CAPITULO 26

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Bethany

Observo las fotografías que me mandó mi padre desde mi teléfono ampliando el zoom. Son tres, algunas más antiguas que las otras pero realmente todas bastante recientes pues no han pasado más de un par de meses desde que nos conocimos.

En la primera estamos bailando agarrados de la mano y muy pegados, el con su traje negro y yo con mi vestido rojo, el cual aun conservo en su caja bien doblado como el primer dia. La segunda fotografía es de la vez que nos despedimos en el aeropuerto pues iba de visita a casa de mi padre, aparezco besando su mejilla, no se como no pensé en que las fotos podrían hacerse públicas con todos los fotógrafos que nos rodeaban en ese momento.

La última hace que mi sangre hierva, ambos estamos caminando por la calle con Maddie entre nosotros agarrándonos de las manos mientras juega a saltar. Me molesta que no le cubran la cara, es solo una niña y leyendo los comentarios sobre la imagen, varias personas creen que se trata de nuestra hija. Puede que por eso mi padre esté tan disgustado, seguramente haya leído lo mismo.

Estoy con el estómago revuelto desde el momento en el que he puesto un pie dentro de jet privado. El pecho me duele debido a la incertidumbre de no saber qué es lo que me deparará este viaje, sobre todo temo por lo que pueda suponerle a mi matrimonio.

–Toma. –Adam me habla ofreciéndome una pastilla y una botella de agua.

Joder, lo que me faltaba. Por si no fuera poco, hoy empiezo con los antidepresivos, lo cual no me hace especial ilusión, no sé cómo mi cuerpo va a reaccionar a ellos. No quiero alterarme emocionalmente y que eso nos aleje el uno del otro.

Miro de soslayo la pequeña cápsula y aparto la cabeza. Sé que debo cogerla pero no quiero. Me cruzo de brazos mirando por la ventana y aprieto los labios enfadada conmigo misma por haber llegado hasta este punto. Tal vez hubiera podido hacer algo para evitarlo, tampoco he pasado por situaciones tan traumáticas, ¿no?

–¿Me vas a obligar a dártela a la fuerza? No tengo problema con eso.

–Déjame, ¿quieres?

–No.

De un momento a otro lo tengo encima mío abriéndome la boca, me mete la pastilla lo más dentro que puede y acerca a mis labios la botella ya abierta apretándola para que el agua salga disparada obligándome a tragar para no ahogarme.

–¡Vas a matarme! –le reclamo golpeando su brazo.

Hace como que no me ha escuchado y se incorpora observándose el antebrazo, entre ayer y hoy se lo he dejado lleno de marcas de mis uñas.

–Mira el lado bueno, ya has superado el día uno, te quedan menos.

Sonríe con suficiencia un instante a lo que le saco el dedo del medio antes de que se gire hacia mi con el rostro serio.

–Lo digo enserio, no tengo problema en darte todos los días la mediación a la fuerza, solo avísame si siempre va a ser así para saber si tengo que ponerme manoplas.

–No parecías muy afectado cuando te marqué mientras te hacía una mamada. –elevo una ceja.

–Me conoces bien. –se inclina hacia mí con media sonrisa socarrona– ¿Así que admites que lo hiciste para marcar territorio?

–Si. ¿Algún problema? –me cruzo de brazos elevando el mentón.

–Ninguno.

–Bien.

Se me queda mirando por lo que me resulta una eternidad, me recorre la cara con las pupilas dilatadas mientras se relame los labios. El calor en mi cuerpo se hace presente y decido apartar la vista para volverla a clavar en la ventana antes de dejarme llevar por la calentura. Estamos en un avión con gente a pocos metros de distancia, no es lugar para hacer cosas de estas.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora