CAPITULO 3

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Bethany

Tres.

Esa era la cantidad de días que faltaban para que tuviera que abandonar mi apartamento y mudarme.

Había decidido alquilarlo durante ese tiempo, todavía no había cerrado ningún trato pero ya tenía un par de personas interesadas en él. Quería estar segura de que a quienes les estuviera alquilando mi casa fueran gente de fiar, no quería meter a una persona cualquiera en ella; mi casa era mi refugio seguro, el único lugar donde me sentía protegida de verdad.

Se que puede parecer una tontería o algo exagerado, pero aquí dentro es el único sitio donde siento que puedo ser yo misma. Si me apetecía podía ponerme hasta el culo de comida y nadie me juzgaría, podía ir con legañas y sin peinar y nadie me miraría mal, podía llorar y reír como una loca sin que nadie me reprendiera por ello o se molestaran...

Siempre que estaba rodeada de gente terminaba diciendo o haciendo algo que hacía que la gente me mirara mal y eso conseguía hacerme sentir defectuosa y terminaba preguntandome porque tenía que ser como soy. Me había pasado durante toda mi vida, siempre había tenido que fingir que era alguien que no soy cuando estaba con gente y era algo agotador.

Pero en mi apartamento podía ser quien soy sin sentirme mal por ello.

Por eso no quería mudarme. Podía haber aceptado casarme con él durante un año si hiciera falta y acompañarlo cuando me lo dijera , pero llegar hasta el punto de vivir con él me parecía demasiado. Además, no quería molestar. Había notado en su cara que esto le hacía tan poca gracia como a mí y parecía ser un hombre muy reservado.

¿Entonces por qué se casaba si no era lo que quería hacer? Era lo que me preguntaba a mi misma cada dos por tres y eran muchas las preguntas sin respuesta que tenía.

Pero seguro que Jessica si tenía respuestas, seguramente no tendrían mucho sentido pero por lo menos pasaremos un rato riéndonos. Fui a por el teléfono y antes de que pudiera alcanzarlo volví a la realidad. Ya no eramos amigas, ya no tenía a nadie con quien pasar el tiempo y hablar sobre lo que me preocupaba. Si que es cierto que a ella nunca se le ha dado muy bien escuchar pero al menos tenía la oportunidad de desahogarme.

Ahora ya eso ya es pasado, ahora solo me tengo a mi misma, estaba completamente sola. Mi mayor miedo se había hecho realidad.

Tumbada boca arriba sobre la cama miré a mi alrededor, estaba aburrida y sentía la necesidad de hacer algo. Después de pensarlo varios minutos me decanté por hacer lo mismo que hacía siempre que me encontraba en una situación como ésta: cocinar.

Me levanté de un salto y caminé hasta la cocina, donde saque los ingredientes necesarios para preparar un postre que es lo que más disfruto preparar. Ese día me decanté por unas cookies con pepitas de chocolate, uno de mis dulces favoritos.

Mezcle en un bol azúcar, huevos y mantequilla y cuando todo estubo integrado incorpore la harina. Una vez lista la masa añadí chocolate en exceso, lo reconozco, y al acabar deje la masa reposar en la nevera durante un par de horas.

En ese periodo de tiempo, aproveche para guardar en unas cajas varias cosas que aún tenía pendientes y ponerme una mascarilla hidratante de cara. Creo que aun no lo he mencionado, pero amo todos los productos y tratamientos que tienen que ver con el cuidado e higiene personal y también el maquillaje, podría decirse que estoy un poco obsesionada.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora