—A ver, yo quiero en serio saber algo —Jaeh negó antes de terminarse de empinar lo poco de vino que había en su copa.
—¿Cómo es que a este gatito de mierda le alcanza tanta comida o adónde va a parar toda esa comida? —indagó GiYoon de ceja alzada, con los pies sobre el regazo de Jorge.
—No, eso no —volvió a negar Jaeh—. ¿De dónde putas estos pendejos sacan un palo de golf, ¡en serio!?
—Pero...
Zael puso sus ojitos de gatito tristón en su hermano mayor, Jorge. Éste le había quitado la bandejita pequeña de brochetas de frutas bañadas en chocolate e, incluso, le metió un regañón por estar comiendo tanto dulcerío.
Jorge le dijo que podía dolerle el estómago si continúa comiendo y no le dio importancia al claro chantaje por parte de Zael, que le puso ojitos de gatito regañado.
Ese flaco de ojos caramelo optó por no dejarse engañar (como siempre), así que enfocó su atención en GiYoon. Se dispuso a hacerle un masaje en los pies luego de entregarle la bandejita para que comiera de lo que Zael no quiso compartir.
—Bueno, respondiendo a la duda de Jaeh; los Park saben bien cómo esconder ese gran palo —el pan dulcito de Zael explicó, asintiendo—. No se ve a simple vista, pero siempre está ahí; esperando a salir para atacar duro.
—¿Seguimos hablando del palo de golf? —GiYoon enarcó una de sus cejas en lo que mastica una fresa enchocolatada.
—No —se echó la carcajada.
—No te digo nada solamente porque tienes toda la maldita razón —estuvo de acuerdo GiYoon—. Que buen palo tiene ese cabrón.
—¿Y tu papi de azúcar, Jaeh-Ah? —él se puso a picotearle las costillas a su segundo hermano mayor, con una sonrisota picarona en su bello rostro—. ¿Sí da el hancho? Mira que es el mero Park, ¿eh? Él hizo la descendencia.
Ante la increíble indiscreción del que parece inocente, pero que no es, el pobre de Jaeh se terminó atragantando con la reciente copa de vino que un mesero le ofreció.
Tuvo que ser ayudado por Jorge, que de inmediato se puso de pie y llegó hasta él para darle palmaditas en la espalda mientras le soba el pecho.
—Y a ustedes qué les importa, par de metidos —chistó de ceño fruncido una vez sobrevivió—. Jorge, diles algo.
—¿Pueden evitar hablar de aparatos reproductivos masculinos mientras yo estoy presente? —Jorge le pidió a sus menores en tanto toma asiento otra vez.
—Tú a mí no me dices qué hacer —GiYoon chasqueó la lengua cruzándose de brazos.
—En fin, supongamos que eso es un sí —aplaudió Zael, pervertido—. ¿Sí te da como cajón que no cierra?
—¡Zael! —tanto Jorge como Jaeh lo regañaron.
Él entonces se encogió en su asiento haciendo una línea con los labios por haber sido regañado.
Se puso a jugar con su corbatita mientras habla en susurros sabrá Satán qué cosas, siendo consolado por GiYoon, quien le acaricia el pechito nada más por toquetearle las tetas.
—Pero no me hablen así, ¿sí? —pidió cual gatito regañado.
—Como sea, al menos el papá abnegado por fin se dignó en poner orden —comentó GiYoon, clavando los palillos de las brochetas en el brazo de Jaeh—. Esa familia Park es una familia de locos e inadaptados. ¿En qué momento la nuestra se relacionó con ella?
—En el momento en que le vimos la verga —Zael soltó sin poder frenarse y, cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se cubrió la boca con las manos.
—¿Otra vez, Zael? —Jorge lo regañó bien feo, no sólo con palabras, también con acciones. Lo miró molesto y le metió un manotazo en el muslo.
—Ay —susurró con los ojitos brillositos y una expresión tristona, como un hamster.
¡En fin!, mostrando un enfoque a unos metros de la mesa en la que ellos se encuentran, los cuatro observaron a la familia Park y en el caos que había.
YangYang se había tomado la increíble molestia de poner el orden en sus monillos. Estaba en medio de todos ellos repartiendo un golpe, con el palo de golf que le arrebató a DaeYang, a cada uno.
Desde a su hijo mayor JimDae hasta al novio de su más pequeño nieto, JimSi.
Impuso tanto poder el anciano de muy buen ver que, incluso, logró hacer que el ruiderío y el escándalo se acabara en cuestión de minutos.
Ahora sus nietos estaban acatando su orden y se dirigían a las mesas con sus respectivas parejas, a esperar a que los novios hicieran acto de aparición.
En cuanto al trío de pendejos que tenía como hijos, les metió tremendo jalón de oreja a cada uno y por edades: JimDae, YajaTzael y DaeYang.
A gritos les dijo que más valía que se fueran a sentar y que se mantuvieran quietos o él se iba a cerciorar de que el próximo palo que recibirían iba a ser en el culo.
Fue así como entonces los tres se fueron a tomar asiento cuales lobitos regañados con el rabo entre las patas, sobándose la cabeza y la oreja.
—Jaeh-Ah, Jaeh-Ah —Zael llamó la atención de su segundo hermano mayor.
—¿Qué quieres, gatito? —quiso saber Jaeh con la vista puesta en su anciano prometido de muy buen garrote.
—¿Entonces te vas a casar con un hombre rico... y millonario también? —curioseó Zael como el gatito que era mientras se le sienta en las piernas.
—Sí, gatito —asintió Jaeh.
—Pero, ¿sí sabes que él tiene la misma cara que de las personas que odias? Porque tu guapote sólo copió y pegó —alegó Zael jugando con la corbata de su hermano—. A excepción del hombre de Gi. Yo creo que, o es adoptado o bien el noventa y nueve por ciento de sus genes son de la mamá.
—Gatito...
—¡Ajá! ¡Así te quería encontrar, puerco, coqueteándole a mi gatito! —YajaTzael gritó desde su asiento, en la última fila frente al altar—. ¡Gatito! ¡Gatito, ven aquí ahora o yo voy por ti a punta de vergazos! ¡Decide!
—¡¿Otra vez tú, animal?!
—Pobre YajaTzaelly —negó Zael en lo que ve cómo su suegro le mete un nuevo golpe en la cabezota con el palo de golf a su amorcito tierno—. Con razón es tan pendejo.
Ahora lo comprendía todo.
ESTÁS LEYENDO
❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).
Fanfiction¿Qué se podíɑ decir? Un hombre de treintɑ y cinco ɑños estɑbɑ en unɑ relɑción con un mocoso de veinte que resultó ser mάs extrovertido e inquieto de lo que ɑ él pudo hɑberle gustɑdo. Teníɑn opiniones y gustos diferentes, nuncɑ estɑbɑn de ɑcuerdo en...