Capítulo veintidós: El elevador.

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—Gi, te pedí hace una hora que le fueras a dejar estas carpetas a-a YajaTzaelly.

GiYoon retorció sus ojos ante la molesta voz del culón aquel que tiene como jefe y mejor amigo (esto último por desgracia).

Hablando entredientes apagó su celular y lo dejó sobre su escritorio. Levantó luego la vista para ver a Zael frente a él, con esos ojitos inocentones que logran convencer hasta al ser más duro.

Se puso a refunfuñar mientras cierra la pestaña en su computador para que Zael no husmee y se fije que había estado jugando cartas en vez de estar trabajando.

—A mí no me hables así, ¿eh? —espetó—. Te puedo denunciar por explotador.

—Pero, Gi, ni siquiera te hablé de mala manera —musitó Zael con las manos en los bolsillos del pantalón—. Es sólo que hace rato te pedí que le llevaras esas carpetas a YajaTzael y no lo has hecho.

—Estaba ocupado, ¿bien? —se defendió.

—¿Jugando cartas en la computadora? —Zael inquirió de ceja alzada (qué bonito gatito).

—Bueno, es que si no te gusta mi trabajo entonces despídeme.

—Pero...

—¡Tsk!

Chasqueando la lengua llegó a ponerse de pie, para hablar entredientes mientras agarra las famosas carpetas que debe llevarle al hijo de la tres mil puta de YajaTzael.

Le sacó el dedo medio al guapetón de Zael y luego procedió a irse en busca de un elevador, porque la oficina del imbécil de YajaTzael queda diez pisos arriba.

—Debería irme a vivir al monte... o al desierto —refunfuñó en lo que camina—, sin vecinos, sin nadie que me perturbe la vida.

Malhumorado y golpeando a todo aquel que se le atravesó en el camino, llegó finalmente al ascensor.

Todavía refunfuñando pretendió presionar el botón para que las puertas se abrieran, pero antes de poder hacerlo una mano ajena ya lo estaba haciendo.

Volvió a retorcer sus ojos de muy mal genio, completamente dispuesto a gritarle a la persona atrevida que tocó el botón cuando él lo iba a hacer.

Solamente que no esperó encontrarse con el hermano mayor del sarnoso de YajaTzael; el famoso JimDae, aquel que se lo cogió dos veces seguidas esa noche en el club.

Qué bendición. Sus caderas comenzaron a chillar por que ese gran hombre de gradisísimo corazón le dé apapachos y amor como los de la otra vez.

Grrr.

—Hola, bonito, ¿por qué tan malhumorado? —habló JimDae con esa sonrisa encantadora, invitándolo a entrar al ascensor.

—Bueno, verás, me he sentido mal desde hace días —comentó en lo que entra y se acomoda en el centro—. Creo que necesito una vergacetamol.

—Ouh, siempre tan directo.

JimDae se echó una risilla negando, poniéndose bien los lentes antes de entrar también al ascensor y ponerse al lado del menor.

—¿A qué piso vas, bebé? —le preguntó al menor mientras presiona un número.

—En donde se encuentra el animal de tu hermano —el menor le dijo tan lindo como siempre.

—Qué bien. Yo también voy donde él —rió—. Se le olvidaron estas carpetas y las necesita.

—Siempre tan imbécil, ¿cierto?

Él negó nuevamente, divertido ante la personalidad descarada y suelta del precioso hombre que tenía a la par.

Lo volteó a mirar y, como la primera vez, se bajó los lentes para mirarlo más directamente.
Como respuesta, GiYoon le levantó las cejas de forma juguetona, con una sonrisa pícara en la cara.

Y cuando las puertas del elevador se cerraron finalmente, GiYoon se le lanzó encima para besuquearlo.
Él consiguió cogerlo de la cintura y voltearse para pegarlo al espejo.

Los dos aventaron las carpetas al piso sólo para tener las manos libres y así toquetearse sin pudor alguno.
JimDae agarró la pierna de GiYoon para envolverla en su cadera y GiYoon le enredó los dedos entre el cabello.

—¿A caso quieres que la cámara nos vea? —JimDae habló entre el beso, con su gran mano apretando el firme culo del menor—. ¿Mmm?

—A mí no me molestaría en lo más mínimo —le aseguró el menor en tanto intenta desabrocharle el fajón.

—Pero yo no quiero que la persona detrás de las cámaras te vea en paños menores —susurró cogiendo al menor del cabello para obligarlo a que lo vea—. Pero podemos ir a otro sitio.

GiYoon no le respondió porque, de hecho, se perdió del mundo tratando de sostenerse de algo ahora que él estaba besando y mordiendo su cuello con fervor.

Lamentablemente, cuando había querido cargar a GiYoon y restregarle en el culo la forma en que logra ponerlo duro apenas con su respiración agitada, las puertas del ascensor se abrieron.

A los dos no les quedó más que actuar rápido y separarse en cuestión de minisegundos.
JimDae carraspeó reacomodándose los lentes y recogiendo las carpetas.
GiYoon gruñó por la interrupción, pero accedió a quedarse en esa esquina.

La persona que había irrumpido en el ascensor fue una mujer, que tímida por haberlos descubierto se puso en el centro más roja que un tomate.

Por cierto, a JimDae hasta la dureza se le bajó.

—¿Algún problema? —GiYoon le gruñó a la mujer tras girar a verlo.

Ella negó muda de la vergüenza, como si tal hubiese sido ella quien había sido cachada en plena movida.

Por su parte, GiYoon maldijo para sus adentros ahora que las puertas volvieron a abrirse ya en el piso que le correspondía a él y a JimDae.

Se vio obligado a salir a regañadientes, pero no sin antes darle tremenda mala cara a esa estúpida mujer entrometida.

—¿Por qué no me llamaste a la mañana siguiente, Park? —interrogó al mayor en lo que ambos caminan directo a la oficina de aquel pendejo.

—Es que no me diste tu número, bebé —redondió el mayor—. Te lo iba a pedir, pero ya te habías ido.

—Eso no es excusa —ladró malhumorado—. Debiste haberlo adivinado.

—Pero...

—Pero para que veas que no soy tan malo como de seguro te ha dicho el hijo de la gran puta de tu hermano, te lo daré —sonrió amigable (raro) —. También te daré la dirección de mi casa. No lo sé. Tal vez algún día quieras ir a visitarme.

—Eso estaría increíble —JimDae también sonrió.

—¿Y entonces? ¿Qué putas esperas para invitarme a salir? ¿Tengo que hacerlo todo yo? —Se detuvo en seco para ponerse en modo jarra y así discriminar a JimDae.

—No, no, para nada —negó el mayor todo avergonzado—. ¿Quieres salir hoy en la noche?

—¿Qué te pasa, eh? ¿Con qué huevos te atreves a invitarme? ¿Es que tú piensas que soy fácil? —espetó de expresión ceñuda—. Tenías que ser un hombre. ¿Sabes qué? Vete a la verga. No soy así de fácil, ¡já!

—Pero...

JimDae decidió callar... Ay, ¿a quién engañaba?
La verdad es que, más bien, se quedó sin palabras.

GiYoon le había dado una mala cara, le mostró el dedo medio y luego se fue en modo diva hasta la oficina de YajaTzael.

Lo dejó a él todo confundido porque parecía ser un hombre complicado y difícil de entender.

Ese GiYoon era toda una fiera indomable.

—Lo llevaré a casa con papá.

Es que era bien masoquista.



































❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora