CAPITULO 20

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Bethany

–He decorado el plato de Adam diferente, su tortita está enfadada, como el.

Aparto la vista un momento de la sartén para mirar el plato que está señalando. Ha dibujado una cara seria con arándanos y virutas de chocolate. Suelto una carcajada negando con la cabeza, esta niña es muy rencorosa.

–Adam no está siempre enfadado. –lo defiendo dándole la vuelta a las últimas tortitas.

–Es verdad, contigo nunca lo está. –dice distraídamente todavía concentrada en su trabajo sin darse cuenta de los efectos que sus palabras tienen sobre mi.

–¿Qué quieres decir? –pregunto demasiado interesada en su respuesta.

–Ayer no paró de sonreír en ningún momento y todas las veces era cuando estaba mirándote.

Me paralizo al recordar los momentos del día anterior, porque si, ya hace un dia desde que Maddi llegó, se me ha pasado volando. Estuvimos ella y yo todo el dia jugueteando y sin parar de un lado a otro, Adam se unia a nosotras a la hora de las comidas y de vez en cuando pasaba a echarnos un vistazo para comprobar que no dañabamos su querida casa.

He de admitir que por muy agradable y divertido que fue, también es agotador. Menos mal que terminamos la noche con un plan tranquilo: comiendo comida chatarra en el sofá de la sala mientras veíamos una película infantil, Frozen para ser exactos, la película favorita de Maddi.

En su momento, no me fijé mucho en las expresiones de Adam, estaba concentrada en otras cosas. Lo que sí es verdad es que pocas veces lo he visto completamente serio, y por eso, las primeras veces que la gente me decía que no era propenso a sonreír, me extrañé mucho.

Me aclaro la garganta sin saber muy bien qué decir, dejo la última tortita en el plato y terminamos de decorar las tortitas justo cuando una nueva figura se deja ver.

Adam aparece vestido tan elegante e impecable como siempre, luciendo jodidamente atractivo. Apoyado sobre el umbral de la puerta con los brazos cruzados y media sonrisa, nos observa trabajar.

–Espero que haya algo para mi, huele muy bien. –dice entrando a la cocina.

–Yo había propuesto dejarte sin desayunar pero Bethany me ha convencido de no hacerlo, dice que nadie es tan cruel como para merecerse esa traición. –comenta la pequeña haciendo que Adam eleve las cejas.

–Supongo que he de agradecerte. –habla en mi dirección.

Le sonreí tímidamente restandole importancia antes de bajar la cabeza y dar los últimos retoques.

–¡Listo! –chilla Maddi orgullosa cuando terminamos.

La ayudo a bajar de la isla y colocamos la mesa entre los tres. Coge el plato que ha preparado específicamente para Adam y se lo ofrece.

–Toma, este es para ti, lo he preparado yo con todo mi cariño.

Al ver que su dibujo es diferente al nuestro, levanta la mirada estrechando los ojos en su dirección solo para encontrarse con una enorme sonrisa de parte de la niña en la que le enseña los dientes. Me siento frente a Adam con Maddi a mi lado y trato de contener una sonrisa, su relación me resulta muy divertida y entretenida.

Desayunamos escuchando a la pequeña parlotear sobre todo lo que quiere hacer hoy: preparar pasta casera, ir a la piscina y hacer pulseras. Todo eso para empezar, porque tal y como pasó ayer, puede que cambie de opinión a los cinco minutos, lo que está claro es que nos espera otro día ajetreado por delante.

Al acabar, recogemos todo y subimos a las habitaciones para prepararnos e ir a comprar varios ingredientes que nos faltan. Estoy terminando de peinar a Maddi cuando Adam aparece cortándome la respiración, espero que algún día pueda superar lo bueno que está.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora