Capítulo cuarenta: Reunión familiar.

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—... Dije que no y cuando yo digo que no, es que no —YajaTzael asintió muy seguro de sí mismo, con su típico ceño fruncido.

—Así que has elegido el camino de la muerte —murmuró YangYang a su espalda, viendo y acariciando un palo de golf—. Muy bien.

Él rodó sus bonitos y virginales ojos avellana, cruzado de brazos y claramente seguro de no acceder a ir a esa patética boda de su chaparrito bonito, así el anciano de su papá lo haya tratado de convencer.

Por supuesto, por su propia necedad es que se llevó tremendo golpe en la cabeza por parte de YangYang, que en silencio le estrelló el palo de golf; atacándolo por la espalda.

Él pegó un gritito al cielo para nada masculino y entonces apoyó su cabecita de 120 de coeficiente intelectual sobre el regazo de JimDae.

Éste de inmediato y con una expresión de preocupación, comenzó a sobarle el seguro chichón que le saldría en la cabeza. Y DaeYang, mientras tanto, se carcajeaba en lo que se atraganta con pan francés.

—¿Saben qué? Así como yo les di la vida, así se las puedo quitar —YangYang alegó sentándose frente a ellos—. Por lo tanto, si no quieres que el próximo palo te lo meta entre el culo, vas a ir a la boda de tu hijo.

—¡Jamás! —renegó YajaTzael, enderezándose de golpe—. ¡Nunca!

—A ver, a ver —JimDae intervino—. ¿Y desde cuándo tú tan preocupado por uno de tus nietos?

YangYang estrelló en la mesa esa manota dura de puro corregir a ese trío se pendejos, justo antes de reclinarse hacia adelante y apoyar los codos en la mesa de hierro.

Sus tres hijos se hicieron para atrás pegando la espalda en las sillas, con evidente miedo a su poca facultad mental.

Como si no fuese herencia, ¡já!

—Mira, pedazo de tetas con patas, ese bombero de estufa me estuvo mensajeando toda la maldita noche para que hablara con el pendejo de su papá. ¡Hasta fue bloqueado por spam! —explicó enrabiado—. La única forma de que me dejara en paz fue prometiéndole que iba a hablar aquí con Mr. Demonio para que asistiera a la dichosa boda.

—¡Pues te jodes!, porque no voy a asistir a esa estupidez —decretó YajaTzael poniendo el puño sobre la mesa.

—¡Ay, por favor! ¡¿Qué te cuesta, animal?! —exclamó, dejándole ir un zape a su hijo el más endemoniado—. ¡Es tu hijo! ¡¿A caso yo te he enseñado eso?!

—Sí —YajaTzael asintió.

—Sí —DaeYang estuvo de acuerdo.

—Sí —JimDae también estuvo de acuerdo.

Él chasqueó la lengua frustrado. Hablando para sí mismo agarró su vaso de jugo y se lo empinó mientras sus virginales ojos observan a Jaeh pasear por el jardín con un libro en la mano.

Qué bendición. Qué buen culo. Qué guapote ese gruñoncito de allá. Grrr.

—Me parece, si mi memoria de genio no falla, que tú no fuiste a mi boda —habló YangYang por los tres (luego de jugar piedra, papel y tijera)—. Es más, no fuiste a la boda de ninguno de tus hijos.

—Bueno, mis razones debí haber tenido —se defendió YangYang encogiéndose de hombros.

—¡Por supuesto! Todas tus nueras te caían mal. ¡No las tolerabas! —respondió YajaTzael—. A las tres les hacías tremenda mala cara, les gruñías y hasta les decías que el matrimonio no iba a durar.

—Y mira que ojo de loca no se equivoca, ¿eh? —YangYang soltó la carcajada.

—¡No duró por tu culpa, señor cicañoso! —lo atacó JimDae—. Y ahora que lo pienso, la culpa de nuestra terrible vida amorosa es tuya.

❝Don celos se enɑmoró del señor coqueto❞ (ʏᴏᴏɴᴍɪɴ/ʏᴀᴢᴀᴇʟ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora