CAPITULO 25

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Bethany

–¿Crees que hice bien? –pregunto moviendo en círculos la cuchara del café.

–¿Qué crees tú?

–Sinceramente, no lo sé. Siento que si le hubiera dicho que no me arrepentiría porque en realidad tengo curiosidad por saber qué es lo que quiere decirme pero al mismo tiempo me da miedo. –trago saliva– Yo... sufrí bastante después y durante nuestra amistad pero me parece muy triste haber acabado tan mal.

Me desahogo con Adam sobre mi pequeño y extraño encuentro con Jessica en la cafetería hace ya unos días. Quiero y necesito saber la opinión de una tercera persona, por su cara deduzco que la idea no le hace especial emoción, aun así me escucha hablar. Analiza mis palabras un instante y después de beber de su taza responde.

–No creo que debas darle una nueva oportunidad solo porque te de pena como terminó vuestra relación, deberías hacerlo solo si es realmente lo que te apetece y quieres, ese tipo de cosas no hay que forzarlas. Piensalo y contéstame con sinceridad, ¿acaso te aportaba algo bueno su amistad?

Callo un momento.

–Supongo que sí. –rectifico cuando eleva una ceja sin creerme– Pero no siempre. –admito.

–Bethany...

–Vale, muy pocas veces. –confieso.

–Ahí tienes mi respuesta a tu pregunta.

–¡Pero cuando estábamos bien, estábamos muy bien! –no se porque la estoy defendiendo, algo dentro de mi me dice que se lo merece después de todo.

Niega con la cabeza.

–Un buen momento no compensa cien malos.

Sus palabras me dejan pensativa. Se que tiene razón y si yo estuviera en su lugar seguramente pensaría lo mismo que él, pero cuando vives una situación desde dentro, es más difícil asumir la realidad por mucho que sepas que la persona no te hace bien. Ver lo dañino es muy fácil pero afrontarlo no lo es tanto, son dos cosas completamente diferentes.

Una relación sana, ya sea de amor o de amistad, debería componerse de momentos buenos y felices pero también malos y tristes. Saber solucionar aquellos que son difíciles es lo que refuerza la pareja y es algo que nosotras no sabíamos hacer. Cuando discutíamos simplemente dejábamos que los días pasaran y luego volvíamos a hablarnos como si nada hubiera sucedido, lo mismo me sucede con mi padre.

–Entonces... crees que hice mal. –asumo.

Agacho la cabeza y coloco un mechón de pelo detrás de mi oreja, me siento algo patética.

–No es eso nena. Es solo que no me transmite confianza.

–¿Por qué? –pregunto frunciendo el ceño.

–Te miraba con envidia de la mala.

–¿Envidia? ¿A mí? –eso sí que me confunde– ¿Por qué la tendría? –suelto una pequeña risa de perplejidad.

Adam me mira como si quisiera saber si se lo estoy preguntando en serio, cuando ve que si sonríe tristemente.

–Porque vales mucho más de lo que crees. Todo el mundo lo ve, todos los que te rodean saben con certeza que eres capaz de conseguir lo que te propongas llevándote a quien sea necesario por delante. Eso les asusta y les lleva a actuar con maldad. Todos menos tú lo ven, y eso es un punto en tu contra. –me toma de la barbilla– Es hora de abrir los ojos y darte cuenta que con tu belleza e inteligencia te basta y te sobra.

El corazón me retumba con fuerza contra el pecho para cuando ha terminado, no se como pero siempre consigue hacerme sentir mejor conmigo misma y ni siquiera se como agradecérselo.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora