportunidad para sacarlo.
Pero, ¡já!, al menos no se quedó de brazos cruzados y logró clavarle los dientes en ese fuertote, mamado y tatuado brazo hasta dejarle una buena marca que también se puso entre violeta y verde.
—¡Ven aquí, anciano! —le exigió el menor cogiéndolo por atrás, del cabello—. ¡Dime la verdad!
—A mí no me levantes la voz. No me pasé toda una vida consiguiendo un título para que un mocoso venga a gritarme —chistó antes de agarrarle (literalmente) los huevos al menor con fuerza—. Así que controla tu tono o me veré en la penosa necesidad de lanzarte por el ventanal.
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❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).
Fanfiction¿Qué se podíɑ decir? Un hombre de treintɑ y cinco ɑños estɑbɑ en unɑ relɑción con un mocoso de veinte que resultó ser mάs extrovertido e inquieto de lo que ɑ él pudo hɑberle gustɑdo. Teníɑn opiniones y gustos diferentes, nuncɑ estɑbɑn de ɑcuerdo en...