CAPITULO 8

3.2K 138 17
                                    

MARATÓN 1/2

Bethany

La luz que entra por los pequeños huecos de las persianas me despierta de mi sueño profundo. No se que hora es, me siento desorientada, hacía tanto tiempo que no descansaba tan bien que había olvidado esta magnífica sensación.

No recuerdo cómo llegué hasta la cama, lo último que sé con exactitud es que estaba tumbada en el sofá viendo una película después de haber cenado con Adam.

Adam.

Noto su olor impregnado en mis fosas nasales aunque se que no tiene ningún sentido, no hay manera de que eso sea posible. Me toco la frente. Es tan extraño que no sé explicar lo que siento en ella, pero percibo algo.

Froto mis ojos y elevo las mantas solo para comprobar que he dormido con el vestido de la noche anterior. Alejo los recuerdos que se me vienen a la cabeza, fue un desastre.

Me levanto y lo primero que hago es quitarme la ropa. Me siento mal por haberme dormido sin antes ponerme el pijama, es demasiado caro y delicado y yo lo único que he hecho ha sido crearle arrugas innecesarias.

Una vez en ropa interior, dejo el vestido con delicadeza sobre la cama, ya vere que hago con él después; primero, he de tomar una ducha. Siempre acostumbro a hacerlo antes de dormir, pero hoy haré una excepción porque de veras la necesito.

Enjabono mi cabello y después de aplicarme acondicionador, hago lo mismo con mi cuerpo mientras dejo que el producto haga su trabajo. Trato de mirar lo menos posible esa zona de mi cuerpo puesto que me da asco. Me aclaro antes de salir y envolverme en una toalla.

Cojo mis cremitas y camino con ellas de vuelta a la habitación para echarmelas en el tocador. Una vez lista me visto con ropa cómoda, que para mi es una camiseta larga y unas mallas cortas con calcetines altos. Seco mi pelo dejándolo un poco húmedo puesto que hace mucho sol y calor, el verano se acerca y no es algo que me haga especial ilusión, eso significa el regreso de los vaqueros cortos y bañadores.

Prefiero no pensar en ello, este buen tiempo me pone feliz aunque parezca algo contradictorio debido a mis palabras anteriores, y prefiero centrarme en ello. Lo primero que haré será ir a desayunar al jardín para tomar vitamina C, me hace falta.

Bajo los escalones de dos en dos con una sonrisita en el rostro, saludo a cada empleado que me cruzo por el camino y a medida que me acerco a la cocina el olor a comida se intensifica poniendo mi estómago a rugir.

Me asomo y me sorprendo cuando lo único que veo es la gran espalda de Adam que está en los fogones moviéndose de un lado a otro. Tal vez sea porque he hecho mucho ruido al entrar, no lo sé, pero él se gira en mi dirección antes de que pueda decirle mediante palabras que estoy aquí.

–Hola.

–Hola. –le sonrió ampliamente de vuelta.

–Llegas justo a tiempo.

Me acerco cautelosa y me coloco a su lado. Ha preparado beicon y huevos revueltos, a su lado hay dos platos esperando ser rellenados.

–¿Es para mi? –pregunto sorprendida.

–Ayer me cocinaste tu, hoy me toca a mi.

Mi boca se abre por la impresión y no puedo evitar detener la sonrisa que se instala en mi cara ni tampoco la calidez que se extiende por todo mi pecho. Hasta que me acuerdo de algo muy importante.

–Yo... No suelo desayunar.

–¿Por qué no? –frunce el ceño.

Me encojo de hombros como única explicación. No creo que le interese saber que en realidad no lo hago por gusto, sino porque así consigo mantener mi abdomen más plano por mayor tiempo.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora