Capítulo treinta y dos: Joo GiYoon, el menos tóxico.

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—¿Qué quieres decirme, bebé? —JimDae preguntó, acomodándose los lentes mientras sirve champán en dos copas.

—Que eres muy guapo y gracias por reacomodarme las tripas en el baño. Lo necesitaba —le respondió GiYoon sin filtro, con una sonrisa degenerada en la cara.

Tenía los ojos puestos fijamente sobre aquel gran hombre tan caballeroso que, luego de darle duro contra el lavabo del baño, le estaba sirviendo una copa de champán.

Su mentón reposaba sobre sus manos y sus codos sobre la mesa, analizando cada mínimo movimiento de JimDae.

El infeliz hermano del pendejo aquel al que le llaman YajaTzael, se veía tan jodidamente ardiente terminando de llenar su copa y con esos lentes que le hacían recordar que era un señor que bien podía ser su papá.

Pero como no lo era y tampoco quería verlo como una figura paterna porque siempre se lo anda queriendo coger, entonces prefería omitir ese pequeño detalle y mejor saborear cuánta razón hay en que algunos hombres son como el vino.

—Aquí tienes, bebé —le dijo JimDae al entregarle una copa de champán y ponérsela frente a él—. ¿Quieres brindar por algo?

—Nada más para agradecer que me tocó tener un papá panzón y no a ti —sonrió siempre tan coqueto—. ¿Y tú? ¿Quieres brindar por algo?

—Porque te encontré cuando no te estaba buscando, bebé —respondió JimDae alzando su copa, sonriente—. Brindemos por eso, ¿sí?

—Como tú quieras, guapo.

Él también alzó su copa, para hacer finalmente el brindis con JimDae chocando suavemente sus copas, ahí; en una mesa de uno de los restaurantes más caros de la ciudad.

Que bendición salir con un hombre adinerado que, a parte de tener buen gusto para los regalos (porque recién le acaba de obsequiar un brazalete de diamantes), tenía buena verga guardada en ese pantalón de vestir.

—Y cuéntame, ¿tienes hijos? O sea, no me interesa, pero es para meter platica —habló tras pegarle un sorbo a su champán—. Tú me entiendes.

JimDae asintió entre una risa baja, cogiendo su tenedor para clavarlo en su filete de res.

—Tengo uno, con el cual vivo desde que me divorcié de su mamá —contestó—. Es un chico muy dulce. Te podría caer bien.

—No me gustan los hombres con hijos, pero puedo hacer una excepción por ti —comentó GiYoon—. ¿Y por qué te divorciaste?

—Mi matrimonio no estaba funcionando bien, quizá porque yo decidí casarme cuando ella quedó embarazada. No sé —relató con un rostro pensativo—. Aunque fue una etapa dura. Yo sólo podía ver a mi hijo los fines de semana, hasta que él se hizo mayor y decidió vivir conmigo.

—Es más apegado a ti entonces.

—Sí... Los hijos de mis hermanos también son más apegados a ellos que a sus mamás —comentó riendo—. Y nosotros hemos sido más apegados a papá desde siempre.

GiYoon asintió lentamente con la cabeza e ignoró que estaba entre medio de una conversación tranquila y amena y que, por supuesto, estaban en un lugar público, para portarse un poquito travieso.

Observó a JimDae cortar un trozo de su filete y llevárselo a la boca mientras él subía su pie por debajo de la mesa y lo ponía sobre la entrepierna de JimDae.

Éste casi se atraganta con el trozo de filete, aunque logró masticar y tragar, y pasárselo con un buen trago a su champán.

—¿Y a dónde me invitarás después? ¿A mi departamento o al...?

—Disculpen la interrupción, señores.

GiYoon retorció sus ojos a más no poder. El momento romántico-erótico fue interrumpido por el mismo mesero que los atendió.

El mesero se puso frente a su mesa haciendo una leve reverencia por la interrupción, antes de dejar frente a JimDae una piña colada.

—Esta bebida se la envía la señorita que está en la mesa cerca del bar —informó el mesero—. Ella espera que sea de su agrado. Con permiso.

—Oh, gracias.

El mesero hizo una nueva reverencia y se pasó a retirar. JimDae se quedó observando la piña colada porque no sabía si aceptarla o no, ya que GiYoon se lo podría tomar a mal.

Y efectivamente, GiYoon tomó a mal el sólo hecho de permitir que el mesero pusiera esa bebida en la mesa.

Es más, GiYoon quedó tan disgustado por el atrevimiento de esa mujer en mandarle una bebida a un hombre comprometido (todavía no lo estaban, pero lo estarían), que le terminó metiendo un hincapié a JimDae en la mera canilla.

—Con que aceptando bebidas, ¿eh? Es que hombre tenías que ser, cabrón —gruñó para luego ponerse de pie estrellando la servilleta contra la mesa—. Pero esto no se va a quedar así.

—Espera. Bebé, ¿a dónde vas? —JimDae le preguntó sobándose la canilla.

—Voy a decirle a esa tipa que así como te ve, guapo y mamadísimo, estás conmigo y mientras estés conmigo, no eres de nadie —chistó agarrando la piña colada con una mala cara—. Y dale gracias a Dios que decidiste no tomarte esta porquería, porque de seguro debe de tener agua de calzón.

—Pero...

—Ay, vete a la mierda.

—GiYoonie.

JimDae entró en pánico y no supo qué hacer en cuanto vio a un GiYoon gruñendo como bestia furiosa dirigiéndose hasta la mujer que le había enviado la piña colada con ésta en la mano.

Se sujetó la cabeza jadeando, observando cómo GiYoon se le puso en frente a la mujer y comenzó a decirle una sarta de cosas que llamó la atención de casi todos en ese restaurante.

GiYoon dejó caer la piña colada en la mesa sin cuidado, lo cual produjo que mojara el vestido de la mujer, que se puso de pie sin poder creer lo que le había sucedido.

Pero GiYoon continuó diciéndole más cosas hasta que él reaccionó, se levantó de la mesa y corrió hasta GiYoon antes de que se formara una peleamos grande.

—Estúpida, ¿tú piensas que un hombre como él va a estar soltero? No seas buscona, no seas arrastrada —insultó GiYoon verdaderamente furioso mientras es agarrado de la cintura por JimDae—. En vez de andarle enviando bebidas a los hombres, deberías ponerte a hervir tu calzón en agua y tragártela, quizá así agarras tantito amor propio.

—Bebé, vámonos y vámonos ya.

—Y más te vale que no le eches el ojo a mi hombre o te los saco, perra necesitada. ¡Te los saco!

—¡GiYoon, ya!

JimDae no tuvo más opciones que cargar a GiYoon en su hombro, porque éste se puso tan necio que ni siquiera quería irse. Así que él se lo llevó de ese lugar.

Se lo llevó fuera del restaurante hasta el estacionamiento. Lo metió al auto, lo encerró para ir a pagar la cuenta y GiYoon seguía insultando todo rabioso como perrito chihuahua.

Pero había que entenderlo, le quisieron bajar al hombre y como estaba la crisis hoy en día con escasez de buenos hombres, no podía sólo quedarse de brazos cruzados.

—Bebé...

—Mira, ¡tú no me hables!

—Pero ¿yo qué hice?

—¡Existir! ¡Nacer! ¡Respirar en guapo! ¡¿Por qué eres tan guapo?! ¡No lo seas más!

JimDae parpadeó incrédulo ante el ataque clarísimo de celos por parte de GiYoon.

Efectivamente, lo llevaría a casa con papá.















❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora